El león y la grulla

Cuento popular de la India

Un bodhisattva nació en la región de Himavanta como una grulla blanca; en ese momento Brahmadatta reinaba en Benarés. Resultó que, mientras un león comía carne, un hueso se le quedó atascado en la garganta. La garganta se le hinchó y no podía comer nada; su sufrimiento era terrible. Una grulla que estaba posada en un árbol buscando comida, le preguntó al verlo:

—¿Qué te ocurre, amigo?

El león le contó lo que pasaba.

—Yo puedo librarte de ese hueso, amigo, pero no me atrevo a entrar en tu boca por miedo a que me comas.

—No tengas miedo. Si me salvas la vida, no te comeré.

—Muy bien —dijo la grulla, e hizo que el león se tumbara sobre su costado izquierdo. Pero, pensó para sí misma: «Quién sabe qué hará este tipo», colocó un pequeño palo entre
sus dos mandíbulas para que el león no pudiera cerrar la boca, metió la cabeza en el interior de su garganta y golpeó un extremo del hueso con el pico, con lo cual se desprendió. Tan pronto como el hueso cayó, la grulla salió de la boca del león, golpeó el palo con el pico para soltarlo y se posó en una rama. El león se recuperó rápidamente y poco después estaba comiéndose a un búfalo que había matado cuando la grulla, de nuevo, pensó: «Voy a tantearlo» y se posó en una rama cercana y le comentó al león:

«¡Rey de las Bestias! ¡Su Majestad! Un servicio le hemos prestado y nos tiene que escuchar.
¿Qué recibiremos a cambio?».

La grulla y el león | Ilustración de John D. Batten
La grulla y el león | Ilustración de John D. Batten

A lo que el león respondió:

«Has estado entre mis dientes y, aunque siempre estoy buscando presas, no te he mordido. Confórmate con seguir vivo pese a mis costumbres aviesas».

Entonces la grulla le replicó con otras dos estrofas:

«Es incapaz de devolver el bien
Que le hicieron en el pasado.
Es un desagradecido.
Debí haberlo imaginado».

«Con mi evidente buena acción,
No he ganado su amistad.
Será mejor que me marche,
Sin arriesgar mi seguridad».

Y, tras decir esto, la grulla se marchó volando.

Cuando el gran Maestro, el Buda Gautama, contaba esta historia, solía añadir: «Porque en aquel momento el león era Devadata, el Traidor, y la grulla blanca era yo mismo».

Adaptación de un cuento de Fábulas y leyendas de la India

autor: Joseph Jacobs | adaptación: carmen nikol

CUENTOS PARA REFLEXIONAR CON LOS MÁS PEQUEÑOS

La grulla y el león | Ilustración de John D. Batten
La grulla y el león | Ilustración de John D. Batten

A lo que el león respondió:

«Has estado entre mis dientes y, aunque siempre estoy buscando presas, no te he mordido. Confórmate con seguir vivo pese a mis costumbres aviesas».

Entonces la grulla le replicó con otras dos estrofas:

«Es incapaz de devolver el bien
Que le hicieron en el pasado.
Es un desagradecido.
Debí haberlo imaginado».

«Con mi evidente buena acción,
No he ganado su amistad.
Será mejor que me marche,
Sin arriesgar mi seguridad».

Y, tras decir esto, la grulla se marchó volando.

Cuando el gran Maestro, el Buda Gautama, contaba esta historia, solía añadir: «Porque en aquel momento el león era Devadata, el Traidor, y la grulla blanca era yo mismo».

Adaptación de un cuento de Fábulas y leyendas de la India

autor: Joseph Jacobs | adaptación: carmen nikol

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