Tejeda y Almijara, la alta montaña de Málaga

Tejeda y Almijara es una conjunción de mundos distintos. Del mar con montaña, de ríos con barrancos, del norte con el sur, de litologías antagonistas y opuestas, de perfiles quebrados con otros alomados, de blanquizales con tierras pardas, de laderas desnudas con bosques cerrados, de una provincia con su vecina.

Vista longitudinal de Tejeda-Almijara hacia oriente

Es también una columna vertebral que posibilita la conexión entre el mundo Atlántico y el Mediterráneo, un pasillo entre el oriente y el poniente peninsular. Y es sobre todo la atalaya que une el suelo con el cielo, la alta montaña en la provincia de Málaga.

Vista del macizo kakirítico al pie de Sierra Nevada: Almijara, Cázulas, Guájaras

Con sus más de 2000 metros de altitud y terreno rocoso, contiene las cumbres más elevadas de la provincia funcionando a lo largo de su historia como contexto geográfico recóndito e inexpugnable. Esta, como otras montañas siempre ha sido territorio impermeable, resistente al cambio, refugio de lo proscrito. Ya lo fuera en tiempos de Roma, donde la civitas y acción urbanizadora se quedaron en la franja litoral. También cuando se impuso un nuevo orden hispano desde el Califato de Qurtuba. Y se mantuvo fiel a esa línea casi mil años después una vez desaparecidos los efectos de aquel sobre la Península Ibérica.

De hecho, aún mantiene el nombre Almihÿara, el lugar de las piedras, la pedregosa y Axarqía, la del Xarq, el oriente. Desde Ibn Hafsún hasta los maquis republicanos corre más de un milenio (925-1956).

El primero obligó al gobierno cordobés a crear la ruta alta de la Axarquía, de la que derivan la mayoría de los pueblos ubicados al pie de la montaña. Los segundos resistieron casi veinte años y obligaron a instalar puestos de vigía en altura como el de Cerro Lucero.

Cara norte de Sierra Tejeda y pantaneta de Alhama

Sobre las redondeadas lomas de la antigua Bentomiz, otrora desgastadas por deforestación y la acción vandálica del agua torrencial sobre los desnudos viñedos, se levanta una dorsal marmórea de refulgentes arenas blancas y rocas tiznadas cuya línea de cumbres separa las provincias de Málaga y Granada.

Este telón de fondo, con una altitud media que supera los 1.500 m, es una más de las anécdotas montañosas que cortejan al gran conjunto de Sierra Nevada-Filabres, ubicadas más al oriente.

Pero en el contexto malagueño y con sus pies bañados en el Mediterráneo, se presentan como una potente dorsal de tintes sumamente agrestes que introducen el concepto de indómito y salvaje en una de las provincias cuyo protagonismo se ha vendido a los réditos de sol y playa.

Acantilado de Cantarriján, límite litoral entre Málaga y Granada

La travesía por su línea de cumbres es un perfecto campo de entrenamiento para el montañero requerido de altitudes notables y recorridos de largo fondo. Tomando como base El Alcázar, en Alcaucín, a más de 900 m de altitud, el perfil longitudinal del recorrido es inigualable en un entorno cercano.

La sucesión de cotas en una línea de altitud media muy similar convierte a su divisoria o cuerda en un transecto relativamente cómodo de vistas impresionantes al mar y a sus muchos escarpados barrancos. La sucesión de arroyos y abundancia de fuentes, sorprenderá a quién la visite por vez primera, sobre todo si no conoce la “magia” de estas arenas y mármoles dolomíticos.

Subida a pico Tejeda desde Las Llanadas de Sedella

La gestión de montes de la zona

Llegué a ella en el año 1995 sin haber entrado en la treintena y descubrí todo un mundo de cumbres disponibles para recorrerlas a mi antojo. Yo, que había crecido con afición a montañas de calibre inferior, me entregué a sus picos y barrancos casi por completo. Días y noches, festivos o laborales no encontraban distinción para las horas que puse a disposición de esta montaña.

Como después pude entender, las personas que allí encontré no podían ser sino excepcionales, escogidas por la propia montaña en virtud de las altas exigencias y complicadas circunstancias que requiere su gestión: Manolo Melitón, José Luis García, Paco Navero, Antonio Ríos, Manolo Gil, Salvador Aguilera, José María Arjona, Pepe López (Guerra), Juan Francisco Ferrer y Paco Correa. Un formidable equipo comandado por el difícilmente igualable Pedro Aguilar y el legendario perfil de Miguel Gutiérrez al que todos conocían como Carrucho.

