Desde los albores del ejército romano siempre hubo tensiones entre los altos mandos militares de linaje patricio (tribunos y cónsules) con los mandos intermedios de origen plebeyo (optios y centuriones). El motivo era obvio: derivado de su clase social y experiencia, la clave estaba en la lejanía o cercanía a las tropas y las operaciones tácticas. Fueron muchos los desastres militares cuyo motivo fue la inoperancia o carencia de visión de los altos mandos patricios (como las grandes derrotas de Cannas o Arausio, por poner dos ejemplos de ineptitud que costaron miles de vidas a la República Romana), y muchos fueron los mandos plebeyos que evitaron otros sonados desastres con sus actuaciones personales (como el centurión Esceva en la batalla de Dirraquio, donde salvó la vida del propio Julio César gracias a su arrojo contra el enemigo).
En el mundo empresarial actual, aunque muy distinto a la rigidez del antiguo ejército romano, todavía nos encontramos en ocasiones con problemas similares, donde el alto mando de origen patricio (formado en Universidades Privadas, con una pléyade de Masters a su espalda y el perfil de Linked In a reventar de títulos) toma decisiones que no haría en su sano juicio un mando de origen plebeyo (cuyo éxito está basado en la meritocracia, experiencia sobre campo y dura promoción desde la base).
Los tribunos tenían un rango más alto que los centuriones, su papel solía ser más administrativo y estratégico, y su experiencia en combate solía ser inferior a la de los centuriones. Veamos varias razones para optar por un perfil centurión (holgada experiencia en sector y/o gremio) en lugar de un perfil tribuno (formación universitaria y mucha teoría) en tu departamento de marketing y ventas, utilizando como símil el mundo militar romano:
- Experiencia en combate: los centuriones solían tener una vasta experiencia en el campo de batalla, ya que ascendían desde las filas de los soldados rasos (dicho de forma coloquial, eran cocineros antes que frailes). Estaban acostumbrados a liderar tropas en situaciones de combate adversas y tomaban decisiones tácticas rápidas.
- Proximidad con las tropas: los centuriones eran más cercanos a los soldados (que serian los comerciales o agentes de ventas de la empresa), lo que les daba un mejor entendimiento de las necesidades, la moral y las capacidades de las tropas. Esto les permitía gestionar mejor a sus hombres en el campo de batalla… y sabían hasta donde poder exigirles.
- Disciplina y autoridad directa: los centuriones eran conocidos por ser extremadamente disciplinados y estrictos, lo que aseguraba que las órdenes se ejecutaran sin cuestionamientos. Su autoridad era más palpable a nivel táctico, donde ningún mando superior interactuaba con las tropas.
- Capacidades tácticas a nivel de legión: un centurión comandaba directamente unidades más pequeñas (centurias) dentro de la legión y estaba acostumbrado a liderar en operaciones tácticas a nivel de campo, lo que los hacía más eficientes en situaciones inmediatas y concretas.
- Confianza de los soldados: debido a su experiencia compartida y su interacción constante con las tropas, los centuriones solían gozar de la confianza y el respeto de los soldados, lo que podía ser crucial para mantener el orden y la cohesión en situaciones difíciles (conservar el espíritu de combate de comerciales y agentes, aun en tiempos convulsos).
- Manejo de crisis en el campo de batalla: los centuriones, debido a su experiencia y su presencia constante en las líneas de combate, eran expertos en reaccionar rápidamente ante cambios inesperados en el campo de batalla. Sabían cómo reorganizar tropas, reforzar líneas o aprovechar debilidades del enemigo en tiempo real. Esto se aplica hoy en día siendo capaz de hacer un DAFO rápido y tomar medidas a corto que salven una situación complicada.
- Ejemplo de liderazgo: los centuriones lideraban desde el frente, siendo figuras visibles y activas en combate. Su presencia en las primeras líneas no solo motivaba a los soldados, sino que también infundía temor en el enemigo. Su liderazgo era práctico y directo. El conocimiento en campo de producto, tanto propio como ajeno, y las acciones de venta cotidiana crean una visión real de mercado que se ajusta mejor a las necesidades de las fuerzas comerciales.
- Mejor conocimiento de la logística diaria: aunque los tribunos podían encargarse de decisiones estratégicas a nivel más alto, los centuriones gestionaban los detalles del día a día, desde la formación y entrenamiento de las tropas hasta la supervisión de las marchas, campamentos y asignaciones específicas. Esto les daba un control mayor sobre la efectividad operativa. Como reza el dicho popular, “el demonio se esconde en los detalles”, y esos detalles en frecuentes ocasiones los ignoran los mandos superiores sin experiencia directa en campo.
