Selvicultura de precisión

Silvicultura o Selvicultura «es el cultivo de la selva» (González Vázquez, 1947), «el arte de aplicar los conocimientos adquiridos en las ciencias forestales» (Lanier, 1986), «el arte de producir y mantener un bosque; la aplicación de los conocimientos de la ecología forestal al cuidado del bosque; la teoría y la práctica del control del establecimiento; la composición y el crecimiento de un bosque» (Hawley & Smith, 1982) y es «la manipulación de los rodales forestales, como tal, constituye la aplicación última del conocimiento de la dinámica de los rodales y también su ensayo definitivo» (Abellanas Oar, 1995).

Bosque mixto mediterráneo

Atendiendo a su fundamento etimológico selva, «del latín silva-ae, terreno inculto, extenso y muy poblado de árboles. También denota abundancia desordenada de algo» (R.A.E., 2023).

«Cultura, proviene de cultus, participio del verbo latino colere (cultivar, habitar) y el sufijo -ura que indica cualidad» (DECEL, 2023). Básicamente, la cualidad de cultivar terreno extenso muy poblado de árboles (no agrícolas). Habitar (en el sentido de usar) la abundancia desordenada de árboles para su organización y uso.

«Es una acción permanente en provecho de las poblaciones actuales conducida en función de su aspecto, de su composición, de su estado y del objetivo que le haya sido asignado: cada uno refleja su historia pasada» (Lanier, 1986).

La relación histórica del ser humano con la madera viene a ser similar a la otros recursos naturales. El hombre empezó a usar el fuego como herramienta hace aproximadamente un millón y medio de años (Sevilla, 2008), por lo que la madera como combustible empezó a tener apreciación a partir de entonces.

Parece obvio que, hasta el abandono cavernario y el inicio de la edificación, la madera no tuviera uso constructivo. A partir de entonces, la necesidad de estacas, vigas, jácenas, tablas, tarimas, postes, y cualquier otra pieza que pudiera derivar de un árbol, empezó a extraerse de su estado natural y emplearse en usos humanos.

Tal vez el uso más antiguo haya sido el de la fábrica de mangos para herramientas, hachas y lanzas. En primer lugar con fines de subsistencia en la caza y posteriormente militares. La producción de varas con características tecnológicas definidas ha sido un fin proveniente del Paleolítico y llegado hasta nuestros días.

Monte trasmocho de castaño

Ver cómo los ejemplares de mostajo (Sorbus aria Crantz.), de castaño (Castanea sativa Miller) o haya (Fagus sylvatica L.) se orientaron hasta hace nada para fabricar varas destinadas a la agricultura o la panadería me llevó a la conclusión de que el método de beneficio más antiguo entre todos, ha sido el de monte bajo.


Breve reseña histórica

El monte fue provisión de bienes y servicios durante la época de cazador-recolector pero también cuando progresivamente iba siendo desplazado por el uso agrícola en torno a los asentamientos urbanos.

La navegación, de alta profusión en el Mediterráneo ya en el mundo antiguo, supuso una necesidad estratégica y cuantiosa de madera de buena calidad en la que la forma y durabilidad de las piezas cobró significada importancia.

En modo similar al caballo, la madera sustentó toda un arma de guerra, la Marina, y el comercio. En suma, fue base para la prosperidad de los países. Resulta obvio pensar por tanto que hubo de establecerse normas y métodos para la obtención de los mismos.

Desconocemos no obstante la existencia en la Antigüedad de reglas, normas o procedimientos establecidos para el aprovechamiento de la madera y sus distintas orientaciones tecnológicas.

Catón en su libro De re rustica trata de la época más conveniente para la corta de los árboles en el bosque, sobre la época más conveniente para la poda, sobre la formación de plantones en viveros (Aranda y Antón, 1999).

Diez siglos más tarde el sevillano Abu Zakariyya Yahya Ibn al Awwam (s. XII), compendia el tratado de Agricultura (Kitab al Filaha) más completo que logró llegar hasta el siglo XIX con la traducción que del mismo hizo el presbítero Banqueri y publicado en el año 1802.

En él se trata sobre distintas cuestiones de especies forestales y de la madera (al Awwam, 1988).

La conocida potencia marítima fenicia y cartaginesa requirió sin duda una elevada cantidad de suministro maderero. Hasta qué punto pudo ser causa de deforestación y resistaxia en su alcance territorial es algo que no se ha estudiado detalladamente hasta la fecha.

Desde entonces, la necesidad fue acrecentándose a medida que población y progreso aumentaban. Aunque la silva y el res nullius (la cosa sin dueño) en principio estaban al alcance de cualquiera lo cierto es que los bosques y las reses (cosas) en su interior, pertenecían al soberano, al señor o al común de los vecinos.