Tras la estela de estos dos últimos, antiguos guardas viejos de caza y de montes, se fueron formando los demás adquiriendo un perfil de trabajo que no había conocido hasta entonces, tampoco después y no creo que vuelva a repetirse. La actual inopia y relajación que ha adquirido la Administración, custodia de los recursos forestales, lo hace inviable.

A las tareas más clásicas de la gestión de montes se unía, en aquel caso particular, la gestión de la caza, bajo el marco de Reserva Nacional. Si las leyendas sobre rebeldes moriscos, monfíes y maquis tintaban de misterio y aventura cada una de aquellas laderas y cerros, recorrer los senderos siguiendo rastros de reses o de cazadores furtivos creaba una nebulosa donde presente y pasado se fundían en una singular atmósfera que te hacía protagonista de una ficción más que real.

Los relatos de Pedro y Carrucho, reviviendo la memoria de Miguel de Manuela, conocido también como el Zorro de los hoyos a veces llevaban a la risa; otras, a la ternura, pero en general, a la admiración sobre el tesón de unos hombres de formación rudimentaria entregados al incontable cómputo horario que dedicaron a estos blanquizales arenosos y la encomienda de crear sobre ellos una próspera población de cabra montés.

Todo este ambiente hizo que, lo que se gestó para mí como un quitarme de en medio, se convirtiera en un gran regalo personal y profesional donde pude disfrutar de paisajes espectaculares, aventuras inolvidables, risa inagotable, botánica maravillosa y una cohorte de camaradas que acabaron convirtiéndose en más que amigos.


Orogenia y componentes biológicos de la zona

Sierras Tejeda y Almijara son un compendio de geología y biodiversidad. A primera vista dan la sensación de constituir el último empujón de notoriedad propiciado por la orogenia Alpina (25 millones de años). A partir de ella (con la excepción de la Serranía de Ronda) no se encuentran más que mantos residuales e isleos tectónicos que se dispersan por la Depresión del Guadalquivir flotando sobre las arcillas sedimentarias que la rellenan hasta su contacto con el zócalo Herciniano de Sierra Morena.

Chimeneones. Cara sur de Tejeda y Barranco de Almanchares

En aquella ola orogénica, algunos retales del macizo primigenio africano llegaron hasta la actual Andalucía, entretejiéndose como sierras pardas entre estas otras marmóreas de rocas y arenas kakiritizadas. Los esquistos verdes de la Almijara y los singulares gneises de Torrox forman parte de este tipo de materiales, al igual que aquellos otros más orientales de Sierra Nevada o La Contraviesa.

El volumen del macizo kakirítico que se inicia en Tejeda, llega a ciertos paralelismos con las peridotitas de Ronda, situadas al oeste. Una extensión inmensa de aquellas rocas se extienden por Cázulas, Albuñuelas, Guájares, Dílar y La Peza por el norte, Lújar por el sur hasta Gádor en Almería.

Hoyos de Tacita de Plata, con Sierra Nevada al fondo izqda.

Se conoce como kakiritización al fenómeno de disgregación natural de la roca a consecuencia del cambio de presión producido entre las condiciones de formación en la columna sedimentaria y su liberación postorogénica.

Si las peritontitas están compuestas principalmente por cloritas magnésicas, también el magnesio tiene protagonismo en los blanquizales almijarienses. Este catión, de potente carga electrónica, retiene fuertemente el agua (potencial pF), con lo que provoca fenómenos de sequía inducida que dan lugar a gran especialización en las especies botánicas que se asientan en ella (las plantas carecen de movilidad aparente). A ello se une el carácter arenoso del suelo meterorizado y la escasez de componente arcillosa.

Además, es difícilmente tolerado por el común de los vegetales. Es por ello el alto nivel de endemismos en estas montañas, caracterizadas por lo general por una alta pilosidad o indumento en sus tegumentos.

Anthyllis tejedensis Boiss.

Un curioso paralelismo de estas montañas con las serpentinas del poniente malagueño es la abundancia del pino negral o rodeno (Pinus pinaster Aiton). Considerada como una especie poco propensa a los suelos ricos en calcio es probable que la coincidencia magnésica sea el elemento de conexión entre ambos tipos de litologías.

