Volcanes, geología y periodismo

Cuando inicié en mis primeras contribuciones a Entrevisttas.com, tenía en mente abordar una serie de temas, secuencialmente ordenados, sin que estuviese previsto hablar de volcanes. Pero la dramática situación que se está viviendo estos días en la isla de La Palma, sobre la que se están publicando (entre informaciones pertinentes y acertadas), algunas noticias no muy correctas, sugiere la necesidad de aparcar momentáneamente otras cuestiones y aclarar de forma inmediata algunos datos y opiniones que tanto los medios de comunicación como las redes sociales están difundiendo. Sin embargo, este imprevisto cambio de rumbo no afecta a la continuidad argumental de las entradas venideras respecto de las contribuciones anteriores.

Mapa de la isla de La Palma
Isla de La Palma

Veíamos que en el siglo XIX, en el mundo de la geología existía una gran controversia entre los llamados uniformistas (para quienes la historia de la Tierra ha transcurrido de manera uniforme, sin grandes catástrofes, con cambios muy lentos ocurridos a lo largo de dilatados periodos de tiempo), y los catastrofistas, para quienes el planeta se ha formado por grandes cataclismos. Aunque este debate hace ya más de un siglo que está totalmente superado y se puede decir que las doctrinas catastrofistas han quedado científicamente olvidadas, parece que la prensa aún tiene una cierta querencia hacia ellas y la geología tan sólo aparece en las primeras páginas de los periódicos o en las cabeceras de los informativos, cuando los terremotos, los volcanes o los tsunamis se convierten en noticia. Además, por ese extraño efecto de contagio informativo, la erupción de la isla de La Palma ha despertado una especia de volcanomanía, resucitando el interés olvidado por los dormidos aparatos volcánicos de la península, como se ha comprobado sobre todo en la prensa local, con referencias a los volcanes del Campo de Calatrava en Ciudad Real, la comarca de Olot en Gerona, la zona de Cabo de Gata en Almería o Cerro Agras (Cofrentes) y las Islas Columbretes en la Comunidad Valenciana.

Volcanes, geología y periodismo | Por Enrique Ortega Gironés. En Entrevisttas.com

Desde hace unos días, hemos sido testigos de cómo reporteros y tertulianos, que durante los últimos meses se habían convertido en verdaderos expertos en temas sanitarios (manejando con soltura conceptos hace un par de años ignorados, como por ejemplo los antígenos, los PCRs o la inmunidad de grupo), han debido reconvertirse con urgencia al mundo de la vulcanología. Y como ocurre siempre cuando los aprendizajes son intensivos y contra reloj, los resultados no son siempre satisfactorios. Entrevistando a expertos en vulcanología, los reporteros han formulado algunas preguntas y comentarios tan improcedentes y fuera de lugar que serían merecedores de una pequeña antología del disparate. Además, al socaire de la vorágine informativa, han hecho inmediatamente acto de presencia los agoreros apocalípticos, especialistas en sembrar el pánico profetizando desproporcionadas consecuencias de esta erupción volcánica, parece que fomentar el miedo es muy rentable para aumentar las ventas o los índices de audiencia. Por todo ello, también parece conveniente puntualizar algunas cosas que, sin mucho fundamento, están revoloteando por los medios de comunicación y las redes sociales.

De todas las consultas que han formulado los periodistas desde el inicio de la erupción del volcán de Cumbres Viejas, quizás la más expresiva de todas respecto de la falta de conocimientos elementales, esos que se enseñaban en el antiguo bachillerato, es la que le hicieron al presidente del Colegio de Geólogos: ¿por qué hay un volcán en La Palma? Esa pregunta, sin exagerar, es como cuestionar por qué hay agua en el mar o porqué hay arena en la playa.

