En las sombras de la ciudad, donde la realidad se difumina y los sueños cobran vida, un hombre observaba. Sus ojos, de un gris metálico inquietante, seguían el caos que se desarrollaba como si fuera una sinfonía perfectamente orquestada. Se hacía llamar Janus, y su presencia era como un eco en una habitación vacía: imperceptible,Sigue leyendo «Espejo roto – Capítulo 7: El laberinto de Escher»