A diferencia de las sierras bermejas, aquí la ausencia de metales pesados tolera la presencia de otras especies arbóreas, destacando la encina (Quercus ilex L.) si bien con muchas dificultades merced a la escasa disponibilidad de arcillas que reduzcan la xericidad de las altamente permeables arenas sacaroideas que se generan en la meteorización de las dolomías.

Arenas sacaroideas

Otras curiosidades geológicas son el antiguo casquete glaciar de la cumbre y sus jous o pozos de nieve asociados y la gran falla del Barranco de los Almanchares, donde el macizo de Tejeda se separa de Almijara a partir de la discordancia de materiales entre esquistos y dolomías por la que corre el río del Encinar (Sedella). El alto de Tejeda es una montaña viva que continúa elevándose. Testigo de su actual actividad sísmica es el nacimiento de aguas termales que da nombre a la ciudad de Alhama de Granada.

Y para terminar con los hitos geológicos, simas y cavernas, de las que destacan la de Nerja, por ser mundialmente famosa y la de La Maroma, cercana a la cumbre de Tejeda con la que se confunde como máxima cima de este macizo montañoso y que fuera sin embargo el mayor pozo de nieve de toda la provincia.

Cono femenino de pino negral

Entre sus valores botánicos pasa desapercibido, por su evidencia el sorprendente valor del pino negral que se extendía originariamente por sus arenales y roquedos dolomíticos. A tal punto que uno de los grandes enclaves de la Unión Resinera Española estuvo en estas montañas.

Junto con las peridotitas de poniente, Sierras Tejeda y Almijara constituyen uno de los principales núcleos históricos de la especie y se consideran como punto de expansión de la especie en el Mediterráneo occidental. Ya Luis del Mármol y Carvajal en su libro sobre Historia del Rebelión y Castigo de los Moriscos del Reino de Granada (año 1600) hace referencia a esta sierra.

En zonas de mayor altura, tejos (Taxus baccata L.), unos cuantos pinos salgareños (Pinus nigra Miller) y sabinas rastreras (Juniperus sabina L.) son otras coníferas que se encuentran escasas en estas montañas. Los arces y mostajos, son también componentes de la flora de alta montaña característica de estas alturas.

Ejemplar de tejo

Los sustratos ajenos al dominio carbonatado han sido más maleables a lo largo de la historia y tradicionalmente fueron dedicados a pasto o incluso cultivados en tiempos de escasez y necesidad extrema. Los balates de piedra a casi 1.500 metros de altitud así lo atestiguan.

Siendo dominio del roble melojo (Quercus pyrenaica Willd.), el alcornoque (Quercus suber L.) y la encina (Quercus ilex L.) según altitudes la deforestación fue condición previa para el uso de aquellas como tierras de labor o de pastos. Los Picaricos, Lomas de Cuascuadra, Los Dornajos y el Llano Palancón guardan aún trazas de ese uso.

Dominados por el cerro Albucaz (1734 m) constituyen el terreno de vocación forestal más elevado del poniente andaluz. Actualmente ocupado por la más extensa y mejor representación de pino albar (Pinus sylvestris L.) de toda la provincia tiene como destino natural sucederle con un amplio bosque mixto en el que el roble melojo marque la pauta principal.

Algunos apuntes con pinsapo (Abies pinsapo Boiss.) indican que el abeto andaluz tiene aquí magníficas posibilidades para aumentar sus dominios.

Pinsapos en sierra Almijara (Cómpeta)

El otro valor botánico de alta relevancia son sus matorrales, tanto los altos con singularidades propias de Granada como son el cenizo o rascaviejas (Adenocarpus decorticans Boiss.), el mancaperros (Astragalus granatensis Lam.) como otras de tamaño más reducido, algunas de ellas con cierto carácter endémico ligado a las especiales condiciones tóxicas del magnesio. Anthyllis plumosa ssp. tejedensis, Buxus balearica Lam., Cneorum tricoccon L., son especies restringidas a estas montañas en la provincia malagueña.

Efecto de la niebla sobre el matorral almohadillado un día gélido

Lógicamente el ámbito de las rupícolas no podía ser intrascedente en una montaña que recibió su nombre por la roca. Especies como Saxifraga erioblasta Boiss & Reuter, Pinguicola tejedensis M.B. Crespo, Mart.-Azorín, M.Á. Alonso & L. Sáez, Draba hispanica Boiss. y Andryala agardhii DC. son también especies destacables.

Recomiendo el libro de Edmond Boissier (año 1839) y los trabajos de Modesto Laza Palacios (1946) como joyas literarias vinculadas a los tesoros botánicos de estas montañas.