- Relación con otros oficiales subalternos: los centuriones conocían bien a otros oficiales de bajo rango y estaban acostumbrados a trabajar en coordinación con ellos. Esto facilitaba una mayor unidad en las decisiones tácticas y la implementación de órdenes. Una centuria, compuesta por un centurión, un optio (suboficial) y ochenta hombres, se comportaba como una unidad independiente, compartiendo esfuerzos y visión con su mando directo. Seis centurias conformaban una cohorte, unidad básica militar, también comandada por un centurión condecorado (Primus Pilus). Para la tropa, el único mando capaz de dar ordenes realistas era quien luchaba, sufría y sangraba con ella.
- Conocimiento del terreno y del enemigo: Al estar más involucrados en las maniobras diarias, los centuriones tenían una mejor comprensión del terreno, del comportamiento del enemigo y de las condiciones del campo de batalla, lo que les permitía ajustar tácticas sobre la marcha y aprovechar las ventajas estratégicas. Hoy lo llamamos benchmarking, otro anglicismo más del inglés comercial que hemos asumido todos. Aquellos centuriones ya lo aplicaban, reconociendo a fondo al enemigo para descubrir su Talón de Aquiles. Recuerdo el ejemplo de cómo Quinto Sertorio aprendió celta para infiltrarse tras las líneas enemigas, descubrir cuáles eran sus planes para poder desarticularlos en el posterior combate.
Es decir, tanto en el antiguo ejército romano como en las grandes empresas actuales, si se necesita un liderazgo práctico, experimentado y cercano a las tropas para ejecutar con eficacia tácticas en situaciones inmediatas, un rol centurión será la mejor opción frente a un rol tribuno, cuyo papel estratégico y de supervisión general chocará con la realidad operativa de la empresa y quienes la defienden en primera línea.
Además de lo mencionado, otras consideraciones que podrían inclinar la balanza a favor de enviar un centurión incluyen:
- Adaptabilidad en combate: los centuriones, al haber pasado por diversas situaciones de batalla, solían ser más adaptables. Eran capaces de modificar tácticas y formaciones dependiendo del desarrollo del conflicto, sin necesidad de esperar nuevas órdenes de oficiales superiores.
- Mayor enfoque en la disciplina militar: los centuriones eran conocidos por su rigurosidad en mantener el orden y la disciplina entre los soldados. En momentos de crisis o fatiga, su capacidad para mantener a las tropas en línea era invaluable. El control que ejercían en momentos de tensión podía hacer la diferencia entre la victoria y la derrota.
- Capacidad para inspirar lealtad y respeto: a través de sus acciones en el campo y su constante presencia junto a los soldados, los centuriones eran capaces de inspirar un profundo respeto y lealtad de sus hombres. Esto podía ser decisivo en situaciones donde la moral de las tropas pudiera verse comprometida.
- Ejecutor de las estrategias de los tribunos: aunque el tribuno podría ser el responsable de formular estrategias generales, era el centurión quien tenía el conocimiento y la autoridad práctica para ejecutarlas con precisión. Los centuriones traducían las órdenes abstractas en acciones concretas y efectivas sobre el terreno.
- Autonomía en situaciones críticas: en muchas ocasiones, los centuriones tenían que actuar de manera autónoma, especialmente cuando las comunicaciones con los oficiales superiores se interrumpían o no había tiempo para recibir nuevas instrucciones. Esto los hacía sumamente valiosos en situaciones de combate rápido y fluido, donde la capacidad de tomar decisiones inmediatas podía salvar vidas y garantizar el éxito.
Queda claro que elegir a un centurión en lugar de un tribuno tiene ventajas significativas en situaciones tácticas, de combate directo y cuando es necesario un liderazgo fuerte y presente en el campo de batalla. Su combinación de experiencia, cercanía con las tropas y habilidades tácticas los convierte en líderes efectivos en situaciones de alto riesgo.
Visto todo lo anterior, y para ser equitativos, no todo son ventajas utilizando el modelo militar romano en una empresa actual. Estos son diez puntos que contrastan la operativa del mundo empresarial actual con las antiguas legiones romanas:
- Estructura jerárquica:
- Legiones romanas: tenían una jerarquía rígida y claramente definida, con roles desde los soldados hasta los centuriones, tribunos y legados. La cadena de mando era estricta y centralizada.
