Inquietantes reflexiones filosóficas y estadísticas sobre el Calentamiento Global

No hace mucho, de forma casi simultánea pero independiente, cayeron en nuestras manos dos interesantes documentos sobre el Cambio Climático que, a pesar de pertenecer a disciplinas tan distintas y alejadas como la filosofía de la Ciencia y la estadística, convergían en sus conclusiones de manera tan contundente como llamativa.

Análisis Gnoseológico sobre el Cambio Climático

El primero de estos documentos es una lección sobre la Filosofía del Cambio Climático, impartida por el Doctor en Filosofía y matemático D. Carlos Madrid, de la Escuela de Filosofía de Oviedo, en la Fundación Gustavo Bueno, que es accesible en Internet. La visualización de esta conferencia es encarecidamente recomendable. Podéis acceder al enlace aquí.

La simple mención del nombre del profesor Gustavo Bueno, creador del sistema de pensamiento denominado materialismo filosófico, construido a partir de un constante intercambio de ideas y experiencias entre las ciencias y la historia de la filosofía, tuvo en nosotros un inmediato efecto por nuestras vivencias personales. Nos resultó inevitable rememorar nuestra época estudiantil y académica en Oviedo, donde pudimos conocerle.

¡Las vueltas que da la vida! ¿Quién nos iba a decir que, medio siglo después, una lección impartida en la Fundación que lleva su nombre, iba a resultar de tanto interés por la convergencia con nuestras propias ideas, sobre un tema de apariencia tan poco filosófica como el Calentamiento Global? La lección mencionada contiene un análisis gnoseológico sobre dicha materia, es decir, una evaluación filosófica de los fundamentos y los límites del conocimiento disponible sobre esta temática que, nos resulta imposible resistirnos a decirlo, coincide exactamente con los postulados reiteradamente expuestos en nuestros artículos publicados en Entrevisttas.com.

El mencionado análisis, con contantes referencias a los informes del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change, sin lugar a dudas, los documentos más relevantes y de mayor difusión al respecto), pone de manifiesto con una argumentación sólida que las posibilidades de que se cumplan sus predicciones son tan sólo del 50%. Es decir, que las probabilidades de acertar en sus pronósticos siguen las estrictas leyes del azar, como el clásico ejemplo de lanzar la moneda al aire para que salga cara o cruz, lo cual resulta totalmente inaceptable desde el punto de vista científico.

El documento desgrana, de forma detallada y minuciosa, las razones por las que resulta tan extremadamente difícil detectar el problema, es decir, simplemente medir el Calentamiento Global y observar el Cambio Climático. Caracterizar la evolución térmica del Planeta y registrar los cambios de la temperatura media global, no son problemas sencillos. Porque en realidad, no dependen de observaciones y medidas directas, sino de la integración de parámetros obtenidos en multitud de observatorios, con registros temporales muy diferentes, con una distribución geográfica muy irregular y metodologías muy diversas. Las correcciones necesarias para homogeneizar la disparidad de las informaciones se basan en métodos y modelos estadísticos, que introducen un círculo vicioso en los datos. Se podría decir que los modelos hacen los datos y los datos hacen los modelos, generando un elevado nivel de incertidumbre en las series de valores de temperatura que se utilizan.

Esa incertidumbre aumenta todavía más cuando, una vez cuantificada la evolución térmica del Planeta, se intentan identificar cuáles son las causas que originan el calentamiento detectado. Porque los parámetros que controlan la evolución climática tienen entre ellos relaciones tan complejas como desconocidas, y debe recurrirse de nuevo a las herramientas estadísticas para su ajuste. En otras palabras, se deben introducir ponderaciones en los datos, factores de corrección en cada uno de los parámetros que intervienen en el modelo, modificando su importancia o su influencia en el resultado final.

En este contexto, no debe olvidarse que los modelos que se están utilizando para simular la evolución del clima, están asignando una importancia crucial al nivel de CO2 en la atmósfera, minimizando (o incluso ignorando) los parámetros relacionados, por ejemplo, con las variaciones de la radiación solar. Si tenemos en cuenta que la ponderación mencionada lleva asociada indisolublemente una manipulación de la información, es pertinente analizar la metodología del tratamiento de los datos climáticos bajo la óptica del materialismo filosófico y de la teoría ternaria de la causalidad. Y como se ha mencionado anteriormente, este análisis revela, atendiendo a que la correlación entre dos parámetros depende de los factores externos que controlan dichas relaciones, que la reciprocidad entre calentamiento global y emisiones de CO2 presenta elevados niveles de incertidumbre. O sea, en lenguaje llano, que no se puede afirmar la existencia de una relación causal genuina entre el nivel del CO2 atmosférico y el calentamiento global, aunque ambas variables estén aumentando en las últimas décadas, porque no se conocen los detalles de las interacciones entre todos los parámetros que intervienen en el proceso de evolución climática.