Fauna

En cuanto a fauna, conviene decir que la cabra montés (Capra pyrenaica Schinz) es el objetivo principal al que enfocan todas las miradas en esta sierra. Sin embargo conviene señalar que es mucho más importante en cuanto a la importancia que estos riscos suponen para acoger una notable población de grandes águilas y rapaces de otra índole, tanto diurnas como nocturnas.

También los paseriformes de montaña como collalbas, roqueros, mirlo capiblanco y la invernal visita de treparriscos (Trichodroma muraria L.) le confieren una notoria importancia como zona especial para protección de las aves.


Rutas

Para terminar, sólo queda recomendar alguna ruta que pueda servir como transecto o vía de penetración para conocer la impactante sensación que dejan estas montañas a quién las visita por primera vez.

Una de mis preferidas, por ser la más completa es la que parte del Cortijo del Alcázar, atraviesa la cumbre de Tejeda y llega hasta el puerto de El Collao en Cómpeta. Además de recorrer la sucesión de mayores alturas de todo el macizo ofrece infinidad de vistas panorámicas y un transecto completo y perfecto de las distintas litologías y vegetación que puede encontrarse en estas montañas. Una perfecta muestra de la montaña más alta de la provincia de Málaga.

Pico Malas Camas y el Albucaz bajo la niebla

Dedicatoria

Este artículo está especialmente dedicado a mis compañeros, ya citados en el texto, junto con Antonio Hernández Aldea, Adriano Vázquez, José A. Gozalbez, Amancia Zamora y Juan Romero, con quienes compartí los quince años más intensos y divertidos de toda mi vida profesional. Expuestos a la lluvia, viento, nieve, sol abrasador y balas que suelen acaecer en el espectro laboral de estas montaña, nunca perdimos la ilusión por hacerlo mejor cada día.

A Lidia Jiménez y Alberto Escolano, a Antonio «Piñón», padre e hijo que trabajaron o trabajan rebosando ilusión por estos parajes.
A la memoria de Paco Gálvez, que siempre estuvo atento a todas nuestras necesidades.

A todos ellos un gran abrazo.


Referencias

Referencias:
Boissier, C. E. (1839).- Viaje Botánico al sur de España durante el año 1837. Colección Sierra Nevada y La Alpujarra nº 13. Fundación Caja de Granada, Universidad de Málaga. 1995

Laza Palacios, M. (1946).- Estudios sobre la flora y la vegetación de las Sierras Tejeda y Almijara. Anales del Jardín Botánico de Madrid. Tomo VI. Año 1945


Tejeda y Almijara, la alta montaña de Málaga
por Antonio Pulido Pastor


Publicado por PULI

Pastoreo estrellas, cultivo mariposas, construyo bosques

5 comentarios sobre “Tejeda y Almijara, la alta montaña de Málaga

  1. Muy interesante. Siempre la veo desde Belmadena y me maravilla su fuerza y belleza, sobretodo en invierno cuando nieva y casi puedes tocarla en la distancia. Ahora voy acercándome a ella con tu artículo. Muy bueno Antoñin

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  2. Con la avidez por recorrer altas montañas que tengo, cojo el testigo de la ruta que indicas para hacerla cuando vuelva a visitar a la reina ¡Malache! Iré con artículo en mano para interpretar y reconocer lo que vea, a este paso, a través de tus lecturas me estoy haciendo un grado en Medio Natural.
    Espero poder contemplar en persona la espectacular panorámica de la primera de tus fotos, enhorabuena por esa captura!

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    1. María, con tu experiencia pirenaica, estas montañas se quedan justitas. Aunque no en vano, hay quién las denomina Los Pirineos del sur. La alineación de la imagen podría parecer infinita y en cierto modo, es el hilo conectivo que engarza estas montañas con aquellas del norte a través de un recorrido litoral que estaría bien conocer en alguna ocasión. Todo un vaivén de valles y cumbres que encierran en su interior la práctica totalidad de la montaña oriental de la Península Ibérica. Un corredor ecológico real, que no se tiene tan considerado como debiera. Aquí estamos, para cuando quieras volver a visitarnos.

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  3. Hermosas montañas y hermoso artículo. Enhorabuena!
    A ver si se organiza una visita guiada a la zona que me apunto seguro. Lo de los Pinsapos de Competa es una noticia que me hace feliz y lo de los endemismos también, adquiriendo está zona una importancia aún mayor entre mis prioridades botánicas a visitar.

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