El misterio de la mansión modernista: una saga de engaños y redención (parte II)

La pregunta de Liz resonó en el silencio tenso del ático, mientras la propia Liz comenzaba a sentir un pavor más que notable bajo la presencia de sus anfitriones. Anna y Martín intercambiaron una mirada cargada de significado antes de que Anna respondiera con una voz que mezclaba resignación y un toque de admiración:

—Porque eres la mejor, Liz. Necesitábamos a alguien que pudiera desentrañar el misterio lo suficientemente bien como para convencer a todos, incluso a ti misma, de que nuestra historia era real. Tu reputación te precede, y sabíamos que si lograbas creer en nuestra redención, nadie más cuestionaría nuestra versión de los hechos.

Martín dio un paso adelante, con una máscara de calma estudiada. —Además, tu involucramiento nos dio la cobertura perfecta. Mientras todos estaban pendientes de la fascinante detective que investigaba los misteriosos robos, pudimos mover nuestras piezas sin levantar sospechas.

Liz sintió que el suelo se movía bajo sus pies. Todo en lo que había creído durante los últimos meses se desmoronaba como un castillo de naipes. La detective que se enorgullecía de su agudeza había sido manipulada magistralmente.

—¿Y la llamada anónima? —preguntó Liz, tratando de mantener la compostura—. ¿También fue parte de vuestro plan?

Anna negó con la cabeza. —Eso no fue obra nuestra. Parece que tenemos un jugador inesperado en este juego.

En ese momento, como si fuera una señal, se escuchó el sonido de sirenas acercándose. Liz vio el pánico reflejado en los ojos de Anna y Martín. La situación estaba a punto de explotar, y la detective se encontraba en el epicentro de una tormenta que ella misma había ayudado a crear sin saberlo.

—Tenéis que salir de aquí —dijo Liz, sorprendiéndose a sí misma. A pesar de todo, no podía evitar sentir una punzada de compasión por esta familia desesperada que había arriesgado todo.

Anna la miró con incredulidad. —¿Nos estás ayudando? ¿Por qué?

Liz respiró hondo. —Porque, a pesar de todo, creo que hay algo de verdad en vuestra redención. Pero esto termina aquí. Tenéis una oportunidad para hacer lo correcto.

Martín asintió, con una mezcla de gratitud y determinación en su mirada. —No desperdiciaremos esta oportunidad, Liz. Te lo prometo.

Mientras Anna y Martín se apresuraban a recoger documentos y borrar evidencias, Liz se enfrentó a una decisión crucial. ¿Debía quedarse y enfrentar a las autoridades, arriesgando su propia reputación? ¿O debía desaparecer, dejando que el misterio de la mansión modernista permaneciera sin resolver?

En un impulso, Liz tomó una decisión. Agarró un puñado de documentos que implicaban a los Vidal, pero también a las figuras del crimen organizado detrás de toda la operación. Con esta evidencia, tenía el poder de exponer no solo a la familia Vidal, sino a una red criminal mucho más amplia.

—Voy a compraros algo de tiempo —dijo Liz, dirigiéndose hacia la puerta—. Usadlo sabiamente.

Mientras bajaba las escaleras sinuosas de la mansión, Liz sintió el peso de los documentos en su bolsillo y el peso aún mayor de la responsabilidad sobre sus hombros. Había entrado en esta casa buscando resolver un misterio, y salía de ella llevando consigo secretos que podrían sacudir los cimientos de Barcelona.

Al salir por la puerta principal, se encontró cara a cara con un equipo de policías liderados por el Inspector Javier Mendoza, un viejo conocido y ocasional rival.

—Liz —dijo Mendoza, sorprendido—. ¿Qué haces aquí?

La detective mantuvo la calma gracias a los años de experiencia que le habían ayudado a mantener una fachada de normalidad. —Investigando un caso, Javier. Como siempre. ¿Y tú?

—Recibimos una denuncia anónima sobre actividades ilegales en esta propiedad —respondió Mendoza, estudiando el rostro de Liz—. ¿Has visto algo sospechoso?

Liz sopesó sus opciones en una fracción de segundo. —La casa está vacía —mintió—. Acabo de hacer una revisión completa. Parece que alguien te ha enviado en una persecución inútil, Javier.

Mendoza frunció el ceño, claramente no convencido del todo. —Aun así, tendremos que hacer nuestra propia inspección.

—Por supuesto —asintió Liz—. Pero te advierto, te vas a encontrar con un laberinto ahí dentro. Podrías necesitar un guía.

Mientras Liz guiaba a Mendoza y su equipo por la mansión, asegurándose de llevarlos por un camino que diera tiempo a madre e hijo para escapar, su mente trabajaba a toda velocidad. Sabía que estaba caminando por una línea muy fina entre la ley y el engaño, pero algo en su interior le decía que esta era la decisión correcta.

Después de una búsqueda infructuosa, Mendoza se vio obligado a admitir que la casa estaba, efectivamente, vacía. Mientras los policías se retiraban, Liz se quedó atrás, mirando la mansión una última vez.

En ese momento, su teléfono vibró con un mensaje de un número desconocido: «Gracias. Te debemos más de lo que podemos expresar. Haremos las cosas bien esta vez.»

Liz guardó el teléfono, consciente de que su aventura en la mansión modernista había terminado, pero que una nueva y peligrosa investigación estaba a punto de comenzar. Con los documentos que había tomado, tenía los medios para desenmascarar una red criminal que se extendía mucho más allá de los Vidal. Si lo creía conveniente, lo haría.

Mientras se alejaba de la mansión, Liz reflexionó sobre los giros inesperados que había tomado su vida. Había entrado en este caso como una detective segura de sí misma, convencida de su habilidad para discernir la verdad de la mentira, pero salía de él con la certeza de que la línea entre el bien y el mal, entre la verdad y el engaño, era mucho más borrosa de lo que jamás se había planteado.

La detective que había entrado en la mansión ya no existía. En su lugar, emergía una mujer más sabia, más cautelosa, pero también más determinada que nunca a descubrir la verdad, sin importar dónde la llevara.

Mientras las luces de Barcelona brillaban en la distancia, Liz Yébenes se perdió en las sombras de la noche, llevando consigo los secretos de la mansión modernista y la promesa de una nueva y peligrosa aventura por venir.


Puedes leer El misterio de la mansión modernista:
una saga de engaños y redención (Parte II de II)
(Los misterios de Liz)
por Carmen Nikol


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Publicado por Entrevisttas.com

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