No se puede afirmar la existencia de una relación causal genuina entre el nivel del CO2 atmosférico y el calentamiento global

Y esta falta de causalidad genera que las probabilidades de que se cumpla o no una predicción basada en dicha correlación sean tan sólo del 50%. Como es bien sabido, el hecho de que dos variables cualesquiera se correlacionen, no quiere decir que entre ellas exista necesariamente una causalidad. Por ejemplo, al mismo tiempo que ha estado aumentando la temperatura durante las últimas décadas, también, de forma paralela, lo ha hecho el número de obesos. A la vista de estas evoluciones paralelas, podría pensarse que aumenta la obesidad de la población porque está aumentando la temperatura, lo que, obviamente, no es cierto.

Pero además, existen también otros motivos para explicar la falta de fiabilidad de los modelos de predicción climática elaborados hasta la fecha. Desde un punto de vista conceptual, el sistema climático debe considerarse como no lineal y caótico, y por lo tanto, de predictibilidad muy limitada. Esto es lo que prescribe la teoría determinista del caos, cuyo ejemplo más conocido es el famoso efecto mariposa. Como precisó uno de los pioneros de dicha teoría, el matemático y meteorólogo Edward Lorenz (ver Figura 1), la atmósfera es un sistema determinista pero caótico, por lo que tan sólo poseemos un conocimiento aproximado de su funcionamiento, y en esas condiciones, aunque el presente determine el futuro, el presente aproximado no determina aproximadamente el futuro.

Figura 1

De hecho, esta incapacidad está reconocida en el propio informe del IPCC. Y, también, en consonancia, por la misma AEMET (Agencia Estatal de Meteorología del Gobierno de España), al especificar en su página web, dentro del apartado dedicado a las proyecciones climáticas para el siglo XXI, que existen todavía incertidumbres asociadas a la evolución futura de las emisiones de los gases de efecto invernadero, a la concentración de dichos gases en la atmósfera, a la simulación de los procesos en el seno del sistema climático…, y que, en consecuencia, la AEMET no se hace responsable del uso o interpretación que de su información hagan los usuarios de los datos. Es de suponer que este descargo de responsabilidad debe resultar demoledor para los estudiosos de la evolución climática mediante modelos informáticos.

Durante los últimos años, muchos científicos que investigan la evolución climática han intentado disminuir el rango de incertidumbre, agrupando e integrando diferentes modelos (ensemble multimodelo). Mediante esta técnica, se ha supuesto que los resultados serán más robusto, más sólidos y más fiables, cuanto más convergentes sean sus predicciones. Pero en realidad, desde el punto de vista estrictamente estadístico, el hecho de que el 90% de los modelos sea coincidente, no permite afirmar que el porcentaje de confianza sea del 90%, ya que los cálculos no están basados en una muestra aleatoria simple, los modelos no son independientes (están intrínsecamente relacionados entre sí) y no son estadísticamente representativos de todos los resultados posibles.

Por último, a los grados de incertidumbre ligados a las condiciones iniciales de observación (el mencionado efecto mariposa) y a la ponderación de los datos en los modelos climáticos, debe añadirse todavía la incertidumbre ligada a la evolución de los escenarios, que tanto en lo que se refiere a la economía como a la política, resultan también totalmente impredecibles. Por ello, en el último informe del IPCC, se ha cambiado la terminología, abandonando el uso del vocablo predicción, que ha sido sustituido por el de proyección. Y este cambio terminológico no es simplemente semántico, ya que tiene importantes y significativas implicaciones prácticas.