No hace falta mencionar que, ahora mismo, las prioridades deben centrarse en la tragedia humana de quienes están perdiendo todas sus propiedades y en el impacto económico y social de la erupción, cuya evaluación dependerá de la extensión final y del tipo de superficie ocupada por la colada volcánica. Una vez dicho esto, si nos centramos en los aspectos estrictamente científicos, debe aclararse que la erupción volcánica de Cumbre Vieja no tiene nada de extraordinario y forma parte de la más absoluta normalidad. La aparición de estas erupciones es consustancial con la naturaleza de la isla, es parte del carácter y de la forma de ser de nuestro querido planeta. Si no fuese por los volcanes, La Palma no existiría, y lo mismo le ocurriría al conjunto del archipiélago canario, como a otros varios miles de islas repartidas por todo el mundo.  

La isla de La Palma es un complejo edificio integrado por numerosos volcanes, acumulados y yuxtapuestos a lo largo del tiempo, que alzándose desde el fondo marino, a unos 4.000 metros de profundidad, ha constituido una considerable porción de tierra firme hasta alcanzar cumbres de casi 2.500 metros de altura. Es decir que, en su conjunto, desde el fondo marino hasta la cima, el desnivel de la isla de La Palma es casi equivalente a la del Aconcagua.

¿Cuánto tiempo ha tardado en construirse este edificio? Si atendemos a los datos históricos, entre el 1.470 y la actualidad hay registradas siete erupciones de diferentes volcanes en la isla, la última de las cuales fue la del volcán Teneguía en 1971. Pero el inicio de las obras es mucho más anterior. Las rocas más antiguas de Cumbres Viejas tienen más de 120.000 años y, si nos referimos al conjunto de la isla, el origen de su actividad volcánica, cuando se trataba de volcanes submarinos que aún no habían alcanzado la superficie, es aún mucho más antigua. En otras palabras, lo que está ocurriendo hoy mismo es idéntico a lo que se ha venido repitiendo periódicamente durante los últimos cuatro millones de años. Entonces, bajo esta óptica, desde el punto de vista geológico, la erupción actual ¿debe considerarse como un suceso extraordinario o como un episodio que forma parte de la normalidad?

Independientemente de estos razonamientos, con toda la razón, lo que preocupa a los habitantes de La Palma, del archipiélago Canario y a todos nosotros, no es lo que ocurrió hace tiempo, sino lo que está ocurriendo ahora y lo que puede pasar en el futuro. Ahí precisamente, en las previsiones sobre lo que nos espera, es donde algunas noticias están difundiendo disparates que es necesario corregir. Huyendo del lenguaje técnico, esa jerigonza científica que parece hecha adrede para que nadie la entienda, se puede decir que la erupción actual es muy similar a la que ocurrió en 1949, cuando las coladas llegaron a las costas del sur de la isla, afectando a las plantaciones plataneras. Sobre la base de esta comparación, teniendo en cuenta el tipo de lava y gases que está expulsando el volcán, pueden descartarse grandes explosiones.

Teniendo en cuenta el tipo de lava y gases que está expulsando el volcán, pueden descartarse grandes explosiones

Se ha mencionado el riesgo de que, en el hipotético caso de que el agua del mar se filtrase hasta la cámara magmática del volcán, se produzcan enormes explosiones que harían saltar por los aires parte de la isla; o que se provoquen enormes deslizamientos que hundan parte de la isla hacia el mar. Pero, afortunadamente, ni Cumbres Viejas ni los otros volcanes que forman el conjunto meridional de la isla son de ese tipo, liberan la energía a un ritmo moderado, y no son comparables a los catastróficos volcanes explosivos como el Krakatoa, el Mont Pelé o el Santa Helena, cuyos ejemplos han sido inadecuadamente invocados. Por ello, no es en absoluto previsible que alguna parte de la isla vaya a desaparecer. Muy al contrario, como ya ocurrió en el pasado a lo largo de cientos de miles de años, lo más probable es que, en el caso de que la lava llegue hasta el mar, La Palma aumente de tamaño. Por otra parte, el ritmo de descenso de la lava es lento, el caudal es relativamente escaso y por lo tanto tampoco existe riesgo de tsunami, debiendo descartarse totalmente el peligro de ese fantástico super – tsunami profetizado por un video que está circulando por las redes sociales, donde se vaticinan olas de 300 metros de altura (la verdad, se les ha ido un poco la mano), lo que sin duda puede constituir un guion para Hollywood, pero no tiene nada que ver con la realidad.

