Es muy habitual que, tras ser presentado como piloto, la conversación discurra de la siguiente manera: «A mí me encanta volar» o «tengo pánico a volar». Los primeros disfrutan en los aviones. Saborean la particular sensación de la aceleración contra el asiento en el momento del despegue y gozan cuando se elevan sobre la tierra burlando la fuerza de la gravedad. Disfrutan de las vistas a 10 kilómetros de altura y terminan el viaje puntuando la fineza del piloto en el aterrizaje.
En el segundo grupo, el del miedo a volar, cuenta con un amplio espectro de personas que se colapsan ante la idea de subir a un avión. Un mes antes tienen pesadillas con su vuelo y les asalta una incómoda sudoración. Cuando llegan a la puerta del avión les invade el deseo de dar media vuelta y escapar por la pasarela hasta llegar a su casa.
Para ellos tengo buenas noticias. Como la mayoría de los pilotos de mi generación, en activo, (llevo 40 años volando, veinticinco mil horas de vuelo, lo que equivale a 500 veces la vuelta al mundo), gracias a la nobleza de los aviones y a su escrupuloso mantenimiento, jamás he vivido una situación comprometida.
Llevo 40 años volando, veinticinco mil horas de vuelo, lo que equivale a 500 veces la vuelta al mundo.
Comandante Antonio Alonso
Tan solo uno de cada 7.000 pilotos sufrirá, durante su vida profesional, algún tipo de avería seria, para la cual ha sido previamente entrenado en los simuladores. y saldrá airoso. Esto genera una gran confianza en esa joya de la técnica State of the Art que es el avión. Si extrapolamos este dato al pasaje, es más probable que les toque la lotería a que sufran una avería.
Tan solo uno de cada 7.000 pilotos sufrirá, durante su vida profesional, algún tipo de avería seria.
En ocasiones, la meteorología convierte algunos viajes en incómodos. Las turbulencias para algunos son motivo de diversión y para otros son una tortura. Para el avión la turbulencia no es más es un leve cosquilleo. Los aviones están diseñados para soportar cualquier posible fenómeno meteorológico y los pilotos entrenados para sortearlos.
Para el avión la turbulencia no es más es un leve cosquilleo.
Una parte del pasaje con miedo a volar, argumenta que lo que les preocupa es no tener el control de la máquina, son los que prefieren conducir el coche cuando se desplazan con los amigos o familia. Pero esto no es posible en un avión: se requieren de muchos años de formación y aptitudes sicofísicas.
Cuando viajo como pasajero, lo hago con total confianza. Tengo plena seguridad en mi colega a los mandos porque sé de su entrenamiento, constantes supervisiones y conozco el exhaustivo programa de mantenimiento del avión. Por ello sigo el consejo: «relájese y disfrute del vuelo».
Son muchas las compañías aéreas que tienen sus propios cursos para quitar la fobia a volar. Esta fobia, como otras muchas, la claustrofobia, la agorafobia, la fobia a los insectos etc.… son miedos irracionales que pueden aflorar como consecuencia de un trauma desconocido. Una vez detectado se puede curar o en ocasiones desaparecerá tal como vino.
He participado en alguno de esos cursos volando con pacientes que tienen miedo. Una vez conocen que los sistemas del avión están duplicados, triplicados y hasta cuadriplicados, que un motor podría pararse sin que afectara la continuidad del viaje, que el avión puede planear con los motores parados hasta alcanzar un aeropuerto alternativo, que las turbulencias solo afectan al confort del viajero… Entonces ese pasajero disipa sus dudas y temores y es capaz de volar tranquilo.
La mayor inversión de la industria aeronáutica es en seguridad y formación de sus pilotos y tripulaciones de cabina.
Estoy convencido de que si se divulgaran las bases sobre las que se sustenta la industria aeronáutica nadie dudaría en subir a un avión.
Entrada «¿Miedo a Volar?» por D. Antonio Alonso | Comandante de Airbus 350
www.Entrevisttas.com 