Siempre hubo normas y se debió organizar su aprovechamiento. Como ejemplo, para el vecino país del norte se citan (Lanier, 1986):

  • 1291 Ordenanza de Felipe IV le Bel, creando los Supervisores de aguas y bosques.
  • 1346: Ordenanza de Felipe VI de Valois, considerada como el primer código forestal real.
  • 1376: Ordenanza de Carlos V le Sage: bases del Reglamento general de las aguas y bosques.
  • 1518: Ordenanza de Francisco I extendiendo a otros bosques y maderas del reino las ordenanzas y defensas hasta entonces reservadas al dominio real.
  • 1561-1563: Edictos prohibiendo cortar el monte bajo (tallar) de menos de diez años y obligando a dejarlo crecer en fustal alto el tercio de la superficie.
  • 1669: Ordenanza de Colbert poniendo en orden los bosques reales y reglamentando la explotación de la madera (Ordenanzas de Marina).

En la Península Ibérica pueden citarse:

Los montes de Al-Ándalus, protegidos del hacha, fuego y diente del ganado. «El bosque en la civilización islámica se corta racionalmente» (Martínez Ruíz, 1999)

Y para la parte castellano-aragonesa (Aranda y Antón, 1999):

  • 1150: Fuero de la ciudad de Molina, por el que sufrirá castigo aquel que cause perjuicio al monte.
  • 1210: Fuero de la ciudad de Salamanca en el que se imponen penas por la corta de carrascas y leñas sin licencia.
  • s. XIII: Ordenanzas de Tortosa. Definen las normas de tratamiento de los montes de los “puertos del rey” como reserva de madera para la Armada Real. Las Pragmáticas de 1355, 1447, 1496, 1518, 1538, 1542, 1543, correspondientes a los reinos de Juan II, Reyes Católicos, Carlos I y Felipe II, establecen normas de protección y fomento de los montes españoles frente a los abusos ganaderos, la roturación y la talas.
  • 1627: Ordenanzas Forestales de Cataluña
  • 1748: Ordenanzas de Marina del Marqués de la Ensenada (creación de los montes de Marina)

Se intenta defender los montes y su producción, pero de una forma ni técnica ni científica. Eso no es impedimento para que se lograra su conservación a largo plazo y la obtención de recursos como la madera de calidad, que durante mucho tiempo fue un recurso estratégico.

Sorprende que en el tiempo del mayor apogeo naval, como fue el inicio de la navegación atlántica (s. XVI-XIX) no exista una dedicación técnica a la organización y aprovechamiento del recurso maderero.

Aunque se tiene como punto de origen las Ordenanzas de Colbert (1669) enfocadas precisamente a la vinculación entre montes y mar, «los bosques flotantes» (Bauer, 1980, Aranda y Antón, 1990), de los que se mantienen aún hoy en día unos magníficos montes altos de roble, no hay una formación técnica ni científica específica sobre el bosque.

Un siglo más tarde, las Ordenanzas de marina de 1748 serán la réplica hispana importada del país vecino merced a la vinculación familiar de la dinastía borbónica. Pese a ser España y Portugal las potencias navales más importantes de Europa desde principios del s. XV, no se atiende de manera seria a la regulación forestal hasta pasados dos siglos.

Aún así las cosas, pasarán más de cinco décadas hasta que se la técnica forestal se haga académica. Se tiene asumido que la primera escuela técnica forestal aparece en la Prusia decimonónica de la mano de Heinrich Cotta y ubicada en Tharandt (Bauer, 1980; Lanier, 1986).

Dado el prestigio que alcanzó, se convirtió en el referente europeo al que acudieron los demás países para formar a sus técnicos y e iniciarse en las ciencias forestales. Fue el caso de la Escuela de Ingenieros de Montes, establecida en Villaviciosa de Odón (Madrid) en el año 1848.

De ese modo, quedaba instaurado el academicismo forestal en España. Curiosamente, ese año se inaugura la primera línea de ferrocarril peninsular (Barcelona-Mataró). Más que una simple coincidencia parece una anécdota paradójica.

La ciencia forestal, desarrollada para un recurso estratégico como fue la madera para construcción naval, se instaura oficialmente en España, la gran potencia marina europea, justo el año en que el ferrocarril la sustituirá como primer demandante de madera.

La sustitución de la madera por el acero en construcción naval deja sin contenido la metáfora del bosque flotante. A partir de entonces, los montes de la Marina pasan a ser administrados por el Ministerio de Hacienda. O más bien desmantelados. Las leyes desamortizadoras, tienen como intención aparente, deshacerse de la carga que supone la guarda y custodia de un patrimonio que a partir de entonces deja de entenderse como un reservorio estratégico.

