Opinión | Las modas estéticas

En mi opinión, el peor extremo de una adaptación estética fue el generado por la cultura china: el foot binding o vendaje de pies. Lo digo porque era una tortura impuesta desde la niñez, desde la inocencia y la ignorancia de los intereses de quiénes lo recibían impuesto; desde la imposibilidad de tomar decisiones al respecto por esas niñas.

Y todo ello porque así conseguirían ser retenidas más tiempo en casa, haciendo trabajos para sus padres (y madres) y, además, desarrollaban un morbo especial, un mayor atractivo sexual en su vida adulta para los que las codiciaban como esposas (que, por su parte, también las tendrían retenidas en casa por su condición física).

Foot Binding, entrevisttas.com
Foot Binding

La estética puede ser tan cruel como el deseo de degenerar en lo que el modelo de turno dictamina. Así ha sido durante siglos. No solo ahora se dan moldeaciones modelaciones del cuerpo (la silicona, esponjas, etc): siempre ha habido esclavos/as de esta cultura, bien sea voluntaria o involuntariamente.

Hoy, el porno retroalimenta la promoción de las nuevas «carnes», los gustos de última generación que, por quejas de las aludidas, se han generado formas de conducir los spots publicitarios hacia una mayor igualdad a la hora de recrear modelos estéticos (para hombres y para mujeres).

Los tatuajes también pueden ser considerados un temporalmente dilatado modelo estipulado de nuestras piezas de piel. Y, sin duda, éstos ya no tienen el sentido del «amor de madre» que tan marineramente conocido fue en su origen occidental: ese recuerdo perdurable, el no olvido de lo amado. Ya no es siempre sentimiento: se han generado nuevos modelos estéticos más duros, en ocasiones, pero más femeninos también.

Los complejos y las modas pueden ser devastadores entre los que sienten complejos. No obstante, existen fórmulas para suplir lo solicitado por la sociedad en momentos concretos. Por ejemplo: la espuma en los sujetadores, los esqueletos de las faldas, los corpiños, los postizos de pelo, las pelucas, los insertos capilares, las pestañas postizas… o, en su era, todo lo relativo a las chicas Gibson (por mencionar solo unos pocos casos).

Gibson Girl | Camille. Entrevisttas.com
Gibson Girl | Camille

En el espectáculo, y en la misma calle también, uno ve continuamente estas modas y estos remiendos estéticos (también los que vienen del bisturí). A mí me parecen de lo más divertido los sujetadores con relleno: una burla a lo que es la demanda y que no deja de ser más que en un juego que puede generar fantasías dando una forma, por supuesto, diferente a la real y que, curiosamente, te puede aportar un mejor trabajo o posición (absurdo, pero real). Yo, por ejemplo, las uso con todo el sentido del humor del mundo: si quieren más tetas, no me voy a operar… tendrán esponjas. Lo que siempre se ha conocido como dar el pego. Una forma sana y natural de responder al amor por tu cuerpo y al amor por unas mejores contrataciones (en el espectáculo, todo vale). Una burla: lo dicho. Una burla extendida a lo largo de casi toda la historia de la moda, por cierto…

En la vida real, tanto la salud física como la mental deberían de ser nuestras prioridades. Adaptarse a un canon, en cualquier caso, es siempre un riesgo físico y no es garantía de llegar a conseguir lo que se desee, a no ser que sea ser vanidoso, o trabajar con ello, o relacionarse con algún estrato social o… ser sumiso/a de las modas y de las personas que así las desean.

Modas | Parte de nuestras relaciones sociales. Entrevisttas.com
Modas | Parte de nuestras relaciones sociales

Existe un documental, Imperio de los SinSexo, que viene a destacar cómo han dejado de tener sexo las parejas japonesas (pero no han aumentado los divorcios); cómo ha crecido la industria del sexo y cómo los hombres japoneses han aumentado la compra de muñecas que resultan ser sus mujeres «perfectas»: son cómo ellos las deseen, a la carta, de CiberSkin y pelos artificiales. Llegados a ese término, ni siquiera necesitan del calor humano (las calientan con el roce), solo de disfrutar de la estética que les excita más y, para mayor goce, sin tener que lidiar con una mujer real.

Por otra parte, es sabido que los juguetes sexuales hacen la delicias de las mujeres que no soportan más fracasos ni faltas de potencial en la cama, dando rienda suelta a su propia satisfacción sin tener que esclavizarse por las estéticas (a no ser quieran su uso de otro modo).

Pero, ¿son esas muñecas de silicona, perfectamente fabricadas en oriente y de precios desorbitados, lo que nos espera en un futuro occidental? ¿Serán las que superarán incluso a las mujeres más retocadas?

Pero, ¿son esas muñecas de silicona, perfectamente fabricadas en oriente y de precios desorbitados, lo que nos espera en un futuro occidental? ¿Serán las que superarán incluso a las mujeres más retocadas?

Carmen Nikol

Hace años, un amigo se quejaba sobre lo difícil de fraguar buenas relaciones de pareja. Conocí su evolución personal, al respecto, hasta contar con una pareja sólida: él escogía quedarse con una sola mujer para poder estar más tranquilo, con garantías de tener sexo de un modo frecuente y desarrollar una mejor compañía. Pero, eso sí: me decía que él asumía que esta opción no era lo que necesitaban la mayoría de sus compañeros.

