Espejo roto – Capítulo 22: El vuelo del cuervo

Luna se encontraba en una pequeña sala de interrogatorios, rodeada de paredes grises y luces frías que parecían intensificar el silencio denso que reinaba en el ambiente. Frente a ella, el abogado que Janus había enviado, un hombre de expresión seria y semblante tranquilo que se ajustaba las gafas mientras revisaba unos papeles en su portafolio de cuero. Su nombre era Alessandro, y aunque era nuevo para Luna, su presencia transmitía la profesionalidad que caracterizaba a los aliados de Janus. Pero había algo inquietante en su forma de mirarla que no terminaba de convencerla.

—Señorita De Castro —dijo Alessandro en un susurro apenas audible, aprovechando la cercanía entre ellos—, mantenga la calma y limite sus respuestas. La situación es delicada, pero estamos preparados para lidiar con esto.

Luna asintió, captando el mensaje implícito en su tono. La orden de Janus era clara: nada de respuestas innecesarias. Alessandro continuó hablando en voz baja, mirándola de forma que no dejara dudas de la gravedad de la situación.

—Por el momento, no se preocupe. Estamos trabajando en su liberación y pronto tendrá noticias de Janus —le aseguró, aunque ella notó que, a pesar de su fachada, una sombra de duda parecía deslizarse por su expresión.

Luna sabía que el margen de error del que disponían era nulo. En silencio, comenzó a repasar mentalmente cada paso de su viaje a Abu Dabi y los documentos que había manejado, tratando de identificar algún posible fallo en el protocolo que Janus había diseñado. Pero cada detalle había sido meticulosamente planificado, al menos en apariencia. Aun así, algo había salido mal, y ahora se encontraba atrapada en una situación que no habían acabado de prever.

Tras unos minutos, Alessandro solicitó oficialmente que Luna fuera trasladada a una celda de detención mientras procuraba avanzar hacia una pronta y beneficiosa resolución. Los agentes aceptaron, pero ella percibió una leve sonrisa de satisfacción en el rostro de uno de ellos, como si ya dieran por sentado que la tenían bajo control.

Horas después, Luna se hallaba en una pequeña celda, una estancia angosta y sombría donde apenas entraba la luz del pasillo. La soledad de la celda intensificaba sus pensamientos, que volaban de un lado a otro, buscando una explicación a cómo había acabado en esa indeseable estancia. Aunque la red de Janus siempre había funcionado de manera impecable, en esa ocasión debían descubrir el origen del fallo y solventar el problema antes de que todo el equipo quedara comprometido. En todo caso, era raro que fuese ella sola la detenida, así como el hecho de que Sandra se hubiese quedado dos días más en Abu Dabi.

A media tarde, una guardia se acercó a su celda y le entregó un sobre pequeño. Al principio, Luna sintió una mezcla de sorpresa y desconfianza. ¿Correspondencia en la cárcel? Sin embargo, al abrirlo, reconoció de inmediato el papel fino y el código encriptado que aparecía en su interior. Janus siempre había sido extremadamente precavido y había creado este sistema de comunicación para casos de emergencia.

Activa protocolo sombra, decía el mensaje cifrado. La orden era clara: debía desaparecer, volverse prácticamente invisible para el equipo y operar con la máxima discreción. Funcionar con su abogado y no hablar hasta el juicio, de darse el caso. Esto implicaba que Janus estaba activando medidas extremas para mantener la seguridad de todos. La situación era más grave de lo que había imaginado.

Esa noche, la guardia le informó que tenía derecho a una llamada. Luna lo consideró un posible riesgo, pero también una oportunidad para contactar a alguien de confianza. Con voz calmada, pidió comunicarse con un número que solo Janus y Lena conocían. Al escuchar la voz del receptor, Luna utilizó las palabras clave acordadas.

—Necesito que el cuervo esté en el nido para el amanecer —murmuró, midiendo cada palabra.

Tras una breve pausa, la respuesta llegó con un tono sereno, aunque cargado de significado.

—El cuervo ya está volando hacia el nido. Prepárate para la niebla.

Entendió que un plan de extracción estaba en marcha, pero los detalles eran inciertos. La niebla, según su código, significaba que alguien del equipo intentaría sacarla de la cárcel de una manera poco convencional, tal vez durante el traslado a una instalación judicial.

Esa noche, consiguió dormir. Nunca le habían fallado y consideraba que, si todo el plan de Janus se había creado para darle a ella la oportunidad de vivir sin miedo a ser detenida por el ataque a Mateo, no iba a ser así como debía acabar.


Espejo roto – Capítulo 22
El vuelo del cuervo

por Carmen Nikol


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