- Mundo empresarial actual: aunque muchas empresas siguen una estructura jerárquica, las organizaciones modernas tienden a ser más flexibles, con modelos más horizontales en algunos casos y enfoques colaborativos.
- Motivación y recompensas:
- Legiones romanas: la motivación era principalmente por honor, disciplina y recompensas materiales, como botines de guerra y tierras al retirarse.
- Mundo empresarial actual: la motivación incluye factores monetarios (salarios, bonificaciones) pero también elementos como reconocimiento, desarrollo profesional y satisfacción personal.
- Formación y entrenamiento:
- Legiones romanas: los soldados recibían un entrenamiento físico y táctico intenso para estar listos para la batalla, con una fuerte base en la repetición y la disciplina.
- Mundo empresarial actual: la formación incluye capacitación técnica, habilidades blandas y desarrollo profesional continuo, con énfasis en la adaptación a entornos cambiantes y el pensamiento innovador.
- Objetivos y resultados:
- Legiones romanas: los objetivos eran principalmente la conquista, la expansión del imperio y la defensa territorial, con resultados medidos en victorias o derrotas en combate.
- Mundo empresarial actual: los objetivos son la creación de valor, la rentabilidad, la innovación y la satisfacción del cliente. El éxito se mide a través de indicadores como las ganancias, el crecimiento de mercado y el impacto social.
- Adaptabilidad al cambio:
- Legiones romanas: eran altamente organizadas, pero relativamente lentas para adaptarse a cambios estratégicos y tecnológicos. Operaban con una mentalidad de conquista prolongada.
- Mundo empresarial actual: la capacidad de adaptarse rápidamente al cambio es clave. Las empresas exitosas deben reaccionar ante cambios de mercado, tecnología, regulaciones y comportamiento del consumidor en tiempo real.
- Comunicación interna:
- Legiones romanas: la comunicación se basaba en mensajeros, señales visuales y orales en el campo de batalla, y estaba estrictamente centralizada y formal.
- Mundo empresarial actual: las empresas modernas usan múltiples canales de comunicación, desde correos electrónicos hasta plataformas colaborativas, con un flujo de información más rápido y flexible.
- Liderazgo:
- Legiones romanas: el liderazgo era autoritario y basado en la disciplina. Los líderes, como los centuriones, ejercían un control directo sobre sus hombres.
- Mundo empresarial actual: el liderazgo se inclina hacia el estilo participativo o de servicio, donde el enfoque está en inspirar, motivar y empoderar a los empleados, fomentando la innovación y la toma de decisiones autónomas.
- Innovación:
- Legiones romanas: aunque utilizaban tácticas militares sofisticadas y avances tecnológicos (como la construcción de fuertes y armas), la innovación era más lenta y dependía de la expansión territorial.
- Mundo empresarial actual: la innovación es uno de los pilares fundamentales. Las empresas invierten en investigación y desarrollo, adoptan nuevas tecnologías rápidamente y constantemente buscan mejorar procesos y productos.
- Diversidad y talento:
- Legiones romanas: aunque reclutaban soldados de diferentes regiones del imperio, la diversidad no era un factor relevante en términos de ideas o experiencias. El enfoque estaba en la uniformidad y el cumplimiento de órdenes.
- Mundo empresarial actual: la diversidad es vista como una fortaleza. Se valora la inclusión de diferentes culturas, géneros y perspectivas como una fuente de innovación y creatividad en la toma de decisiones.
- Propósito y visión:
- Legiones romanas: el propósito era claro y directo: la expansión y defensa del imperio. La visión estaba alineada con el poder y el control territorial.
- Mundo empresarial actual: las empresas modernas suelen tener un propósito más amplio, que puede ir desde generar valor para los accionistas hasta tener un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente. La visión es a menudo de largo plazo y centrada en la sostenibilidad.
Concluyendo: mientras que las legiones romanas se centraban en la disciplina, el orden y el control territorial, el mundo empresarial actual gira en torno a la adaptabilidad, la innovación, la diversidad y el liderazgo participativo. Ambos sistemas operan con jerarquías, pero los contextos, las herramientas y los objetivos son notablemente diferentes…
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¿Tribunos o Centuriones?
por Gabriel Castelló

Genial el parelismo entre ejército romano y empresas. Algunas de las semjanzas podrían extrapolarse también a la organización y funcionalidad de nuestros impresentables partidos políticos
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