El fracaso de los modelos climáticos

A pesar de las incertidumbres descritas en los párrafos anteriores, el último informe del IPCC concluye taxativamente que la evolución de la temperatura media del planeta, registrada desde mediados del siglo XX, sólo puede ser explicada y justificada si el efecto invernadero asociado a las emisiones antrópicas es tomado en consideración. Así, la gráfica de la Figura 2 compara la evolución observada de la temperatura (curva marrón superior) con la curva azul inferior, representando esta última cómo hubiese evolucionado la temperatura del Planeta sin la intervención humana.

Figura 2

La gráfica muestra claramente que, de acuerdo con las conclusiones del IPCC, el Planeta no se estaría calentando como lo está haciendo si no existiesen las actividades antrópicas, a pesar de que los registros geológicos y astronómicos indiquen todo lo contrario. Debe tenerse en cuenta que el ensemble multimodelo utilizado para elaborar la gráfica de la Figura 2, es meramente capaz de reproducir la evolución de la temperatura registrada durante el último siglo, y solamente cuando los parámetros naturales y antrópicos se ponderan de una cierta manera.

Recurriendo de nuevo a la visión gnoseológica del problema, no debe olvidarse que la supuesta correlación entre la evolución de la temperatura y los parámetros antrópicos es puramente estadística. Por lo tanto, no tiene por qué existir con una correspondencia causal entre ellos, a no ser que ésta sea sólidamente argumentada, algo que los defensores de esta correspondencia no hacen, y en consecuencia, no se puede afirmar la existencia de una relación causa-efecto entre el calentamiento global y las actividades antrópicas. En realidad, es perfectamente posible que los ajustes introducidos para calibrar los modelos respecto de la evolución climática del pasado siglo (esas ponderaciones realizadas de cierta manera), no sean válidos para predecir la evolución futura.

Durante las dos últimas décadas, la realidad se ha encargado de ir demostrando, año tras año esta incapacidad. Así ha sido puesto en evidencia por los repetidos fracasos de las sucesivas predicciones, como ha sido ilustrado en el artículo La nariz de Pinocho y los profetas del clima, recientemente publicado en Entrevisttas.com. También, la discrepancia entre la evolución real de la temperatura y las predicciones de los modelos ha sido claramente puesta de manifiesto por el Dr. John Christy (ver Figura 3, ya utilizada en artículos anteriores), quien ha comparado las temperaturas observadas durante el periodo comprendido entre 1975 y 2015 (líneas de círculos verdes, cuadrados azules rombos rosados) con el promedio de las predicciones realizadas para ese mismo intervalo temporal (línea roja).

Figura 3

Las grandes diferencias existentes entre las predicciones y la realidad sugieren que la calibración realizada en el ajuste de los modelos puede ser válida para el pasado, pero carece de fiabilidad para el futuro. Este hecho, hace inevitable preguntar: ¿se están calibrando adecuadamente los parámetros antrópicos y naturales? Es decir, cuando se introducen los factores de ponderación, ¿se están asignado valores realistas a los parámetros astrofísicos y solares, o quizás se están exagerando los factores antrópicos?

Si, como se ha afirmado anteriormente de acuerdo con el materialismo filosófico, no se puede afirmar que exista una relación causal genuina entre el nivel del CO2 atmosférico y el calentamiento global, y si los datos utilizados para poner a punto los  modelos son los mismos que se utilizan para calibrarlo, se puede estar incurriendo en una especie de doble contabilidad. En efecto, si los modelos hacen los datos y los datos hacen los modelos, los resultados están alejando las predicciones del comportamiento real de la naturaleza, de ese modelo no lineal y caótico que es la evolución climática. Así lo sugieren las diferencias reflejadas en la Figura 3, donde además es muy significativo que durante el periodo comprendido entre los años 70 y 90 del pasado siglo, las observaciones y los modelos coinciden bastante bien, mientras que las diferencias entre ambos se inician al final del siglo XX, precisamente cuando fue constituido el IPCC.

No deja de ser significativo que estas reflexiones filosóficas, fundamentadas en un análisis realizado según la doctrina del materialismo filosófico, sean convergentes con las conclusiones derivadas de la evolución climática registrada en la historia geológica de nuestro Planeta, tal y como ha sido descrita en nuestros artículos anteriores de Entrevisttas.com. En relación con la figura 4, es pertinente recordar dos hecho muy significativos. En primer lugar, que de acuerdo con las mediciones reales y como se observa en la gráfica, la temperatura del Planeta ha ascendido 0,3ºC entre 1980 y 2015 (25 años), lo que representa un promedio de 0,012ºC por año, un valor ínfimo que es difícil considerar como preocupante. En segundo lugar, la dispersión de resultados entre los diferentes modelos es muy grande, de forma que, para 2025 se pronostican aumentos que oscilan entre 0,8ºC y 1,5ºC, confirmando así la escasa fiabilidad de los modelos.