Afortunadamente, ni Cumbres Viejas ni los otros volcanes que forman el conjunto meridional de la isla son de ese tipo, liberan la energía a un ritmo moderado, y no son comparables a los catastróficos volcanes explosivos como el Krakatoa, el Mont Pelé o el Santa Helena, cuyos ejemplos han sido inadecuadamente invocados.

Algo similar puede decirse de los gases que se están vertiendo a la atmósfera, también en cantidades moderadas y que pueden ser fácilmente dispersados en el aire sin causar problemas significativos, como ha ocurrido hasta el momento. Es decir, que aunque el penacho de gases emitidos llegue hasta la península, tal y como se está informando, llegará tan diluido que sus efectos serán totalmente inocuos e inapreciables.

Sobre la base de los conocimientos que se tienen de erupciones anteriores y de lo que se está observando en la actualidad, ¿qué podemos esperar? En el momento en que se están redactando estos párrafos, los datos proporcionados por los sistemas de medición instalados en la zona, indican que el terreno se sigue abombando y se siguen produciendo temblores de tierra. Los diferentes focos, alineados a lo largo de una fisura (como puede verse en la fotografía adjunta) están muy activos y no se descarta que se abra alguna boca más, o que se inicie alguna nueva colada en otra dirección.

Volcanes, geología y periodismo | Por Enrique Ortega Gironés. En Entrevisttas.com

Es decir, que la roca fundida, el magma que cuando salga a la superficie se convertirá en lava, sigue empujando hacia arriba buscando una salida, pero manteniendo un nivel aproximadamente estable o con tendencia al descenso. ¿Cuánto durará esta erupción? Esa es una pregunta de difícil repuesta ya que este tipo de fenómenos, por su propia naturaleza, son muy imprevisibles. La tendencia decreciente actual puede reactivarse en cualquier momento, aunque los antecedentes señalan que tanto la sismicidad como el flujo de lava irán descendiendo progresivamente y no se extenderán más allá de varias semanas. El aspecto de la columna de gases lanzada a la atmósfera a 24 de Septiembre es el de la fotografía adjunta.

Volcanes, geología y periodismo | Por Enrique Ortega Gironés. En Entrevisttas.com

Pero no debe olvidarse que estas estimaciones son simplemente eso, estimaciones. La modelización y los pronósticos relacionados con un fenómeno volcánico no son comparables a otros procesos más predictibles. Por citar un ejemplo conocido por todos, si los meteorólogos son capaces de pronosticar cuando va a llover, e incluso predecir con razonable precisión la cuantía de las precipitaciones, es porque han podido observar miles de veces los mismos procesos en un mismo lugar, repetido a lo largo de los años. Y no es ese el caso de la volcanología, donde las posibilidades de realizar observaciones son escasísimas.

La modelización y los pronósticos relacionados con un fenómeno volcánico no son comparables a otros procesos más predictibles.

¿Qué secuelas quedaran sobre el terreno?  Las imágenes que todos hemos visto por televisión son suficientemente ilustrativas. La lava, en su avance imparable, arrasa todo lo que encuentra a su paso. Su temperatura es altísima, por encima de los 1.000 grados centígrados y asimila, fundiendo y abrasando todo lo que toca o engloba, las edificaciones, los enseres, los cultivos e incluso las infraestructuras, todo lo que haya sido afectado por la lava será irrecuperable. También, es absolutamente inevitable, cambiará el terreno, ya que algunos barrancos y vaguadas habrán sido rellenados por la lava, y se habrán formado nuevos conos y cráteres.  Los últimos datos a la hora de redactar esta nota es que la velocidad de avance de la lava se está ralentizando, entran dudas de que pueda alcanzar la costa. Pero lo que es una buena noticia por un lado, tiene consecuencias negativas por otro, porque al hacerse más lento el avance del río de lava, se ensancha la lengua incandescente, cubriendo más terreno y provocando más daños en tierra firme.

