La captura de Alejandro Martín había dado un vuelco a la investigación. Por primera vez, Luján tenía un nombre que apuntaba a la cima de la operación: El Comandante. Aunque era un alias, cada referencia a él mostraba su control absoluto sobre los movimientos de Luz y María García. Era metódico, invisible y, hasta ahora, intocable.
El inspector reunió a su equipo para trazar una estrategia clara.
—Tenemos que identificar a este hombre antes de que pueda moverse nuevamente. Todo apunta a que controla la red desde fuera del país, pero su influencia llega hasta aquí —dijo Luján, señalando un mapa que destacaba los puntos de actividad envenenadora en España.
—¿Y las hermanas García? —preguntó Carmen Ruiz.
—Son la clave para llegar a él. Luz está bajo vigilancia constante, pero aún no conseguimos que diga nada. María sigue ingresada y controlada (aún no le han dado el alta, bajo mi orden). Tenemos que encontrar una manera de presionarlas.
Luján también sabía que no podía confiar únicamente en los testimonios. Necesitaban pruebas sólidas. Por ello, el equipo forense seguía analizando los compuestos químicos y los documentos incautados en los almacenes. Cada pieza del rompecabezas debía encajar perfectamente.
La conexión forense
En el laboratorio, el doctor López presentó nuevos hallazgos. En un informe detallado, describió las sustancias tóxicas recuperadas en las operaciones recientes. Entre ellas destacaban:
- Abrina: detectada en el cuerpo de César y relacionada con envenenamientos anteriores.
- Toxina botulínica: recuperada en pequeñas dosis en uno de los almacenes, altamente letal si se administra correctamente.
- Ricina: encontrada en trazas en los manteles incautados, reforzando la teoría de que los textiles eran vehículos de envenenamiento.
—Esto no es un trabajo improvisado —explicó López a Luján durante una reunión en la sala forense—. Los químicos son precisos y están diseñados para causar el máximo daño con la mínima detección. El uso de múltiples sustancias sugiere no solo conocimiento técnico, sino también acceso a laboratorios avanzados.
—¿Es posible que estas sustancias hayan sido desarrolladas fuera del país? —preguntó Luján.
—No lo descarto. Algunas de ellas son muy difíciles de conseguir en Europa, pero su composición indica que podrían haber sido sintetizadas en un entorno controlado, quizás en laboratorios clandestinos.
Con esta información, Luján amplió la investigación a nivel internacional. La Interpol fue notificada, y se inició una búsqueda en bases de datos de contrabando químico.
Nuevas pistas
Mientras tanto, los agentes encubiertos asignados a Luz comenzaron a notar algo inusual. Aunque permanecía bajo estricta vigilancia, recibía visitas frecuentes de un abogado que, a todas luces, actuaba como mensajero. Cada vez que él salía, Luz parecía más tranquila y segura, como si estuviera recibiendo instrucciones claras.
Luján decidió investigar al abogado, identificado como Eduardo Vergara, un conocido defensor de causas polémicas. Con ayuda de la UDEV, rastrearon sus movimientos y descubrieron que mantenía reuniones regulares con empresarios de alto perfil, muchos de los cuales tenían conexiones indirectas con AgroChem Solutions.
Durante una vigilancia, los agentes siguieron a Vergara hasta un hotel de lujo donde se encontró con un hombre que usaba gafas oscuras y sombrero. Las cámaras de seguridad capturaron imágenes del encuentro, y un análisis facial identificó al hombre como Julián Rosales, un exmilitar con antecedentes penales por tráfico de armas y sustancias químicas.
Luján reunió al equipo nuevamente.
—Julián Rosales podría ser nuestro Comandante. Es un exmilitar con contactos en mercados ilícitos y el perfil perfecto para organizar algo como esto. Tenemos que investigarlo a fondo.
La redada
Con una orden de arresto en mano, Luján y su equipo planearon una redada en el domicilio de Rosales, ubicado en una finca aislada en la sierra. El lugar estaba fortificado, con cámaras y un sistema de seguridad avanzado. Era evidente que Rosales no era un simple intermediario.
La operación se llevó a cabo en la madrugada. Equipos tácticos rodearon la propiedad mientras Luján dirigía el operativo desde un puesto de mando móvil. Después de una breve resistencia, Rosales fue detenido junto a varios de sus colaboradores.
Dentro de la finca, los agentes encontraron un laboratorio químico completamente equipado, así como documentos que detallaban los próximos objetivos de la red. También hallaron registros de transferencias a cuentas vinculadas a Luz y María García.
Entre los papeles, una carta llamó la atención de Luján . Estaba firmada por L y contenía instrucciones precisas sobre cómo distribuir los químicos durante eventos masivos.
—Esto confirma la conexión directa entre Rosales y las hermanas García —dijo Luján al capitán Salazar mientras revisaban los documentos.
Luz bajo presión
Con Rosales bajo custodia, Luján volvió a centrar su atención en Luz. Ahora tenían pruebas irrefutables de su implicación, pero ella seguía negándose a hablar. Luján decidió enfrentarse a ella personalmente.
—Luz, sabemos que trabajabas para Rosales. Tenemos tus transferencias bancarias, tus instrucciones y tus registros. ¿Qué sentido tiene seguir callando?
Luz lo miró con frialdad.
—No sabes nada, inspector. Todo lo que tienes son piezas sueltas de un rompecabezas que nunca podrás completar.
—Te equivocas. Tenemos suficiente para encerrarte el resto de tu vida, pero aún puedes ayudarnos. Si cooperas, tal vez podamos negociar algo mejor para ti.
Luz sonrió, pero no dijo nada más. Luján sabía que estaba esperando algo, quizás una señal de Rosales o una oportunidad para escapar. Sin embargo, con cada paso que daba, la red que ella y su hermana habían tejido se desmoronaba lentamente.
Las piezas encajan
En las semanas siguientes, la investigación avanzó a toda velocidad. Los análisis financieros, los interrogatorios a colaboradores y la evidencia incautada en la finca de Rosales comenzaron a encajar como las piezas de un rompecabezas. Todo apuntaba a que las hermanas García no solo eran ejecutoras dentro de la red, sino también piezas clave en su diseño.
El próximo objetivo de Luján era claro: demostrar la conexión directa entre María, Luz y Julián Rosales. Pero en el fondo, el inspector sabía que aún había algo más. Una pieza clave que todavía se le escapaba.
En su oficina, mientras revisaba las fotografías de los documentos incautados, Luján volvió a mirar la carta firmada por L. Una idea comenzó a formarse en su mente.
—¿Y si Luz no es el único cerebro detrás de esto? ¿Qué papel juega realmente María?
La sensación de que algo aún no cuadraba lo perseguía, y estaba decidido a llegar al fondo de todo. Necesitaba dormir tranquilo y aún no lo había conseguido durante todo este tiempo. Su mujer estaba ya desesperada con su inestabilidad en la cama. Solía levantarse cada noche, inquieto, y se sentaba frente a un mural que había desarrollado en su oficina. Por el bien de la familia y de todos los que pudiesen salir perjudicados por esta terrible trama, debía descansar…
El sabor de la culpa
Capítulo 14: El Comandante
por Carmen Nikol
Capítulo anterior: AgroChem Solutions
Capítulo posterior: Un vínculo en la oscuridad
LICENCIA: © 2025 | CC BY-NC-N
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