Torino, bella ciudad de contrastes

Breve introducción a Turín

Turín (Torino en italiano, Turin en piamontés) es la tercera ciudad más rica de Italia, con cerca de un millón de habitantes en su área metropolitana, y se ubica en el tramo superior del río Po, abrazada por los Alpes. Capital de la región autónoma del Piamonte, junto a Génova y Milán, conforma el triángulo industrial italiano.

La ciudad, que remonta su historia a época romana, fue adquiriendo poder e importancia durante la Edad Media y Moderna, siendo capital del Ducado de Saboya primero y, después, de los reinos de Cerdeña e Italia (cuando se reunificó el país —Turín fue, durante cuatro años, su primera capital y residencia real).

Toda esa rica historia y bonanza económica se traslada a sus calles, industrias y comercios, pues Turín es sede de firmas tan conocidas como Martini & Rossi, Fiat o Lavazza. De tradición chocolatera, sus famosos Gianduiotto (bombón de avellanas) los encuentras en muchas confiterías centenarias, así como en los bonitos caffès históricos que evocan tiempos de la Belle Époque. Pero entremos en materia…


Monumentos relevantes turineses

Turín es una ciudad muy cómoda de visitar, pues su centro histórico tiene planta hipodámica, una clara herencia de su origen como ciudad romana cuadrangular hecha ex novo y vertebrada con dos grandes calles (Cardo y Decumanus Maximus) que se cruzan en una plaza pública. Por lo tanto, una vez alojados en alguno de los hoteles del casco antiguo, será muy sencillo orientarse en cualquier dirección para descubrir todo lo que esta bonita ciudad ofrece al visitante.

Como punto de inicio de la visita, la Vía Roma (una de las arterias comerciales más importantes de Turín) sería uno de esos ejes principales que conecta la Estación Ferroviaria de Porta Nova en la Piazza Carlo Felice con la Piazza San Carlo (quizá la plaza más bonita de la ciudad, granjeada de caffès y negocios centenarios), prosiguiendo hacia el centro neurálgico de la ciudad, la Piazza Castello, donde se ubican monumentos tan importantes como el Palazzo Madama o el Palazzo Reale.

Partiendo de ese punto táctico a mitad de la Vía Roma, empezaré la ruta por el Palazzo Turinetti di Pertengo, una residencia nobiliaria del siglo XVIII ubicada en la Piazza San Carlo, de estilo rococó, que alberga un museo de arte moderno en sus sótanos (Gallerie d’Italia) y una bonita pinacoteca en su planta noble.

La propia Piazza San Carlo es en sí misma un monumento, con sus palacios e iglesias barrocas, como las gemelas de San Carlos Borromeo o Santa Cristina, y su perímetro porticado, donde encuentras algunos de los locales históricos más importantes de Turín, como la confitería Sttrata, el Caffè Moika, el Caffè San Carlo o el Caffè Torino (estos dos últimos de imprescindible visita, pues son referentes en la ciudad por su historia y peculiar ambiente). Preside la plaza una estatua ecuestre de Manuel Filiberto, quien fuese Duque de Saboya en el siglo XVI.

A poca distancia está el Palazzo Carignano, un palacio barroco obra de Guarini, ubicado en la plaza homónima y frente al Teatro, que fue en su origen residencia de los Saboya durante el siglo XVII. Ampliado en 1861 con una fachada monumental que da a la Piazza Carlo Alberto, fue sede del primer Gobierno de Italia y hoy aloja el Museo Nazionale del Risorgimiento Italiano (donde se expone, en sus bonitas 30 salas, el proceso de consolidación nacional, con especial foco en la figura de Giuseppe Garibaldi). No te puedes perder la sala #30, antigua sede del Senado y una joya de la arquitectura ecléctica del XIX.

Muy cerca de allí se encuentra el famoso Museo Egizio, el más antiguo del mundo de su género y el segundo en importancia tras El Cairo, con más de 30.000 piezas catalogadas. Es una maravilla para quienes disfrutamos con la historia del país del Nilo, desde las primeras dinastías hasta la época ptolemaica y de la época romana.