Las presiones de ciertos grupos económicos hubieron de favorecer la idea de pasar el patrimonio forestal público a manos privadas. La era del vapor, requería combustible en un país donde el carbón andaba en mucha desventaja con respecto a País de Gales o la cuenca del Rhur alemana.

El ferrocarril era un lento asunto de Estado mientras la industria textil consumía calorías diarias a ritmo de caldera en beneficio de la burguesía urbana. La deforestación volvió a campar a sus anchas en los montes ibéricos.


Gestión y técnica forestal

Ordenar un monte, es planificarlo para su aprovechamiento. «Organizarlo conforme a las leyes económicas, sin infringir las biológicas que la investigación selvícola y la epidométrica revelan» (Mackay, 1944). «Gestionar un bosque es decidir lo que se quiere hacer, teniendo en cuenta lo que se puede hacer allí y deducir lo que se debe hacer allí» (Lanier, 1986).

Las acciones o trabajos necesarios para esta función se conocen como tratamientos selvícolas. Lo primero se trata bajo el epígrafe o la materia conocida como Ordenación de montes y lo segundo mediante la Selvicultura.

Visto así es más fácil entender por qué un incendio no es una catástrofe ecológica sino un episodio de significación meramente humana. Tras un evento calcinador, la vegetación que compone un monte suele regenerar de forma natural tras el paso del fuego.

Visto así es más fácil entender por qué un incendio no es una catástrofe ecológica sino un episodio de significación meramente humana.

Esto es infalible sobre todo en lugares donde la alta recurrencia ha generado adaptaciones al paso del fuego, bien pasivas (aislamiento) o bien activas (rebrote, semillado). En estos casos el fuego simplemente traslada el estado real de un monte en el tiempo.

De un bosque o un monte en su respectiva fase o edad, se pasa a un estado cero o inicial. Dicho de otro modo, cambia la edad del monte. Es un auténtico reseteo.

Según edades naturales del monte, de un latizal o de un fustal, se pasa a un diseminado (cobertura de semillas) o repoblado cuando la planta ha germinado o brotado emergiendo sobre el suelo. Un monte maduro se retrotrae a un monte de edad cero en un lapso temporal que a escala forestal, es instantáneo.

Regeneración natural tras incendio

El monte, el bosque, no conoce el tiempo. Pero al traspasar los usos posibles de una generación a la siguiente, la sociedad del momento pierde su oportunidad. Por tanto la Ordenación es un fin y la Selvicultura su herramienta o método.

Los principios fundamentales que rigen la organización de un monte son tres:

  • Persistencia.
  • Regularidad de rentas.
  • Multifuncionalidad.

Al primero se le suele llamar ahora sostenibilidad. Obviamente sostenibilidad como persistencia en el tiempo. La abreviación está mal utilizada porque un bosque, se sujeta solo.

La regularidad de rentas implica que el monte es un patrimonio que genera intereses. Aprovechar sus producciones a nivel igual o inferior a su capacidad de renta (crecimiento o posibilidad) es garantía para la consecución del primer principio, su persistencia.

La multifuncionalidad se deriva de la existencia en si de un monte y su persistencia. Engloba todos los beneficios que produce, clasificándose tradicionalmente en beneficios directos, cuando son fácilmente materializables (madera, leña, corcho, hongos, plantas aromáticas, pastos, apicultura, resina, frutos o semillas, caza, pesca, fibras).

Cuando no lo son, se conocen como beneficios indirectos (regulación del ciclo hidrológico, conservación de suelos, gases atmosféricos, calidad paisajística, uso recreativo, protección contra la erosión, contribución a la salud humana).

Uso turístico de los montes

Sin olvidar que los montes (entre los que se incluyen las lagunas, dunas, pedregales, marismas y cualquier espacio sobre el que crezca vegetación espontánea no característica del uso agrícola) constituyen el medio natural, el espacio donde se asienta la biodiversidad salvaje.

«El bosque no es una simple yuxtaposición de árboles y sotobosque. Es una fitocenosis, un organismo vivo extremadamente complejo. Constituye un ecosistema que engloba los vegetales con sus sistemas radicales (cepas, raíces, radicelas, micorrizas,…), su hojarasca con sus capas humificadas más o menos mineralizada, las otras biocenosis (zoocenosis, micocenosis…) aéreas y subterráneas, y las relaciones con el medio de estos diversos componentes» (Madrigal, 1994).

