Luna se despertó inquieta. Desde que había hablado con Janus esa madrugada, una duda persistente la atormentaba: ¿hasta qué punto él era sincero con ella? ¿Acaso tenía a Lena tan atrapada como la tenía a ella misma? Luna se había acostumbrado a su relación con Janus, pero esa cercanía constante, casi obsesiva, le despertaba recelos. Tenía que hablar con su hermana, comprender realmente lo que estaba sucediendo entre ambas y, si fuera necesario, advertirle.
Al día siguiente, Mateo y Lena les visitaron en la casa de la playa. Al abrirle la puerta, su hermana le dedicó una sonrisa amable mientras se fundían en un abrazo. La tensión entre ellas, sin embargo, no dejaba de acecharlas. La falta de comunicación desde su reencuentro, comunicación de tú a tú, sin intermediarios, les pesaba de algún modo.
—¿Cómo estás, Luna? —preguntó Lena, intentando ocultar una pizca de incomodidad y apartándola, como si fuesen a maquillarse al lavabo. Algo que, sin duda, a quien incomodaba era a Janus.
—No sé, Lena —respondió Luna, exhalando con frustración—. No estoy bien. Quiero entender lo que pasa aquí, entre nosotras, entre tú y Janus.
Lena la miró, captando la seriedad en su expresión. Sabía que, en algún momento, esta conversación llegaría.
—Yo también tengo preguntas, Luna. Esta situación es ventajosa, pero no es fácil. Nos ha puesto a las dos en posiciones que nunca imaginamos. Pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, pase lo que pase. Necesitaba decírtelo. No quiero volver a cometer los errores de antes. No quiero que me sufras más ni que me puedas malinterpretar.
Luna asintió, tratando de suavizar su expresión, aunque aún había cierta desconfianza en su mirada. Había una fragilidad en sus ojos, un rastro de lo que había sido su relación en el pasado, antes de que los celos y la inseguridad las separaran.
—No quiero perderte de nuevo, Lena. Sé que Janus ha hecho mucho por mí, y en muchos sentidos, le debo estar aquí, fuera de problemas. Pero no quiero que se interponga entre nosotras. Ni él ni sus juegos.
Lena observó a su hermana detenidamente, comprendiendo la mezcla de recelo y deseo de cercanía que emanaba de ella. No podía culparla: el pasado había dejado heridas profundas, y Janus, con su forma de manejar las cosas, no hacía sino reavivarlas de vez en cuando. Sin embargo, sentía que ahora, como adultas, ambas podían enfrentarse a esta situación con madurez. Pasar página y seguir con el plan de negocios.
—Luna —dijo Lena con firmeza, colocando una mano sobre la suya—, creo que nos merecemos otra oportunidad de entendernos, sin que nadie interfiera. Podemos trabajar en esto, en nosotras, y asegurarnos de que esta vez, no dejamos que nada ni nadie nos separe. Pero, sin fallar a nuestros, sus, planes. Al fin y al cabo, es quien te está ayudando más.
Luna soltó un suspiro largo, sintiendo que algo se deslizaba de sus hombros, al menos por un momento. No había hablado de este modo con Lena en años. La presencia de Janus entre ellas había sido un catalizador para enfrentar estos sentimientos, para revisar su relación y ver si aún había algo que salvar y afianzar.
—Pero, Lena, debo saber algo: ¿Qué esperas tú de Janus? Porque, sinceramente, no sé si podemos seguir adelante si… si me siento traicionada nuevamente.
Lena apartó la vista por un segundo, dándose un momento para ordenar sus pensamientos.
—Es complicado, Luna. No puedo negar lo que Janus significa para mí en este momento, pero tampoco quiero que se vuelva una barrera entre nosotras. Estoy dispuesta a priorizar nuestra relación, porque, después de todo lo que hemos pasado, lo único que realmente quiero es que tú y yo estemos bien. Que esta vez podamos ser un equipo, sin malentendidos ni rencores. Pero, sospecho que lo que imaginas es cierto. Janus y yo mantenemos una relación. Nuestra pasión es parte de mi sentido vital. La necesito.
Luna, contrariada, sintió una calidez inesperada en el pecho, una cercanía que hacía tiempo no experimentaba, a la vez que una intensa sensación de frustración y celos. Esa sinceridad le dio una nueva perspectiva y le hizo ver que su hermana estaba realmente comprometida en superar cualquier conflicto que surgiera, pero ¿cómo podían manejar esa pasión compartida con Janus y más sabiendo que era Janus quien había buscado a cada hermana? Esto último… lo tenía clarísimo.
—Lena, imagino que sabes que Janus nos comparte y que es probable que ambas estemos enganchadas a él del mismo modo.
Lena usó su típico gesto al asentir.
—Lo sé desde el principio. Sabía que estabais juntos cuando comenzó a cautivarme, pero me pareció parte del precio a pagar por salvarte: si te lo decía, era probable que regresases a tus celos indomables. Prefería que pasara el tiempo y te sintieses más segura con él y conmigo. Esto no es lo mismo que con Mateo. Yo necesito a Janus y tú, sin duda, también. Así que, con este nuevo marco, conociendo ambas lo que ocurre y encaminadas cada una con nuestro papel dentro del marco de negocios que nos ha planteado… ¿qué deseas hacer?
Luna se quedó parada, con la mirada sobre su hermana y cerró la boca como si fuese una niña que no quiere soltar palabra.
Espejo roto – Capítulo 13
Reconciliaciones y acuerdos
por Carmen Nikol
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