En este año y medio, raíz de la crisis de la COVID, se ha vuelto a plantear si es necesario o no que se emita deuda pública con garantía de la UE, cuyos fundamentos han sido los de siempre: por una parte, la delicada situación de algunos países europeos para resolver sus problemas económicos; por otra, los inversionistas exigiendo más garantías. Al final, las autoridades políticas y financieras europeas han procedido a ofrecer su apoyo con importantes ayudas así como a la compra masiva de deudas públicas nacionales.
Las emisiones de deuda pública son un contrato atípico entre lo mercantil y lo administrativo, pero sometido a los requisitos del resto de los contratos en cuanto al respeto a la voluntad de ambas partes. Por otra parte ni los Estados pueden omitir la búsqueda de fondos en los mercados de capital para cubrir sus gastos, ni los inversores pueden dejar de incluir en sus carteras de inversión las emisiones hechas por los Estados.
Las emisiones deuda pública están garantizadas, disfrutan de beneficios fiscales y dan un plus de seguridad respecto a otras inversiones; en consecuencia, son contratos casi obligados para Estados e inversionistas: aunque puedan generan conflictos entre ellos ya que por una parte se buscan beneficios con bajo coste y, por otra, los emisores evitan los elevados costes futuros de este tipo de ingreso público, sin renunciar a tener a nuevos fondos. Son contratos complicados pero interesan y lo necesitan ambas partes, es por ello que se llevan celebrando hace siglos.
La nueva situación es que aunque tradicionalmente los Estados han tratado de solucionar las cargas que representan la devolución de los fondos recibidos a través de conversiones, renegociaciones y otros mecanismos legales, las dificultades suelen surgir en el momento del pago (y no de la emisión), pero en este nuevo escenario resulta que son las emisiones las que son más difíciles para los Estados con situaciones económicas delicadas por las mayores exigencias de los inversionistas en cuanto a garantías y rentabilidad.
Esta nueva situación lleva a algunos Estados a comprar de forma sistemática y masiva sus propias emisiones de deuda pública (mecanismo que a veces no es suficiente) y eso incluye a los Estados miembros de la Unión Europea.
Esta nueva situación lleva a algunos Estados a comprar de forma sistemática y masiva sus propias emisiones de deuda pública (mecanismo que a veces no es suficiente) y eso incluye a los Estados miembros de la Unión Europea.
Estados Unidos es, tradicionalmente, muy destacado en la compra de las emisiones de deuda por parte de su Banco Central (la Reserva Federal), pero en Europa no son los bancos centrales nacionales los que compran las emisiones de sus Estados sino el Banco Central Europeo y esto es diferente, pues una entidad financiera de carácter público y supranacional apoya expresamente las emisiones de los países miembros garantizando indirectamente la calidad de emisiones hechas por países que pertenecen a una misma organización supranacional, aunque con situaciones económicas y financieras muy distintas.
Por otra parte, hay Estados que tienen dificultades para emitir deuda pública sin el apoyo de organismos supranacionales como la Unión Europea o de entidades financiera internacionales como el FMI, porque las garantías que ofrecen estos Estados por sí mismos son insuficientes y hay dudas sobre su capacidad como emisor de deuda; cuando se da esta situación los mercados los presionan para que acudan de forma urgente a la ayuda exterior ya no para cumplir sus compromisos (como se hacia tradicionalmente) sino para emitir deuda pública con lo que surge un nuevo paradigma.
Varios países europeos han sido obligados por los inversores a pedir ayuda urgente y solo han podido seguir emitiendo en condiciones después del apoyo financiero y político de la Unión Europea.
Partiendo de estos hechos es fácil concluir que se debe seguir avanzando en un futuro marco jurídico para las emisiones de deuda pública por parte de la Unión Europea con exclusión de emisiones nacionales, algo que facilitaría la ya existencia de una moneda con un régimen legal común en emisión y circulación, mecanismo que llevaría a un mayor control europeo sobre sus finanzas, a la vez que obligaría a limitar la capacidad y nivel de endeudamiento de los países miembros.
¿Está lista la Unión Europea para unificar la Deuda Pública? | Por Migdonio Suárez León