Un análisis estadístico alternativo

Pocos días después de haber seguido a través de Internet la lección impartida sobre Filosofía del Cambio Climático en la Fundación Gustavo Bueno, llegó a nuestras manos un excelente y completísimo estudio realizado por la prestigiosa institución Statistics Norway, la Oficina Central de Estadísticas de Noruega. Casualmente, dicho estudio, tiene por título la misma pregunta que se formulan los filósofos de la escuela de Oviedo y que muchos geólogos nos estamos haciendo también desde hace tiempo: ¿En qué medida está cambiando la temperatura terrestre como consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero? Dicho estudio, cuya lectura es también encarecidamente recomendable, está disponible aquí. En él, se incluye un minucioso análisis de los registros meteorológicos existentes a escala global desde hace 250 años, así como de los datos proxies para periodos más antiguos y de los modelos predictivos en uso. Sorprendentemente, o quizás no lo sea tanto, los resultados de este análisis estadístico coinciden con las puntualizaciones realizadas bajo el prisma del materialismo filosófico. En efecto, Statistics Norway concluye que las emisiones de CO2 no parecen ser suficientemente influyentes para causar las fluctuaciones de temperatura que se observan en la evolución del Planeta. Además (y esto es lo más importante), con el nivel actual de conocimientos, es imposible determinar qué parte del aumento de la temperatura es producida por las emisiones naturales de CO2 y qué  parte se debe a las emisiones antrópicas.

Este análisis estadístico incluye una serie de anexos, donde figuran listados y gráficas que ilustran dichas conclusiones. Así, la Figura 5, muestra la evolución de la temperatura media global durante los últimos 420.000 años, reconstruida a partir de los sondeos en el hielo glaciar en la base rusa de Vostok, en la Antártida, donde el valor cero representa la temperatura media actual.

Figura 4

La gráfica de la Figura 4 muestra con toda claridad (zonas coloreadas en rojo) que en la cima de los periodos interglaciares, hace respectivamente 420.000, 340.000, 230.000 y 120.000 años, cuando las actividades de los homínidos no tenían capacidad para alterar la composición atmosférica, se alcanzaron temperaturas superiores a las de hoy, hasta 3ºC por encima de los valores actuales, supuestamente críticas y peligrosas. En esta misma figura se aprecia también que en los cinco ciclos apreciables de calentamiento- enfriamiento, el aumento de la temperatura es siempre mucho más rápido que la disminución, del mismo modo que está ocurriendo actualmente. Por lo tanto, la supuestamente rápida y anómala velocidad del calentamiento actual, tampoco representa una novedad.

Muy ilustrativa resulta también la Figura 5, que permite comparar la evolución térmica registrada en Groenlandia (gráfica inferior, de acuerdo con la reconstrucción realizada por Statistics Norway), con la evolución térmica del Planeta según el último informe del IPCC (gráfica superior). 

Figura 5

Comparando ambas evoluciones para el periodo correspondiente a los dos últimos milenios (tramo comprendido entre las dos líneas rojas discontinuas verticales), se aprecia como la gráfica del IPCC presenta un perfil prácticamente plano, sin oscilaciones relevantes hasta el brusco ascenso térmico que aparece al inicio de la época industrial. Por el contrario, la evolución térmica de Groenlandia refleja grandes oscilaciones, con máximos que son sensiblemente más elevados que los valores actuales. Debe recordarse que dichos máximos coinciden con etapas cálidas contrastadas por datos históricos, como por ejemplo la registrada durante la Edad Media, que permitió a los vikingos la colonización de Groenlandia al inicio del segundo milenio, o el periodo cálido que acaeció durante el Imperio Romano en el entorno del año cero. Ni tan siquiera la Pequeña Edad de Hielo, que duró casi cuatro siglos desde finales del siglo XV a mediados del XIX, puede visualizarse en la gráfica del IPCC.