Por su parte, la Selvicultura es un proceso circular que tiene como como punto de inicio y a su vez final, la repoblación o regeneración de un monte (Hawley & Smith, 1982). Simple consecuencia del principio de la persistencia.

El monte, como entidad viva que es, se conduce por si mismo. La intervención humana (selvicultura), no tiene otro fin que modificar los plazos y buscar la persistencia para su mantenimiento en el tiempo.

El monte, como entidad viva que es, se conduce por si mismo. La intervención humana (selvicultura), no tiene otro fin que modificar los plazos y buscar la persistencia para su mantenimiento en el tiempo.

En lugares inestables, como es el entorno mediterráneo, la salvaguarda frente a incendio o sequía tiene como fin evitar la pérdida de estados deseables.

La unidad de selvicultura es el rodal. Generalmente una extensión de terreno variable sobre la que se aplica alguno de los tratamientos característicos de la gestión (repoblación, clareo, poda, clara, corta).

Por lo general esas operaciones se aplican en superficies extensas, de un ciento de hectáreas o sus múltiplos. También algunos de sus primeros divisores (2-10).


Selvicultura de precisión

Cuando se trata de una localización puntual (menos de 1 ha) o un micrositio, donde el trabajo se aplica más con fines de conservación que con una orientación productiva, podría denominarse selvicultura de precisión.

Cuando el trabajo se aplica más con fines de conservación que con una orientación productiva, podría denominarse selvicultura de precisión.

Este tipo de actuaciones puede estar muy bien enfocado a las acciones por grupos de voluntarios con equipación o formación de nivel variable.

Desde podas de formación en rodales de monte bajo de frondosas hasta mejora de condiciones de crecimiento o producción de semilla para especies interesantes.

Los montes mediterráneos tienen un pasado de enorme carga antrópica por abuso en su manejo responsable de su degradación o estado de estancamiento actual.

La reducción de presión tras la retirada de usos como el carboneo, la tala abusiva, el pastoreo excesivo, las quemas recurrentes, ha permitido la recuperación de algunos rodales interesantes como son el monte bajo de Quercus, de acebuche (Olea), o formaciones arborescentes como las rosáceas (Crataegus, Sorbus, Cotoneaster) y otras.

Un simple serrucho de poda y unas breves nociones ayudan a transformar el aspecto matorralizado en un deseable arboreto o dehesa en menor plazo.

Dependiendo de diámetros, el serrucho o la tijera sirven también para corta de ramas o apeo en ejemplares de pino que por su mayor velocidad de crecimiento y porte monopódico (un eje vertical) pueden competir en ventaja frente a otras especies que pueden ser más interesantes.

Dependiendo del tipo de conformación, vale también para eliminar matorral seco o no deseable por su densidad, inflamabilidad y riesgo de incendio para un lugar. Las opciones del voluntariado no se restringen así a la tradicional labor de plantación.

Uno de los casos más generales que se dan en los montes de la orla mediterránea es el matorral de aulaga (Ulex sp.). Pertenece al grupo de los matorrales pirófitos al que se da el nombre genérico de brezales.

Perteneciente a la familia de las leguminosas (Papilionaceae) no está emparentado con el brezo (Ericacea), pero le une el tipo de estructura vegetativa. Multitud de hojas o tallos finos que presentan una relación superficie/volumen muy alta.

Por regla general, las especies mediterráneas tienen también una concentración de aceites esenciales muy elevada en sus tejidos. Ello las hace altamente inflamables.

La aulaga genera formaciones densas difícilmente penetrables. A diferencia del brezo, sus tallos se ramifican generando terminaciones punzantes que dificultan el paso a través de ellas. Su vida suele extenderse durante un período de unos 20-25 años.

Dosel continuo de aulagas cubriendo el suelo

Pasado este plazo, se secan quedando en pie durante un tiempo hasta que la acción meteorológica da lugar a su descomposición paulatina.

El matorral de aulagas desempeña una labor importante en la reconstrucción del bosque mediterráneo. Como todas las leguminosas, su raíz está asociada a bacterias simbiontes (Rhizobium sp.) que fijan nitrógeno atmosférico en el suelo.

Por otra parte, sus formaciones densas ejercen una función de protector natural frente a herbivoría. El tapiz entramado que forman da lugar a un intenso sombreamiento de la superficie del suelo, suponiendo una barrera frente a la pérdida de humedad por evaporación.

Esta sombra incide igualmente sobre los niveles inferiores de la planta, provocando la muerte de hojas y tallos que se acumulan como un denso colchón orgánico a nivel del suelo mejorando la humedad en el horizonte superficial.

