Mariana de Austria sobre Mariana de Austria

No sé si es fiebre o si es Dios que me habla desde dentro, pero mi cuerpo ya no me pertenece. Nunca me perteneció. Fui vientre antes que reina, carne antes que voluntad. Me casaron con un hombre que era mi tío y luego mi esposo, y… después fue sólo un cadáver tibio al que tenía que llamar rey.

Carlos respira mal. Siempre ha respirado mal. Yo lo oigo desde mi cama, aunque esté en otra ala del Alcázar. Cada respiración suya es un recordatorio de mi culpa. Dicen que es la sangre, que la sangre se cerró sobre sí misma como una serpiente que se muerde. Yo también soy esa sangre. Yo también soy el error.

Cuando me nombraron regente, sentí el peso de España como una losa sobre el pecho. No supe llorar en público, pero lloré por dentro hasta quedarme seca. Los consejeros me miraban como se mira a una mujer que no debería mandar. Me hablaban despacio, como si yo fuese una niña o una loca. Quizá ya lo era.

Tengo jaquecas que duran días. Me arde la cabeza como si alguien hubiese encendido una vela dentro del cráneo. Los médicos sangran mis brazos, mis piernas, como si sacando sangre pudieran sacar también el miedo. Y rezo (¡cuánto rezo!), pero no siento consuelo. Rezo y sólo oigo el eco de mis propios pensamientos.

España se deshace mientras yo la acompaño en su desazón. Portugal se ha ido. Francia nos acecha. Todos me señalan. Dicen que soy débil, que soy mujer, que me dejo influir. No saben que cada noche me acuesto pensando que he fallado a un imperio que nunca fue mío.

He parido reyes muertos. He enterrado hijos. He besado frentes frías. Mi vientre es un cementerio. Lleno y vacío. Y aun así, cuando cierro los ojos, sigo viendo coronas.

Me pesa el demonio. Tiene nombre de hombre: Juan José. Dice que estoy poseída. Que un demonio se ha instalado en mi cuerpo y me habla al oído. Él es ese demonio. Él y mi soledad. Juntos me roen por dentro y no se van ni con rezos ni con exorcismos.

Juan José me odia. Nunca lo ha ocultado. Ese bastardo con más poder que yo misma, aun siendo hijo de rey pero no de reina. Me observa como un juez observa a la culpable antes de dictar sentencia. Ha conseguido apartarme de mi propio hijo. Me han encerrado en Toledo como si fuese una amenaza, como si yo fuese la enfermedad.

Tengo ataques, sí. Me tiemblan las manos, me falta el aire, grito sin saber por qué. Y sabiéndolo. Los frailes murmuran latines mientras me sujetan. Me ponen reliquias sobre el pecho. Me dicen que resista. Siempre resistir. Nadie me pregunta qué quiero.

A veces no duermo durante días. Otras, no despierto del todo. Veo sombras. Oigo voces. Veo a Felipe mirándome desde la cama, reprochándome haber sobrevivido. Veo a mis hijos muertos. Veo a Carlos, siempre frágil, siempre ajeno al mundo que le he dejado.

He sido reina, regente, madre, viuda, sospechosa, loca. Pero nunca he sido libre.

Cuando me miro al espejo, apenas me reconozco. Mi rostro está hinchado, mis ojos hundidos. Dicen que es melancolía, que es mal de mujeres. Yo sé que es cansancio. Un cansancio antiguo, heredado.

Si esto es locura, entonces bendita sea. Porque es lo único que me pertenece ya.

Yo, Mariana, reina sin reino, madre sin descanso, escribo esto para no desaparecer del todo.

Aunque nadie lo lea. ¿Acaso alguien me lee?


Mariana de Austria sobre Mariana de Austria
por Carmen Nikol


Publicado por Entrevisttas.com

Entrevisttas.com comienza su andadura sin ánimo de lucro, como el blog personal de Carmen Nikol. Se nutre, principalmente, de entrevistas y artículos realizados por ella misma y por algunos colaboradores. Con el tiempo, desarrolla su sistema de colaboraciones con autores de renombre en diferentes materias como las ciencias, el derecho, la investigación, el deporte... Y busca constituirse como una revista. ¿Quieres colaborar? No dudes en contactar. Todos lo hacemos de forma gratuita.

Deja un comentario