Precisiones sobre la historia del descubrimiento de una mina de wolframio en Ciudad Real y sus implicaciones en el panorama minero español

Desde hace varios meses, son frecuentes en la prensa las informaciones relativas al sector minero, con noticias referidas a la puesta en explotación de nuevos yacimientos o la reapertura de minas que se encontraban inactivas desde hace años. Además, cambiando la tendencia que había tenido continuidad desde hace varias décadas, estas noticias no han tenido siempre (como había ocurrido anteriormente) tintes negativos, presentando sistemáticamente a la minería como una actividad depredadora del medio ambiente e innecesaria, porque el reciclaje sería suficiente para el abastecimiento de materias primas minerales. Por el contrario, muchas de las informaciones recientes, dan la bienvenida a las nuevas explotaciones como imprescindibles para el funcionamiento de la industria española y europea, disminuyendo su vulnerabilidad por la arriesgada dependencia de suministros extranjeros que son potencialmente muy vulnerables, y siendo además compatibles con la conservación medioambiental.

Paisaje minero rehabilitado (Corta Emma, Puertollano, Ciudad Real)

Sin duda, esta nueva tendencia ha venido inducida por el radical cambio de postura de la Unión Europea hacia la industria extractiva, que, del mismo modo que ocurrió con la energía nuclear, ha pasado de la noche a la mañana de estar olvidada (por no decir perseguida) a ser considerada como imprescindible. La consecuencia inmediata del reconocimiento de esta necesidad, ha sido la aprobación de la Ley Europea de Materias Primas Críticas, que intenta estimular la búsqueda de dichos minerales en territorio europeo, lo que ha conducido en España a la preparación de un Plan de Acción para la Gestión Sostenible de las Materias Primas Minerales, actualmente en elaboración.  En este contexto, uno de los yacimientos que más ha llamado la atención de la prensa es el proyecto de El Moto (Abenójar, Ciudad Real), que ha sido objeto de numerosas noticias, como puede comprobarse por ejemplo en El Español, Huffingtonpost o El Debate.

Estas informaciones están plenamente justificadas puesto que, de acuerdo con los datos hechos públicos por la empresa titular de la nueva mina (Abenójar Tungsten S.L.), las reservas del yacimiento ascienden a 91 millones de toneladas de mineral de wolframio con una ley media de 0,44% WO3 y 1,2 millones de onzas de oro. Estas cantidades, a fecha de hoy, indican que El Moto representa el mayor yacimiento de Europa de este mineral.

Ejemplar de scheelita (wolframato de calcio), utilizada como mena para la obtención del wolframio

Debe recordarse que el wolframio está incluido en la lista de sustancias estratégicas y críticas de la Unión Europea, ya que se trata de una materia prima indispensable para la industria aeroespacial, la defensa y la producción de tecnologías limpias. Actualmente Europa es dependiente de suministros externos para abastecerse de wolframio, y en su mayor parte provienen de China, que es el mayor productor mundial. Esta situación es altamente preocupante ya que China ha iniciado recientemente una preocupante política de restricciones a sus exportaciones minerales. Por ello, no es de extrañar que la puesta en explotación de El Moto represente una excelente noticia para la industria española y europea. Sin embargo, no todas las informaciones aparecidas sobre este yacimiento son correctas. El pasado sábado 4 de abril, en el periódico El Mundo se publicó un artículo donde se describía el hallazgo del yacimiento del siguiente modo (sic): En los años 80, se realizó una campaña de exploración en esta zona. Buscaban plata y plomo, que era lo que les interesaba en ese momento. Fueron acortando una zona por anomalías que llevaban a la zona de El Moto. Finalmente realizaron una campaña de sondeos y cuando analizaron, casi de casualidad lo encontraron. Fue una sorpresa. Algo así como un «ostras, qué hay concentraciones muy altas de wolframio». Y claro, eso quedó registrado. Que habían encontrado ellos eso, pero como tampoco era el objetivo de esa exploración, porque iban buscando otra cosa, quedó como archivado. Sin embargo, esta descripción no se ajusta a la realidad y contiene tres importantes errores:

  • La zona de El Moto nunca fue una zona seleccionada para prospectar plomo. Es cierto que en los primeros años de la década de los 80 del pasado siglo, como consecuencia del descubrimiento en los alrededores de Almadén del yacimiento de Navalmedio (plomo, cinc y plata), la empresa Minas de Almadén y Arrayanes S. A. (MAYASA) realizó una campaña de exploración para esos metales. Como parte de esa campaña, se recopiló información bibliográfica sobre la presencia de este tipo de minerales en un área muy extensa, incluyendo el término municipal de Abenójar. Dichas informaciones fueron posteriormente verificadas sobre el terreno.  Las primeras informaciones sobre la zona de El Moto se encontraron en una publicación de principios del siglo XX, donde se mencionaba la existencia, en el paraje denominado Arroyo de la Virgen, de labores mineras sobre algunos filones conteniendo mineral de arsénico e indicios de oro. La zona fue visitada por geólogos del Departamento de Geología de MAYASA en 1984, comprobando que realmente existían pequeños trabajos mineros antiguos, realizados sin explosivos, pero de escasa entidad. Las observaciones realizadas y los análisis de las muestras recogidas indicaron que aquella zona carecía de interés para los minerales de plomo, cinc y plata que se estaban prospectando, por lo quedó descartada. No obstante, como consecuencia de aquellas observaciones, quedó registrada la existencia en la zona de rocas graníticas, lo que cobraría gran interés algunos años más tarde.
  • El hallazgo del wolframio en El Moto no fue una sorpresa. Hacia el final de los años 80, en el marco de una nueva campaña de exploración con objetivos más amplios, MAYASA comenzó la búsqueda de mineralizaciones de estaño y wolframio asociadas a cuerpos graníticos. Desde esta perspectiva, los datos anteriormente recopilados en el área de El Moto adquirieron un nuevo atractivo. Se realizó un detallado estudio de la zona, con una nueva visión, que culminó con el planteamiento de los primeros sondeos de reconocimiento. No fue sencillo conseguir de los propietarios del terreno la autorización para acceder a donde debían realizarse los trabajos. Después de arduas negociaciones, tan sólo fue posible perforar dos sondeos, que detectaron la mineralización de wolframio a una profundidad relativamente somera. Por lo tanto, no puede decirse que este hallazgo fuese inesperado, ya que era el objetivo de la prospección, aunque si produjo cierta sorpresa la abundancia relativa del wolframio respecto del estaño.
  • La zona nunca fue archivada o abandonada porque, en realidad, los buenos resultados obtenidos en aquellos primeros sondeos demostraron el potencial del área de El Moto, lo que animaba a insistir realizando nuevas perforaciones. Sin embargo, durante varios años fue imposible conseguir las autorizaciones necesarias acceder a la zona y la prospección quedó paralizada, aunque MAYASA continuó siendo titular de la correspondiente concesión. Es necesario recordar que, en aquellos momentos, la industria minera estaba atravesando momentos difíciles, como consecuencia sobre todo de los bajos precios de los metales, por lo que la práctica totalidad de las minas de estaño y wolframio españolas habían ya cerrado. Por eso, teniendo en cuenta el escaso interés económico que en aquellos momentos el yacimiento ofrecía a corto o medio plazo, años más tarde, MAYASA decidió ceder los derechos a otro concesionario. Pero en ningún caso la concesión fue archivada, olvidada o abandonada

Para corregir estas informaciones erróneas, se envió una nota a un periódico local donde fue inmediatamente publicada (MiCiudadReal), describiendo la verdadera historia del hallazgo.  

Esa misma nota fue también remitida al periódico El Mundo para que, en caso de que fuese considerado pertinente, procediese a publicar las correcciones correspondientes. Pero, después de dos meses de espera, no se ha producido ninguna rectificación.

Así pues, el primer objetivo de este artículo es reivindicar que el descubrimiento de El Moto no fue una serendipia fruto de la casualidad, sino un logro técnico que permitió descubrir un yacimiento totalmente virgen, oculto por una espesa capa de sedimentos, en una zona alejada de los dominios tradicionalmente asociados a la minería del wolframio, aunque las circunstancias de la época impidieran culminar el éxito con su puesta en explotación. Y ese logro fue posible gracias al trabajo realizado por el Departamento de Geología de MAYASA, utilizando las técnicas más avanzadas en exploración minera disponibles en aquellos momentos. Así quedó reflejado en la prensa de la época, como puede comprobarse en la noticia publicada por Cinco Días el 15 de mayo de 1990.