Cruzando por la Galleria Subalpina (un pasaje comercial de estilo liberty italiano abierto en 1870 donde se ubican bonitos negocios y caffès como Baratti & Milano, inaugurado por el propio rey Victor Manuel II) llegas hasta la Piazza Castello, punto estratégico de la ciudad, donde se yergue en su centro el antiguo castillo y residencia que le da su nombre, el Palazzo Madama. Llamado así por las esposas reales de los Saboya (las madamas), el edificio tiene su origen en una de las puertas romanas que fueron ampliadas en el medievo hasta construir sobre ellas una fortaleza que, a su vez, fue remodelada a principios del siglo XVIII por el arquitecto siciliano Filippo Juvara, quien le dio su actual aspecto exterior e interior. La escalinata principal y los salones rococó son dignos de visita, así como la colección de porcelana y artes decorativas que atesora en sus plantas superiores. La vista panorámica del centro de Turín, desde sus almenas, es otra cosa que no te puedes perder.

En la misma plaza se abre la Piazzeta Reale que conduce al conjunto patrimonial más importante de la ciudad: el Palazzo Reale, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, complejo que aglutina el propio Palazzo y Armeria Reale, la Galleria Sabauda (una importante pinacoteca con obras de Rembrandt o Rubens), el Museo de Antigüedades (con estatuas y mosaicos romanos procedentes de los yacimientos relacionados con Augusta Taurinorum) y la Capella Della Sacra Síndone, la capilla barroca anexa a la catedral y comunicada directamente con el palacio donde se custodia la reliquia cristiana más importante de la ciudad: la Sábana Santa.

Cerrando la Piazzeta Reale por la derecha se encuentra la Iglesia de San Lorenzo, de factura renacentista y reforma barroca, que fue utilizada durante siglos por la Casa de Saboya como su capilla privada. Detrás de ella se encuentra la Catedral de San Juan Bautista, el Duomo di Torino, construida en el siglo XV y único ejemplo del renacimiento piamontés.

A espaldas del Palazzo Reale, y junto al Campanario exento del Duomo, se pueden visitar los restos del Teatro Romano de Augusta Taurinorum, del siglo I d.C. y que tuvo aforo para más de 5.000 espectadores. Frente a él se encuentra el Parque Arqueológico de la Porta Palatina, donde destaca con sus dos torres de ladrillos rojos la única puerta romana del primer siglo de nuestra era que se mantuvo en pie con la expansión de la ciudad medieval, jalonada por dos estatuas de bronce de Augusto y Julio César.

Retornando hacia la Piazza Castello, y siguiendo itinerario hacia el río, la segunda calle porticada más importante de la ciudad es la Vía Po, también repleta de negocios centenarios que, en días festivos, se llena de puestos de artesanía. Tomando dicha calle a medio recorrido, a mano izquierda, se encuentra uno de los símbolos de Turín: la Mole Antonelliana. Concebida en su origen como sinagoga por el arquitecto Alessandro Antonelli en 1867, es el edificio de ladrillo más alto de la ciudad (167 metros) y alberga hoy el Museo Nazionale del Cinema. Destacaría también dentro de esta popular calle el Caffè Fiorio, negocio centenario cuyos salones y decoración te evocan al ambiente de los primeros años del siglo XX.

Al final de la Vía Po se encuentra la Piazza Vittorio Veneto, con el caffè homónimo también centenario, y el Puente de Umberto I que cruza el río hasta la Iglesia de la Madre de Dios, un templo neoclásico que se levantó en 1814 para celebrar el regreso del rey Victor Manuel I tras la derrota de Napoleón. Con estampa de Panteón y situada sobre una colina junto al río Po, desde su pronaos tienes unas vistas preciosas del centro histórico de Turín. También merece visita la Iglesia de San Francisco de Paula en la propia Vía Po, de discreta fachada neoclásica pero espléndido interior barroco.

La ciudad y su periferia ofrece muchas más visitas interesantes como el Museo Lavazza, el Museo de Artes Decorativas, el Mercado Central, el Santuario della Consolata, los Jardines Reales, la Academia Albertina, el Castillo del Valentino, la Villa Della Regina, el Borgo Medievale, el Museo Nacional del Automóvil, el Palazzo Balletti di Barolo o, ya fuera de la ciudad, la sede de Martini & Rossi, el Pabellón de Caza de Stupinigi o la Basílica de Superga (estos dos últimos maravillas barrocas obra de Filippo Juvara), por lo que Turín es un destino para disfrutarlo varios días si se tiene la oportunidad.