Dando por perdidos los suelos cubiertos por la lava, ¿qué ocurrirá con las actividades agrícolas en las zonas afectadas por la erupción? Pues inevitablemente tardará muchos años en recuperarse. Los suelos se generan por alteración, por descomposición de las rocas del sustrato. En el caso de los suelos de rocas volcánicas, estos suelen ser muy fértiles, ya que las rocas aportan nutrientes y suelen ser aptas para retener agua y materia orgánica, pero el proceso es muy lento. Dependiendo del clima y del régimen de lluvias, se pueden tardar muchos años para volver a generar un suelo fértil a partir de una roca desnuda, como es el caso de una colada volcánica.

Volcanes, geología y periodismo | Por Enrique Ortega Gironés. En Entrevisttas.com

Más fáciles serían las cosas para el ecosistema marino, en el caso de que las lavas alcancen el litoral. Aunque el impacto inicial sería inevitablemente muy negativo, ya que la lava ocuparía el fondo, destruyendo todos los organismos inmóviles que viven sobre el lecho marino. También morirían algunos peces al aumentar el azufre y disminuir el nivel de oxígeno en el agua. Pero se trataría de un impacto espacialmente limitado, en un área bastante restringida a la zona donde se ha vertido la lava, y también con una corta duración. Porque con el paso del tiempo, las mismas especies volverán a colonizar el fondo marino. Puede estimarse que el ecosistema estaría regenerado, en un plazo de tres años, y gracias a los nutrientes aportados por las rocas volcánicas, incluso sería más fértil y más rico que antes de la erupción, con más abundancia de organismos. Así lo ha demostrado el estudio de zonas submarinas próximas también afectadas por erupciones recientes. En realidad, eso mismo es lo que ha venido ocurriendo desde hace millones de años.

Y ¿cuál es el futuro a medio o largo plazo? Pues, a grandes rasgos, es relativamente sencillo de predecir: será lo mismo que ha pasado hasta ahora. La fuente de la lava que hoy está saliendo a la superficie tiene su origen a unos 30 kilómetros de profundidad bajo la isla de La Palma, y mientras no cambien las condiciones de la estructura profunda de la Tierra en esa zona del planeta (que no tiene visos de cambiar de momento), seguirá enviando rocas fundidas hacia la superficie de cuando en cuando. Teniendo en cuenta que pasaron 22 años entre la erupción de 1949 (volcán de San Juan) y la de 1971 (Teneguía), y que ha pasado medio siglo desde entonces, es previsible que deba esperarse algunas décadas hasta la próxima erupción. Los vulcanólogos no terminan de ponerse de acuerdo sobre el número de años que deben transcurrir sin actividad para que un volcán se considere extinto. Algunos hablan de miles de años, otros establecen el límite en un millón de años, y deben considerarse como durmientes (que no dormidos, conviene recordar aquí la diferenciación que hizo al respecto nuestro premio Nobel Camilo José Cela –ver vínculo al respecto) hasta que se supere ese periodo de tiempo. En cualquiera de los casos,  pongamos el límite donde lo pongamos, teniendo en cuenta el ritmo de actividad en la isla de La Palma, es evidente que sus volcanes están en vela y bien despiertos.

Los conocimientos actuales no permiten predecir dónde y cuándo se producirá la próxima erupción, aunque la geología sí puede proporcionar algunas pistas sobre su posible emplazamiento, pues toda la actividad volcánica registrada en la isla durante los últimos 120.000 años ha tenido lugar en su mitad meridional, mientras que la mitad norte no ha registrado ninguna actividad durante ese mismo periodo. Sería importante tener en cuenta este dato a la hora de planificar el uso del suelo y los futuros emplazamientos de las infraestructuras y de las zonas habitadas.