Proceso característico de una aulaga

Además, la menor relación Carbono/Nitrógeno dada su aportación nitrogenada al suelo, favorece la actividad bacteriana frente a la materia orgánica facilitando su descomposición y mineralización. Concluyentemente, es una notoria mejoradora del suelo.

Estas características favorecen en gran medida la defensa contra la aridez estival y los daños por herbivoría a especies de temperamento esciófilo como son las frondosas, Quercus en particular.

La pesada semilla de una fagácea puede resolver con cierta dificultad su paso desde la superficie del matorral hasta el nivel del suelo.

Bellotas de Quercus

Allí encuentra condiciones mejoradas para su desarrollo. Humedad y un estrato orgánico y rico en nutrientes que no le resulta complicado de explorar en profundidad buscando el enraizamiento profundo.

Por el contrario, las pequeñas semillas voladoras como las de las coníferas, que fácilmente dispersa el viento, quedan atrapadas en la maraña que entretejen los arbustos en superficie dificultando altamente su paso hasta nivel del suelo.

Impenetrabilidad del matorral para semillas poco pesadas

Las que consiguen llegar, son incapaces de hacer prosperar su débil raíz en el poroso colchón orgánico que encuentran para atravesarlo y llegar hasta el suelo mineral.

Visto así, el aulagar es una formación ideal para la progresión forestal desde suelo desnudo hasta un encinar, alcornocal, robledal de cierta entidad.

Sin embargo, la pesada semilla de las fagáceas (bellota, castaña, hayuco) no es dispersada por el viento. Es un grano de prominencia gravitatoria que requiere de vehículo para su transporte lejano. Tales son algunas aves granívoras de entidad como palomas y córvidos o roedores.

Esta dispersión vehiculada está estrechamente vinculada a la presencia de apeaderos. Se necesitan estaciones de parada para que la semilla escape del ave transportadora y caiga. En el caso de algunos como arrendajos o urracas, tienen costumbre a enterrar la semilla.

Ejercen así labor directa de sembradores, pero sólo se lleva a cabo en terrenos despejados de la densa cubierta de matorral trabado.

Su reducción mediante trituración de la cubierta arbustiva, sobre todo la muerta facilita esta labor de dispersión zoócora, acelera los procesos de mineralización de la capa orgánica al aumentar su iluminación y facilita la llegada de aves granívoras.

Reduce el riesgo de ignición y propagación de un fuego a la par que manteniene la humedad sobre el suelo y la capa impenetrable para las raíces de plantas colonizadoras.


Casos prácticos

Caso 1.- Selección de brotes y poda en monte bajo o matorral de interés.

Encinas, alcornoques, quejigos, robles, arces, mostajos, madroños, majuelos, perales, fresnos, olmos, almeces, acebuches, lentiscos y muchos otros tienen capacidad de producir yemas de crecimiento desde su raíz o partes vivas de su tallo. Tales especies han sido tradicionalmente cortadas para proporcionar forraje al ganado a finales de verano, para alimentar las calderas industriales en la época del vapor (s. XIX) o una combinación de ambas.

Un simple serrucho de poda y unas breves nociones ayudan a transformar el aspecto matorralizado en un deseable arboreto o dehesa en menor plazo.

Desaparecido o mermado en gran medida ese uso la resiliencia de esas especies las mantiene sobre el terreno, pero con un porte deforme o vulnerable a la acción de los herbívoros silvestres. Una labor de poda con tijera o serrucho puede mejorar su porte y favorecer el crecimiento en altura y diámetro disminuyendo el plazo necesario para escapar de la acción animal (mordida, rascado, quebrado). Puede ser necesario proceder a métodos de exclusión temporal con elementos artificiales o naturales (matorral espinoso).

Caso 2.- Supresión parcial o total de ejemplares de pino.

Los pinos son especies menos exigentes que las frondosas y adaptados a desarrollarse sobre suelos en condiciones pobres o limitantes para aquellas (suelo mineral desnudo, elevada insolación, aridez). Además presentan mayor velocidad de crecimiento que la mayoría de aquellas

Caso 3.- Facilitación para regeneración natural de abeto mediterráneo (Abies pinsapo, A. marocanna)

En el caso de los singulares abetos del Mediterráneo occidental, su semilla tiene capacidad para prosperar sobre capas orgánicas. Su carácter umbrófilo ha generado adaptaciones para prosperar bajo una cubierta vegetal (sombra y materia orgánica).

A nivel de dispersión se encuentra a medio camino entre las coníferas voladoras y las frondosas gravitatorias. Su semilla es más pesada que la de un pino convencional, su ala es más pequeña pero su peso ni se aproxima al de las semillas gravitatorias.

