En las semanas posteriores a aquella primera visita, Eudald comenzó a frecuentar la casa de Lolita con regularidad, en momentos inesperados. Caballeroso, como siempre, cada vez que iba, llevaba algún pequeño obsequio: una caja de bombones, un ramo de flores frescas o alguna delicadeza que alegraba el día de madre e hija. Tan educado ySigue leyendo «Inimpugnable – Capítulo V: La propuesta»