¿Por qué es tan bajo el riesgo de contagio en el interior de un avión?
Un chascarrillo dice que volar es muy peligroso porque hay que llegar en coche hasta el aeropuerto. Algo parecido pasa con la COVID-19: una vez en el interior del avión, estamos en territorio seguro. A continuación expongo el porqué.
La última generación de aviones dispone de un sistema de ventilación muy sólido. Se diseñó de manera profética (o casual) a prueba de pandemias.
Una de las nuevas tareas del comandante del vuelo, en tiempos de COVID-19, es la de comunicar al pasaje el mecanismo de renovación del aire. Su comunicación viene a decir que todo el aire que entra en cabina es estéril porque ha sido sometido a altas temperaturas que destruyen el patógeno del coronavirus. Además, el aire entra en cabina de forma vertical y descendente arrastrando así las partículas hacia el suelo y evitando su movimiento horizontal, por lo que ningún pasajero compartirá su aire con el de al lado.
Ese mismo aire, en su circuito de renovación, antes de volver a cabina pasará por unos filtros iguales a los de los quirófanos eliminando cualquier patógeno. Todo esto se puede ver explicado, en dos minutos, en el siguiente video de Airbus.
El departamento de defensa de los Estados Unidos ha concluido, recientemente, que en el interior de un avión solo el 0,003% de las partículas alcanza la zona de respiración de otro pasajero.
Para incrementar la seguridad habrá que seguir usando mascarillas y manteniendo la separación de 1,5 metros. Por ello es tan importante seguir las recomendaciones que la sobrecargo da en ese sentido: permanezcan sentados todo lo posible, desembarquen por filas, usen las toallitas desinfectantes, etc.
La aviación comercial, efectivamente, está sometida a innumerables servidumbres, huelgas, pandemias, meteorología adversa, conflictos bélicos, terrorismo, restricciones del espacio aéreo, slots de entrada en los aeropuertos etc.
Y poner el avión en vuelo conlleva una ardua labor administrativa. Por si fuera poco, ahora las compañías también son garantes de la aptitud médica de los pasajeros para el vuelo y la cumplimentación de los nuevos formularios. Si el pasajero llegara a destino sin cumplir los requisitos, la compañía deberá pagar elevadas multas.
Como comentaba en el primer párrafo, hasta llegar a nuestro asiento, probablemente habremos tomado un transporte público, facturado en el aeropuerto, soportado una incómoda cola en el arco de seguridad, transitado por el finger. Solo si mantenemos la distancia social (1,5 metros) estaremos fuera del alcance de los aerosoles del posible infectado. Y si bien, el origen del chascarrillo, todo esto lo acentúa. Es fácil observar lo mucho que cuesta cumplir con esta norma, unas veces de manera voluntariamente, otras de manera involuntaria. Por ello, las instrucciones que por megafonía pasa el sobrecargo son muy importantes. Esto nos ayudará a evitar la infección.
Hasta ahora se han elaborado varios estudios, con resultados, sospechosamente dispares, según el patrocinio. Lo cierto es que nuestro colectivo de tripulantes no está por encima de la media de contagios. Hemos vuelto a volar en aviones con más de 300 pasajeros, más de 14 horas, con escasa o nulas bajas.
Al principio de la pandemia, realizábamos numerosos vuelos a China en busca de material sanitario, en vuelos de ida y vuelta de más de 35 horas de actividad continuada, con ocho pilotos en cabina y sin protección, porque el material escaseaba. No hubo notificación de contagios dentro del avión. Esto confirma de manera empírica la eficacia del sistema de ventilación.
La seguridad de volar en pandemia, por D. Antonio Alonso Soria
Comandante de Airbus 350 | Flota de largo recorrido
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