Es por lo que no puede atravesar la cubierta de matorral pero si prospera muy bien bajo el dosel sombrío, húmedo y orgánico del aulagar. No encuentra vehículos de transporte en el reino animal salvo el humano.

Para su dispersión se presentan dos vías, la artificial, a través de siembras bajo dosel de matorral o la apertura de huecos en el entorno cercano de su diseminación.

Reduciendo la cobertura de matorral muerto

Pasados unos 20 años, suele ocurrir la producción de semilla por los ejemplares más desarrollados. En paralelo, el matorral fue ocupando los claros existentes, habiéndose generado una densa capa de aulagar impenetrable.

Llegado el momento de la diseminación, las aulagas han muerto en su mayor parte. Manteniéndose en pie, conforman un denso estrato en el que se traban los abetos.

Las semillas que caen desde los árboles se mantienen en la superficie de estrato arbustivo, que por su denso entramado no facilita el paso de aquellas hasta el suelo. La continuidad combustible ante un posible fuego, es total.

Conviene despejar el matorral que circunda los pies de abeto. La existencia actual de herramientas adecuadas, como el rodete de trituración facilita la actuación.

Esta labor posibilita la llegada de semillas a nivel del suelo, la entrada y acción de volteo por parte de jabalíes, la descomposición de la capa orgánica generada a la sombra del matorral.

Reduce a su vez la propagación de un fuego, su intensidad y la altura de llama. Aunque sólo fuera por esto, ya resulta una acción recomendable. Por otra parte, la aulaga no brota de cepa o raíz.

Tampoco sus semillas van bien sobre capa de mulch o acolchado. Es algo característico de las especies colonizadoras.

Efecto de la reducción de matorral muerto. Menor daño ante posible fuego

Las proscritas quemas prescritas

Al trabajar sobre cubiertas orgánicas me acuerdo de la práctica tendente al uso del fuego. Una quema prescrita es aquella que se decide para su aplicación con un fin determinado y se proyecta o concreta en función de su finalidad, características del sitio y del tipo de material a eliminar, suponiendo unas determinadas condiciones meteorológicas.

Siempre tiene que ver con la eliminación de material vegetal reduciendo costes de actuación. Es el nombre moderno de lo que en otro tiempo se llamó quema controlada o regulada (Hawley& Smith, 1982).

Esta es una práctica importada como método de trabajo desde otros ambientes forestales muy distintos al nuestro. Es muy usada en la regeneración de bosques de coníferas con masas regulares que son sometidos a cortas a hecho o el método de árboles padre en la costa del Pacífico estadounidense.

También es muy usada para la regeneración de eucalipto en Australia dada su facilidad de dispersión y colonización tras un fuego.

Regeneración espontánea de eucalipto tras incendnio

Como ya se ha comentado las coníferas son especies pioneras que no soportan bien el acolchamiento en el suelo. Requieren acceso directo a la capa mineral para enraizar adecuadamente. Al eucalipto le ocurre algo parecido. Es propio de especies colonizadoras.

Igual que sucedió al aplicar técnicas de la selvicultura centroeuropea a los montes mediterráneos, con ciertos métodos que no se ajustaban bien a la mayoría de los montes ibéricos, esta es una técnica procedente de otro lugar que parece no encajar bien en el entorno mediterráneo.

Los montes ibéricos se encuentran en un ambiente templado-cálido dominado por la aridez. El uso del fuego es ancestral empleado principalmente para la retirada de vegetación y favorecimiento del pastoreo.

Los montes ibéricos se encuentran en un ambiente templado-cálido dominado por la aridez. El uso del fuego es ancestral empleado principalmente para la retirada de vegetación y favorecimiento del pastoreo.

Los bosques de coníferas son característicos de terrenos abiertos y en estado natural, salvo excepciones edáficas (suelos magnésicos o altamente arenosos) funcionan como una etapa transitoria que favorecen su sustitución natural por las frondosas del lugar.

Bajo su dosel, se genera una capa de acículas que funciona en el mismo sentido descrito para el matorral de aulagas. Su ventaja es que el dosel arbóreo alcanza mayor altura que el arbustivo, con lo que reduce la temperatura sobre el suelo y la pérdida de agua por evaporación.

Cuando este dosel es muy denso, la sombra producida dificulta la ocupación de matorral en el sotobosque pero permite el desarrollo de las especies de sombra o temperamento delicado. En ese rango se encuentran muchas de las frondosas espontáneas de nuestra flora.

Cubierta orgánica tras el proceso de reducción

Actuar con fuego para eliminar esa cubierta de material fino muerto, la gran obsesión de la prevención contra incendios, es contraproducente. Bien porque favorece el acceso de las semillas colonizadoras al suelo mineral, haciendo el proceso recurrente, bien porque elimina la cama orgánica que facilita el desarrollo de semillas con menor rusticidad, las bellotas entre ellas.