Yo, desde luego, no me aventuraría a sentenciar qué necesita una mujer. La mujer es, hasta para mí, un misterio. Pero, durante muchos años llevé a cabo una investigación sociológica interesante a través de a realización de tuppersex (podéis escuchar una entrevista que me hicieron, a partir del minuto 33). Y, con ello, llegué a la conclusión de que debía montar una especie de puticlub para mujeres (muy diferente al de los hombres, sin duda). Nunca he conseguido el dinero para llevarlo a cabo, pero lo tengo en mente…

Viento del Este, Viento del Oeste

Yéndome al otro extremo, y regresando a nuestro oriente, hay un libro, «Viento del Este, viento del Oeste» (de la Premio Novel Pearl S. Buck) que siempre me ha gustado por cómo refleja lo que una mujer oriental piensa sobre un hombre con el que ha de casarse ( como consecuencia de esa antigua tradición de amañar los matrimonios). Él, que ya es un hombre viajado y que ha disfrutado de la cultura occidental, también tiene la forma de expresarse en el propio libro mediante la interpretación de ella, a través de su narración. No es un libro actual, pero relata con detalles los porqués de las decisiones de acatamiento de la tradición y las razones que les conducen a aceptar su futuro, induciendo una cierta calidad de vida basada en roles.

Esto es algo que ocurre en otros países como India, si bien cada día más aumenta el número de quiénes renuncian a esta imposición. Tuve la fortuna de hablar distendidamente con un hindú, joven, sobre cómo él defendía esta tradición. Fue tutelando un proyecto que ideé para crear una Nueva Vía Augusta. Lo realizamos junto con el Dpto. de Relaciones Internacionales de la UPV, en una iniciativa que contó con un equipo formado por tres alumnos (dos de Cambridge -un inglés, un francés- y una española, estudiante de la UPV). Pues bien: para él, era una tradición que merecía ser mantenida porque obligaba a los jóvenes a entender el amor desde la más profundo de su significado…

Existe, también dentro del mundo oriental, una película, «El olor de la papaya verde«, premio Oscar a mejor película extranjera, que me gustó por cómo deja testimonio de una hipotética relación entre dos orientales que se conocen desde niños (ella, criada de sus padre y él, por tanto, su «amo»). Vale la pena verla, a parte de por ser deliciosa, porque te deja reflexionar sobre cómo las relaciones de pareja han sido en el pasado en las diferentes culturas.

El Olor de la Papaya Verde, Entrevisttas.com
El olor de la papaya verde

Tanto en «Viento del Este, viento del Oeste» como en «El olor de la papaya verde», el rol masculino es condescendiente pero poderoso y el femenino… poderoso pero sumiso. En sendos casos, procuran entablar relaciones duraderas, pero que requerían de esfuerzos muy particulares. Quizá, y aquí sí me aventuro, nada que ver con las occidentales de la actualidad ni tampoco con la autobiográfica El amante, de Marguerite Duras: erotismo entre una adolescente occidental y un joven noble indochino. No tiene desperdicio tampoco.

El amante, de Marguerite Duras. Entrevisttas.com
El Amante, de Marguerite Duras

En la actualidad, en algunas zonas de Japón, los matrimonios pueden abrirse a tener relaciones sexuales con otros matrimonios (pero no en un intercambio de parejas al uso): ellas deben cobrar y ellos deben pagar (económicamente, quiero decir), pues eso honra a ambas partes. Y no revueltos: es decir, ellas irán con hombres casados y ellos con mujeres casadas… pero no a la vez. También, como sabréis, tienen locales donde poder conseguir la compañía de mujeres y de hombres (nada muy diferente de lo de aquí), pero son tan comunes que se comentan como algo a tratar antes de casarse (¿permitirías que tu futuro marido/mujer cuentase con esos hábitos tan honrosos?). No se puede negar que los orientales pueden resultarnos algo diferentes/complejos: lo fueron y lo siguen siendo, visto desde nuestro ojo occidental. Pero, está claro que se comunican y respetan de otro modo a la hora de afrontar un futuro en pareja sellado por el honor.

¿Permitirías que tu futuro marido/mujer contase con esos hábitos tan honrosos?

Para ir acabando, y regresando a la cuestión estética, en occidente, parece que nos dirigimos hacia una mayor equidad entre sexos a la hora de mostrar más carne en el cine o en las series. El veto al miembro masculino parece estar superándose,… pero el tema va lento. Aún hemos visto mucho más cuerpo femenino en series como Juego de Tronos. Confío en que dejen de tratarnos como a niñas y nos dejen ver la misma proporción (y no hablo de pectorales ni de traseros) entre los desnudos masculinos que entre los femeninos. O, si acaso, ya puestos, que se giren las tornas un poquito.

Hombres desnudos, mujeres vestidas. Entrevisttas.com
Hombres desnudos, mujeres vestidas.

Ojalá aprendamos pronto (y de veras) a educarnos sexualmente, sin aspavientos, con variedad de opciones, sin imposiciones. Y, si como en la película de Woody Allen Si la cosa funciona se pueda vivir como se quiera: en trío o cuarteto o como bien se puedan y deseen combinar cada quien y cada cual; ojalá que la dignidad, la de ser buena compañía, y la comunicación y el respeto sean las mejores fianzas para desarrollar las alternativas que se deseen y que el respeto mande sobre la educación y sobre las elecciones de cada particular.


Ojalá pronto el talento, la profesionalidad y las opciones de desarrollo laboral, los contratos y la educación nos conduzcan a mejorar como sociedad, sin fijarnos en las tendencias sexuales de nadie ni en su estética, sea la que sea.

Ojalá pronto consigamos dejar de ser, en tantos casos, esclavos de la estética actual: que nuestra ética se adapte para aceptar todas las estéticas.


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