Es indudable que la reducción de emisiones antrópicas a la atmósfera será beneficiosa, tanto para el Planeta como para todos sus habitantes, especialmente en el entorno de los núcleos urbanos y las zonas industriales. Pero hay evidencias indicativas de que esa mejora no es relevante para corregir, modificar o revertir de forma significativa la evolución térmica de la Tierra. A la luz de lo anteriormente expuesto, es inevitable formularse cinco preguntas, tan esenciales e imprescindibles como inquietantes:

  1. ¿Puede considerarse representativa de la realidad la gráfica elaborada por el IPCC (parte superior de la Figura 5), donde no aparecen representados eventos climáticos importantes de cuya existencia se dispone de evidencias históricas?
  2. ¿Por qué el IPCC afirma taxativamente (Figura 2) que la situación climática actual sólo puede explicarse mediante la intervención antrópica, mientras que Statistics Norway, utilizando exactamente los mismos datos, concluye que el efecto de las emisiones de CO2 no es suficiente para explicar las fluctuaciones de temperatura del Planeta?
  3. Si mediante el análisis gnoseológico de la ciencia del cambio climático, se concluye que existe una incertidumbre del 50% (es decir, que se rige por las leyes del azar) en los vaticinios climáticos de los modelos predictivos actuales, ¿por qué se le está exigiendo a la Humanidad cambios urgentes y drásticos en su comportamiento, arguyendo un consenso científico que está lejos de existir, y asumiendo una capacidad de modificar el comportamiento de la naturaleza que estamos lejos de poseer?
  4. Teniendo en cuenta las discrepancias existente entre las predicciones y la realidad, ¿no sería aconsejable una seria reflexión sobre la adecuación y conveniencia de las políticas acuciantes que se están implementando para (supuestamente) detener y revertir el calentamiento global?
  5. ¿Es posible que las diferencias entre las conclusiones alcanzadas por las tres entidades mencionadas a lo largo de este artículo sean debidas a que la Fundación Gustavo Bueno es una entidad de corte académico, el Statistics Norway es una institución estrictamente técnica y el IPCC tiene inevitables connotaciones políticas?

Sin duda, como solían decir los escritores decimonónicos, el sagaz lector sabrá encontrar por sí mismo las respuestas adecuadas a estas preguntas. Y en caso de duda, siempre podría aplicarse, aunque ligeramente modificado, el famoso dicho francés: cherchez l´argent.


Inquietantes reflexiones filosóficas y estadísticas sobre el Calentamiento Global
por Enrique Ortega Gironés
y José Antonio Sáenz de Santa María Benedet


Publicado por Enrique Ortega Gironés

Soy, por ese orden, geólogo y escritor. O simplemente, un geólogo al que le gusta escribir. Primero, docente e investigador en el Departamento de Geotectónica de la Universidad de Oviedo. Luego, en las minas de Almadén (Ciudad Real), y durante los últimos 20 años, consultor independiente.

6 comentarios sobre “Inquietantes reflexiones filosóficas y estadísticas sobre el Calentamiento Global

  1. Muchas gracias por seguir aportándonos información muy valiosa sobre el tema.
    La conferencia del Doctor (por partida doble) Carlos Madrid la visioné en su momento en YouTube, y me resultó muy clarificadora sobre la base gnoseológica tan poco sólida que subyace a la versión tan supuestamente indiscutible que nos machacan continuamente sobre la causa (emisiones antrópicas de CO2) del cambio climático.
    Y muy destacable la novedad del estudio de Statistics Norway. Señala Usted que es una institución de reconocido prestigio, por lo que tal vez resultaría demasiado grosero que alguien se atreviera a impugnar dicho estudio con el tosco proceder de calificar como “negacionistas” a sus autores (aunque visto lo visto…).
    Por cierto, en dicho estudio se señala que los cambios supuestamente anómalos que se están produciendo actualmente ya habían ocurrido anteriormente en la historia del planeta, algo que Usted ya nos ha venido explicando en sus artículos.

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  2. Muchas gracias. Tengo las mismas impresiones: tanto la conferencia de Carlos Madrid como el ensayo de Norway statistics son excelentes. Desgraciadamente, como no pueden desprestigiarlos simplemente llamándoles negacionistas, lo que se hace es ignorarlos, estos documentos pasan totalmente desapercibidos para la opinión pública. En cambio, cualquier tontería de voces tan autorizadas como la de Greta Thumberg, llega a las primeras páginas. Llevará mucho tiempo cambiar esta dinámica

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