Los acolchados de hojarasca son además medio donde prospera una extensa biocenosis bacteriana, fúngica, entomológica y faunística en general. También sirve como banco de semillas.

En una selvicultura donde se propugna al pinar como herramienta de colonización de suelos desnudos en pro de etapas de bosque más avanzado, no parece lógico aplicar técnicas de manejo que favorecen su continuidad y no su progresión.

El uso deliberado del fuego en el monte es un mal ejemplo para un vulgo demasiado inclinado a hacer otro tanto

Hawley & Simth, 1982

El mulch, mantillo o acolchado es una técnica de aportación artificial para la creación de una capa orgánica. Su objetivo principal es proteger el suelo de la erosión hídrica. Es otra alegación en contra de la eliminación de una capa de mantillo cuando ya existe.

Ver cómo puede disiparse el capital húmico acumulado por las especies colonizadoras durante décadas y su función mejoradora del suelo me lleva a posicionarme en contra de su quema forzada. Es por eso que de forma amigable, me gusta bromear con la denominación «quemas proscritas».

Caballo comiendo aulaga

Me parece mejor opción el fomento del uso ganadero. Su diente apelmaza la vegetación arbustiva haciéndola más compacta. Su pisada fragmenta el manto orgánico del suelo y aumenta la relación superficie/volumen en pro de la actividad microbiana.

Su orina aporta nitrógeno que activa la función mineralizante de la población microbiana y las heces aumentan el contenido bacteriano. Con ello se reduce la proporción C/N, lo que la convierte en mejoradora (Gros, 1986; Duchafour, 1984; Harris, 1992; Jenkinson, 1992).

Por otra parte, la descomposición lenta de la materia orgánica por los organismos genera un proceso de liberación lenta de CO2 que permite su disponibilidad constante para su fijación nuevamente por los autótrofos adyacentes (Harris, 1992), favoreciendo así el crecimiento vegetal.

Esta es otra pérdida más que se provoca con liberación instantánea que genera la oxidación repentina de la combustión.

La otra alternativa, es la ejecución del triturado en pie. Mucho más caro, pero más acorde con el proceso natural de construcción forestal.

Efecto de triturado en pie sobre matorral de aulaga

VIVIR ES HACER, PORQUE NO ES LO MISMO ESTAR, QUE SER.

by PULI

Referencias:

Abellanas Oar, B. (1995).- Apuntes de Selvicultura básica, unidad 3, dinámica de los rodales forestales. Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos y de Montes. Dpto. De Ingeniería rural.

Aranda y Antón, G. de (1990).- Los Bosques Flotantes. Historia de un roble del siglo XVIII. Colección Técnica del ICONA. Madrid

Aranda y Antón, G. (1999).- Visión histórica de la Selvicultura popular española. Pp 9-31 in Los montes y su historia. Una perspectiva política, económica y social. Francisco Marin Pageo,Juan Domingo Santos, Ana Calzado Carretero (eds.). Servicio de Publicaciones de la Universidad de Huelva.

Bauer, E. (1980).- Los montes de España en la historia. Servicio de Publicaciones Agrarias. Ministerio de Agricultura. Madrid

DECEL (2023).- Diccionario Etimológico Castellano En Línea. Etimologías de Chile. https://www.dechile.net/

Duchafour, Ph. (1984).- Edafología Tomo 1. Edafogénesis y clasificación. Editorial Masson, S.A. Barcelona

González Vázquez, E. (1947).- Selvicultura, Libro primero. Editorial Dossat. Madrid

Harris, P. J. (1992).- Ecología de la población del suelo. Pp.495-526 in Wild, A. (coord.) Condiciones del suelo y desarrollo de las plantas. Editorial Mundi-Prensa. Madrid

Gros, A. (1986).- Abonos, guía práctica de la fertilización 7ª ed. Editorial Mundi-Prensa. Madrid

Hawley, R.C. & Smith, D.M. (1982).- Silvicultura práctica, segunda edición. Editorial Omega. Barcelona.

Ibn al Awwam, A. Z. Y (1988).- Libro de Agricultura. Edición facsímil de la de José A. Banqueri (1802). Ministerio de Agricultura. Madrid

Jenkinson, D. S. (1992).- La materia orgánica del suelo: evolución. Pp 595-640 in Wild, A. (coord.) Condiciones del suelo y desarrollo de las plantas. Editorial Mundi-Prensa. Madrid

Lanier, L. (1986).- Précis de sylviculture. École Nationale de Génie Rural des Eaux et Fôrets (E.N.G.R.E.F). Nancy

Mackay, E. (1944).- Fundamentos y Métodos de la Ordenación de Montes, primera parte. Escuela Especial de Ingenieros de Montes, Servicio de publicaciones. Madrid.

