Liz abandonó la catedral bajo el cielo encapotado, con el peso del destino que la ciudad le había impuesto. Aun así, algo en su interior le decía que aún no había visto todo, que su papel en esta historia estaba lejos de estar claro. Decidió que, si de verdad estaba destinada a ser la guardianaSigue leyendo «El misterio de Liz en Segovia (Parte IV y última)»