Pero aportar precisiones y correcciones sobre el descubrimiento de El Moto no es la única reivindicación que pretende el presente artículo. Es indudable que la puesta en explotación de este yacimiento es una excelente noticia para la industria europea y española y que, además, tendrá un impacto muy positivo en la economía de la comarca de Abenójar. Pero esta buena noticia, incluyendo la justificada felicitación a la empresa Abenójar Tungsten S.L. por su éxito en el desarrollo del proyecto, no debe impedir el reconocimiento del esfuerzo que en su día realizó MAYASA para el hallazgo de este yacimiento. Ni tampoco, olvidar que la inversión económica realizada para la exploración de El Moto fue realizada con fondos estatales, y que la historia anteriormente descrita ha permitido que (por dejación, por pasividad, por desidia o por incompetencia de la Administración) una empresa privada se beneficie de este descubrimiento sin haber asumido los riesgos ni las inversiones implícitos en las actividades de exploración minera.

Es necesario recordar aquí que la minería es  una actividad de alto riesgo económico, y que este riesgo se concentra principalmente en las fases iniciales, es decir, en la búsqueda y localización de nuevos yacimientos, donde se requieren inversiones muy costosas y con baja probabilidad de éxito. Las estadísticas a nivel mundial indican que, como promedio, tan sólo uno de cada cien proyectos de exploración, una vez localizado el yacimiento y después de la fase de cubicación y estudios de viabilidad, llegan a alcanzar la condición de minas explotables. Por eso, acceder a una concesión donde la exploración previa ha localizado ya un yacimiento, supone una considerable reducción de ese riesgo.

Comentar aquí el origen del capital invertido en exploración minera, es muy pertinente en el presente contexto del sector minero español. Como se ha mencionado anteriormente, está actualmente en elaboración el Plan de Acción para la Gestión Sostenible de las Materias Primas Minerales. Dicho plan prevé la revisión bajo la óptica actual de una ingente cantidad de datos geológico–mineros que desde hace décadas (desde el punto de vista de la exploración minera), duerme pasivamente en archivos y litotecas, y que deberá ser nuevamente estudiada y evaluada con ojos nuevos, desde una nueva perspectiva. Porque la situación actual del precio de los metales, el nuevo contexto geopolítico, las nuevas directivas europeas respecto de la minería y la irrupción de los minerales hoy imprescindibles para las nuevas tecnologías como son por ejemplo las tierras raras, hacen que hayan cambiado radicalmente los parámetros a considerar para decidir sobre la viabilidad económica de una explotación. Por ello, es perfectamente posible que un yacimiento considerado sub-económico hace décadas, pueda ser hoy explotable por el aumento de precios que se ha registrado, o por la presencia de minerales que antes no se habían considerado para su aprovechamiento, como puede ser el caso del litio o de la columbo–tantalita (coltan).

Litoteca de sondeos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) en Peñarroya (Córdoba)

Atendiendo a estos criterios, conviene recordar que el caso de El Moto no es único, y existen en nuestro subsuelo otros yacimientos descubiertos con fondos públicos, cuya investigación, evaluación y/o explotación quedaron abortadas por las circunstancias adversas antes mencionadas. Y como ha ocurrido en El Moto,  las concesiones correspondientes han pasado a manos privadas con muy poco esfuerzo inversor. Como ejemplo, pueden mencionarse los yacimientos de fosfatos de Montes de Toledo (también investigados por MAYASA en la década de los 80) o las preciadas tierras raras del Campo de Montiel, descubiertas en su día por la Empresa Nacional Adaro de Investigaciones Mineras (ENADIMSA).

Pero además de esos yacimientos ya conocidos, no deben olvidarse tampoco las zonas de exploración que en su día fueron objetivos prometedores, pero cuya exploración, también financiada con fondos públicos, nunca fue completada y que ahora pueden ofrecer un renovado interés bajo las perspectivas actuales. Así pues, para evitar que los esfuerzos técnicos y económicos realizados por el Estado en décadas anteriores queden sin recompensa, es imprescindible que en el mencionado Plan de Acción para la Gestión Sostenible de las Materias Primas Minerales se adopten las medidas administrativas necesarias para, además de incentivar las inversiones en exploración, mantener, renovar o consolidar las concesiones correspondientes a los hallazgos realizados con inversiones públicas.


Precisiones sobre la historia del descubrimiento de una mina de wolframio en Ciudad Real y sus implicaciones en el panorama minero español.
por Enrique Ortega, geólogo de Minas de Almadén entre 1982 y 1996


Publicado por Enrique Ortega Gironés

Soy, por ese orden, geólogo y escritor. O simplemente, un geólogo al que le gusta escribir. Primero, docente e investigador en el Departamento de Geotectónica de la Universidad de Oviedo. Luego, en las minas de Almadén (Ciudad Real), y durante los últimos 20 años, consultor independiente.

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