Madrigal Collazo, A. (1994).- Ordenación de montes arbolados. Colección Técnica. ICONA. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Madrid.

Martínez Ruiz, E. (1999).- Los montes en la cultura islámica. Los bosques de Al-Andalus del siglo VIII al XIII. Pp 63-87 in Los montes y su historia. Una perspectiva política, económica y social. Francisco Marin Pageo,Juan Domingo Santos, Ana Calzado Carretero (eds.). Servicio de Publicaciones de la Universidad de Huelva.

Real Academia Española (2023).- Diccionario de la lengua española. Edición on line (www.rae.es). Madrid

Sevilla Martínez, F. (2008).- Una teoría ecológica para los montes ibéricos. Instituto de Restauración y Medio Ambiente S.L. León


Selvicultura de precisión
por Antonio Pulido Pastor


Publicado por PULI

Pastoreo estrellas, cultivo mariposas, construyo bosques

6 comentarios sobre “Selvicultura de precisión

  1. Selvicultura de precisión

    Gracias Antonio Pulido Pastor por hacerme partícipe en este interesante proyecto. Desde hace más de 20 años desde aquella colaboración en mi proyecto de fin de Ciclo Foramtivo con Restauración de Tejos y especies de alta montaña hasta la actualidad en la conservación de nuestro más preciado entorno P.N Sierras de Tejeda Almijara y Alhama……🌲🌳🍁.
    Esta selvicultura de precisión es fruto de aquellas prácticas que hace ya más de 25 años. Ya pusiste las primeras semillas y actuaciones siendo director del Parque para que hoy podamos disfrutar de estos bosques de Alta Montaña.
    Enhorabuena por el artículo.👏👏👏

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    1. Muchas gracias a ti Antonio. Tienes madera de campeón, porque de casta le viene al pura sangre o para ser más forestal: de tal palo, tal astilla. Tu padre criaba las plantas en el Nevazo y nosotros las plantamos. Veinte años después tenemos la satisfacción de verlos erguirse sobre el suelo como agujas y pilares del cielo, dando semilla y mejorando el paisaje y el biosistema. Entretanto vamos aprendiendo y seguimos haciendo cosas. Vivir es hacer, pero también es compartir y formar una familia unida por ramas de árbol que se mantiene viva después de pasar más de cuatro lustros. Seguiremos podando, rascando y plantando…o sembrando.
      Abrazos

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  2. Ojalá leyeran este artículo para tenerlo en cuenta en sus prácticas dos colectivos. Uno, los gestores de los montes públicos, estén o no en espacios naturales protegidos. Otro los conservacionistas. La mejor forma de compatibilizar uso, biostasia y biodiversidad es el conocimiento detallado de los procesos, y eso es lo que de forma tan didáctica indica el Dr. Pulido (alias Puli). Pero eso implica un incremento de los técnicos ligados a la gestión del monte, o sea gasto público. Cierto es que el reconocimiento social que tienen los voluntarios son un potencial no siempre bien aprovechado por las instituciones (conozco algunos casos en que éstos han clamado sin éxito a las puertas de la Administración Regional sin que éstas tuvieran la consideración de abrirse). Enhorabuena por explicar tan acertadamente el camino a seguir…entre las aulagas.

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  3. Coincido totalmente con el anterior comentario. Aún siendo lego en la materia me atrevo a decir que hace falta más silvicultura de precisión y menos conservacionismo de moqueta. Enhorabuena por el artículo

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    1. Muchas gracias Enrique. Hace falta retornar a la sensatez y al sentido común que siempre generó el progreso humano avanzando y consolidándose sobre errores del pasado. Estamos en un tiempo inexplicable donde todo eso se ha invertido y donde se han confundido los valores imponiéndose el interés privado del servidor público sobre el interés general. Hacer patria es generar patrimonio social en aras del bien común. Que los montes son parte de ese patrimonio público es algo que ya quedó demostrado a lo largo de la historia y lo que he intentado resumir en el texto. La mala interpretación en su gestión ha llevado al abandono que además de provocar el colapso incendiario ha sido determinante en culminar el proceso desarticulador del mundo rural que inició la agricultura intensiva en los años 60.

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      1. Y todo, incomprensiblemente, en aras de un ecologismo mal entendido, artificial y de salón, que pretende proteger la naturaleza y consigue lo contrario.

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