La magia de la voluntad

En un rincón olvidado de una aldea, entre calles polvorientas y casas humildes, se encontraba la calle Esperanza. En esa calle vivían niños llenos de sueños, pero también de dificultades. La ONG Manos Solidarias había decidido llevar un poco de alegría a estos pequeños corazones, organizando una entrega especial de regalos el día de Reyes.

La magia de la voluntad, por Carmen Nikol

El día esperado llegó, y los niños de la calle Esperanza se reunieron con ilusión en la pequeña plaza de su pequeña aldea, donde Los Magos de la Esperanza (así llamaban a los Reyes Magos hasta entonces) les entregaron regalos envueltos con cariño. Sus ojos brillaron con una chispa de felicidad que pocas veces conocían.

Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, la realidad les volvía a golpear. Los niños comenzaron a cuestionar la efímera felicidad que les brindaba aquel día especial. Un pequeño, llamado Miguel, se acercó a sus amigos con un gesto de desconfianza en su rostro.

—¿Por qué solo nos ayudan una vez al año? —preguntó Miguel con voz baja—. Mañana seguirán siendo los mismos problemas.

Otra niña, Ana, se sumó al diálogo.

—Mis hermanitos se acuestan con hambre casi todas las noches, y los regalos de hoy no llenarán sus estómagos.

Los niños comenzaron a compartir sus experiencias difíciles: casas frías, pocas oportunidades, y la sensación de que el mundo olvidaba su existencia.

La magia de la voluntad, por Carmen Nikol

—Estos reyes no saben lo que es pasar hambre o tener frío todas las noches. Nuestros papás hacen lo que pueden, pero necesitamos más ayuda siempre, no solo hoy —dijo Carlos, un niño con mirada triste pero decidida.

Con valentía, los niños decidieron hablar con los adultos de la calle Esperanza, expresándoles sus deseos de recibir ayuda constante. Los padres, con el corazón apretado por la realidad, comprendieron la importancia de trabajar juntos para construir un futuro más esperanzador.

—No solo necesitamos regalos en un día especial. Necesitamos comida, abrigo y oportunidades todos los días —dijo Marta, la madre de Ana.

Decidieron, entonces, enviarle una carta a los reyes magos todos los días. Pensaron que era una buena manera de avergonzarlos. También comenzaron a enviarles cartas todos los días a todas las ONG. No contaban con ordenadores pero sí con antiguos blocs de papel y bolis casi olvidados.

La respuesta de susodichos reyes, por supuesto, no llegaba. Pero las ONG, aunque al principio no hicieron mucho por ellos, comenzaron a enviarles más alimentos, ropa, abrigo y enseres para cocinar y protegerse. También profesores particulares de todos los niveles y materias. Cada tanto, asimismo, se acercaban profesionales de diferentes índoles: peluqueros, propietarios de desguaces con electrodomésticos, cocineros, agricultores, músicos, ingenieros…

Así, al tiempo, consiguieron no solo incrementar su autoestima y su alegría, también su educación. La calle Esperanza dejó de ser un lugar olvidado para convertirse en un refugio donde la solidaridad y el amor eran los verdaderos regalos que se compartían cada día del año.

Y, fue así, así también, que, al tiempo, olvidaron la magia de los Reyes Magos y decidieron que no deseaban que regresaran por allí ningún 6 de enero ni nunca más. Solo aceptarían los regalos de las personas que se los dieran sin cuentos de ningún tipo. Solo de aquellos que dijeran la verdad y que aceptasen su gratitud a cambio. Pero… ¿Cómo les bridaron su gratitud? Pues los que fueran niños el 6 de enero del año del replanteamiento, tanto como padres y hermanos de éstos, crearon el movimiento solidario La magia de la voluntad para hacer el bien entre el resto de aldeas y pueblos menos agraciados con la luz de la vida y siempre castigados con la oscuridad de la falta de recursos.

Y así, nuevamente del mismo modo, con decisión, voluntad, perseverancia, conciencia y alegría decidieron que colorín colorado, aquel cuento se había acabado.


La magia de la voluntad
por Carmen Nikol


Publicado por Entrevisttas.com

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