La construcción de «Los ojos vendados de la Justicia»

Experiencia e imaginación en la creación literaria

En este año 2023 ha tenido lugar un hito en mi vida como escritor. En el mes de julio vio la luz mi último libro, titulado Los ojos vendados de la Justicia, publicado con la editorial Torre de Lis. Para mí ha sido un acontecimiento en toda regla, puesto que con esta obra se ha configurado una trilogía literaria y filosófica, de la que forman parte La desesperación como origen del Derecho (Eolas, 2020), Entre la ley y la honestidad (Torre de Lis, 2022) y la última obra que antes he mencionado. Yo la llamo la trilogía de la Justicia.

El último libro sublima un proyecto que seguirá su curso, pues mi intención es que, siendo ya trilogía, se convierta en una saga, en una colección que llegue a ser una especie de enciclopedia sui generis, en la que, para la posteridad, queden mis reflexiones sobre la vida, la sociedad en la que nos movemos, el estado de la Justicia y las características del poder político que tenemos.

Sorprenderá ver que mi estilo a la hora de escribir, fiel reflejo de cómo pienso, no es por medio de la primera persona, esto es, que sea yo mismo quien se dirige al lector a través de un ensayo. No es lo que quiero.

Primero, yo deseo que el mensaje que quiero trasladar sea de muy sencilla comprensión, empleando un lenguaje claro y sin rimbombancias. Creo que esto, máxime cuando se tratan temas de filosofía bastante profundos, tiene un punto de reto personal. Y en eso estoy. En segundo lugar, no quiero resultar tedioso (o aburridor). Es decir, un escritor de centenares de páginas y además, abstracto. Mal camino ese. Soy un firme defensor de la concisión en la literatura, y como muchos grandes autores ya han dicho, lo bueno, si breve, dos veces bueno. Hay que evitar circunloquios o repeticiones por una razón evidente: que el lector no desista de leer, que se interese porque le resulte especialmente cercano lo que se le dice y además lo haga dentro de un tiempo razonable del que disponga cómodamente. Así sí se puede trasladar el mensaje con eficacia.

Soy un firme defensor de la concisión en la literatura, y como muchos grandes autores ya han dicho, lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Decía antes que mi forma de escribir no es mediante el uso de la primera persona. Efectivamente: la siguiente nota que me propongo cumplir en mi afición literaria es, sobre todo, ser original.

En Los ojos vendados de la Justicia hay un total de treinta personajes, con todas sus peripecias vitales, que se dirigen a los lectores para mostrarles hasta qué punto puede llegar la injusticia, y si existe alguna forma de ponerle un límite.

Los personajes, por otro lado, no son los habituales. Cierto es que por mis manos han pasado, y así se recogen en el libro, por ejemplo, Hegel, Leibniz o Epicuro, pero también están Los Caballeros del Zodíaco o Marylin Monroe. Y entre ellos, Valle Inclán, Bécquer o Lope de Vega. Escojo personajes que, a la vista del lector, pareciera que nada tienen que ver con la Justicia. Pero en absoluto es así. Tienen toda la conexión posible con esa cuestión y además entre ellos. El autor del libro se expresa personalmente a través de todos estos personajes. Y trato de decirle al lector que los valores de la fidelidad, de la lealtad, del compromiso, del respeto, de la educación, de la palabra dada, en definitiva de la ética, son decisivos para que la injusticia en el mundo termine.

Trato de decirle al lector que los valores de la fidelidad, de la lealtad, del compromiso, del respeto, de la educación, de la palabra dada, en definitiva de la ética, son decisivos para que la injusticia en el mundo termine.

Algunos de estos personajes nos demuestran el valor de la amistad; otros nos hablan de la generosidad del verdadero hombre de Estado, que renuncia a sus intereses por un ideal superior y colectivo; algunos, más realistas, nos trasladan a un mundo muy cierto –y muy contemporáneo- de intrigas palaciegas y de presiones políticas multidireccionales que nos sirven de ejemplo a contrario, esto es, de lo que no hay que ser; y están los que nos muestran su vida, y su condición de víctimas por relacionarse con seres corruptos o por decir las verdades incómodas para el poder. Así tenemos un muestrario de personajes que se proyectan a lo largo de toda la historia de la humanidad, que perfectamente podrían ser nuestros compañeros de viaje en el día de hoy, ahora mismo, que tú estás leyendo esto. Quiero que les veas literalmente a tu lado, y que les escuches, porque tienen (tengo) mucho que decir.

Escribir es, desde luego, todo un arte, y bajo esas premisas de estilo yo trato de configurar mis obras. Qué duda cabe que, a medida que mi experiencia aumenta, cuanto más se sabe de la vida, de lo bueno y de lo malo, así se refleja en lo que los protagonistas del libro le cuentan al lector. Por eso hablaba de la sublimación que supone en la trilogía Los ojos vendados de la Justicia. Pero también hay una cierta atemporalidad en lo que nos viene pasando en lo que a la Justicia refiere, pues los males del ser humano no han cambiado con el paso de los siglos. Otra cosa es que yo cada vez sea más consciente de hasta qué punto pueden llegar la miseria, el egoísmo, el cinismo y la mentira. Y frente a ello hay que luchar, para no asimilarse a lo que -ni a quienes- tantas desgracias producen. Nuestros problemas son primero éticos (o por falta de ética básica) y después (o como consecuencia de ello) también jurídicos. Sin ética no hay ni habrá jamás Justicia. Y ello aunque sí exista un Derecho, que solo servirá como clavo ardiendo al que se amarren algunos para justificar lo que hacen con toda su intención.

Quisiera con estas líneas poner sobre la mesa la intrahistoria de Los ojos vendados de la Justicia, una obra especial, en el fondo muy personal, muy llena de vivencias del autor. El cierre de una trilogía por la que, en total, ya un centenar de personajes nos relatan sus historias, sus moralejas, sus pensamientos, y muchos más que, desde luego, les seguirán.

Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos
Jacinto Benavente



  La construcción de «Los ojos vendados de la Justicia»
Experiencia e imaginación en la creación literaria
Por Diego García Paz


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