Turín es un destino para disfrutarlo varios días si se tiene la oportunidad


El magnífico otoño de Turín

Las vistas otoñales de Turín

Nuestra experiencia viajera en Turín, esta primera, ha sido en otoño. Es un lugar perfecto para disfrutar de esta estación del año porque, en sus latitudes, disfrutan de una flora caduca que llena de hojarasca cobriza las plazas y paseos. Caminar por las riberas del río Po o por barrios elegantes, como las Piazza Solferino o Statuto o el Giardini Cavour, te brinda una magia inusual en estos momentos del año (al menos en mi Valencia), así como te la brinda contemplar, en días claros, los bellos Alpes nevados como telón de fondo.

Bebidas, gastronomía y dulces de Turín

Turín es la ciudad más chocolatera de Italia, incluso diría que es hasta peligrosa para golosos irredentos, y la multitud de confiterías centenarias que te cruzas en cada calle son prueba de ello. Turroncillos, pastas, Gianduia (como los archifamosos Ferrero Rocher), bombones, cornettos rellenos, los cannoli sicilianos y todo tipo de dulces propios o ajenos abarrotan escaparates preciosos y muy bien elaborados. Recorriendo el centro de la ciudad, los locales históricos son también de parada obligatoria. En ellos te puedes reconfortar del fresco ambiente con un buen café o alguna especialidad local como el Bicerin (que viene del piamontés «vasito»), un combinado de café, chocolate y nata que enamoró a personajes de la talla de Dumas, Picasso o Hemingway.

En cuanto a degustar la gastronomía local, en los locales centenarios con encanto como el Baratti & Milano (en la Galleria Subalpina), Caffè Platti (en el Corso Vittorio Emanuele II), Ristorante del Cambio (en la Piazza Carignano) o Caffè Fiorio (en la Vía Po) puedes probar platos típicos como Bagna Cauda (una emulsión de queso y anchoas sobre verduras), atún fileteado a la piamontesa y todo tipo de ensaladas, embutidos o quesos que puedes marinar con buenos vinos autóctonos del Piamonte o Aosta, espumosos tipo Prosecco o Asti, o bien los cocteles clásicos como Campari y Aperol Spritz. En cambio, si te gusta más la oferta clásica italiana, multitud de trattorias ofrecen buena pasta y pizzas con todas las combinaciones posibles, así como restaurantes orientales (que hacen furor en estas tierras a tenor de la cantidad que hay). Vayas a donde vayas, una enorme amabilidad encontrarás en quien te atienda (desde los taxis y hoteles hasta cualquier café o comercio, incluso intentan hablarte en castellano). Si estás alojado en un apartamento y quieres hacer compra para cocinar, la parada obligatoria es el Mercato di Porta Palazzo, en la Piazza della Repubblica. Allí encontrarás decenas de puestos de fiambres, frutas y verduras con una pinta estupenda, y a muy buen precio. Y si quieres entonar el cuerpo durante la experiencia, en el propio mercado cubierto colindante hay varios locales donde descansar, admirar de grandes vistas del centro histórico, tomar algo y proseguir con las compras.


Conclusión de una breve visita otoñal a Turín

Como conclusión, después de pasar unos días recorriendo sus calles, debo decir que Turín es una ciudad que nos ha encantado, pero que no está exenta de contrastes: es fría y cálida, así como rica y pobre. Se nota en sus comercios que es la tercera economía italiana (sólo hay que pasear por los pórticos de Vía Roma para ver qué firmas internacionales tienen allí sus espléndidos negocios), pero también hay una cruz en esta moneda, pues alrededor de estos ejes comerciales se concentra mucha mendicidad sin techo que evidencia que no todos los turineses viven tan bien como denotan sus luminosos escaparates.

Por cierto, nos sorprendió que no había ni gatos ni perros callejeros. Vale decir que el perro, para el italiano moderno, es un miembro más de la familia, a todos los efectos.

Es un destino cómodo desde Valencia, con vuelo directo y una duración de 1h 40′. Además, cuenta con buenas comunicaciones internas con ferrocarril o tranvía, aunque es preferible pasear y alzar la vista para disfrutar de los preciosos edificios de estilo liberty (que es como se conoce el Art Nouveau en Italia) que embellecen sus calles limpias, amplias y cuadriculadas.

Como dijo McArthur, volveremos…


Torino, bella ciudad de contrastes
por Gabriel Castelló Alonso


Publicado por Gabriel Castelló Alonso

Autor de novelas históricas ambientadas en la antigua Roma y ensayos sobre Historia Antigua, de espíritu republicano, laico y amante de las artes y los fogones

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