No sería justo terminar sin mencionar la eficacia de los sistemas de alerta. Gracias al control de los temblores de tierra proporcionado por los sismógrafos y a las mediciones con GPS de alta precisión que han medido el abombamiento del terreno, la erupción no ha pillado a nadie por sorpresa, y se ha podido disminuir el impacto de la catástrofe, aunque por desgracia el avance de la lava sea ingobernable. Incluso un estudio científico, mediante sofisticadas técnicas de tratamiento de imágenes satélite, había detectado la zona de Cumbres Viejas como el área de mayor riesgo para una próxima erupción, meses antes de que esta se iniciase. Lo cual no deja de ser un considerable éxito científico y tecnológico. Pero esto, hoy por hoy, es lo máximo que se puede hacer: hay procesos naturales que están muy lejos de nuestro dominio. Del mismo modo que, por mucho que nos empeñemos, no podemos evitar que la fuerza gravitatoria de la luna haga subir y bajar las mareas, o que el movimiento de la tierra alrededor del sol condicione la temperatura a lo largo del año, no podemos controlar los volcanes. Ante este tipo de fuerzas nuestra capacidad queda restringida a conocer su dinámica, controlar su evolución y estar preparados para lo que inevitablemente llegará. Y eso es exactamente lo que se ha hecho. De hecho, las previsiones han permitido captar el nacimiento del volcán desde el primer minuto, el mismo momento en que la lava llegó a la superficie, como se puede apreciar en la fotografía adjunta.

Volcanes, geología y periodismo | Por Enrique Ortega Gironés. En Entrevisttas.com

Aunque, ciertamente, esta realidad no ha sido evidente para todo el mundo. Así lo demuestra la pregunta que formulaba una periodista de televisión, durante un programa en directo, a la brigada de Protección Civil, inquiriendo sobre las recomendaciones que debían seguirse para extinguir el volcán, como si se tratase de un incendio forestal. Aunque en honor a la verdad, esos deslices en conocimientos vulcanológicos han afectado también a algún político de primer nivel.

Para concluir, lo importante es reseñar que nos encontramos ante un proceso de dramáticas consecuencias humanas y económicas, pero que se inscribe dentro de la más absoluta normalidad de los procesos naturales que rigen nuestro planeta, nada excepcional que no haya ocurrido ya muchas veces y que seguirá ocurriendo en el futuro, por lo que deben evitarse injustificadas posturas apocalípticas. Por ello, es aconsejable informarse en los lugares donde pueden obtenerse datos técnicamente correctos y objetivos, como son las páginas web adjuntas pertenecientes respectivamente al Instituto Geológico y Minero de España (IGME) o el Instituto Volcanológico de Canarias, que me atrevo a recomendar.

Como dice un buen amigo mío, con mucha sorna y retranca: lo importante no es saber, sino tener el teléfono del que sabe.

Mi agradecimiento a Carlos Ramos León, habitante de Los Llanos de Aridane, por las fotografías aportadas a la presente publicación.


Volcanes, geología y periodismo | Por Enrique Ortega Gironés


Publicado por Enrique Ortega Gironés

Soy, por ese orden, geólogo y escritor. O simplemente, un geólogo al que le gusta escribir. Primero, docente e investigador en el Departamento de Geotectónica de la Universidad de Oviedo. Luego, en las minas de Almadén (Ciudad Real), y durante los últimos 20 años, consultor independiente.

4 comentarios sobre “Volcanes, geología y periodismo

  1. Gracias Igor. Como tú, uno termina cansándose de escuchar falsedades indocumentadas y verdades a medias. Creo que los geólogos hemos estado demasiado tiempo callados fuera de los circuitos profesionales y hay que combatir las animaladas que circulan por ahí. Eso es lo que voy a seguir intentando desde esta revista digital. Gracias de nuevo y un saludo

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  2. Muchísimas gracias Igor .
    No relatas muy bien lo leí dos veces y me tranquiliza mucho tu opinión y tú saber de qué va esto .
    Conozco muy bien La Palma y meda mucha pena ver lo que está ocurriendo pero son cosas de la naturaleza.
    Estuve haciendo la mili en la palma y recuerdo a sus gentes 🤗🤗 para todos los Palmer@s y mucho ánimo .
    Gracias de nuevo Igor por tu gran trabajo un saludo

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