Las imágenes y testimonios del inmenso sufrimiento provocado por la erupción del volcán Cumbre Vieja en La Palma, nos hacen recelar de la fuerza de la naturaleza. Igual que renegamos de un tsunami o un terremoto. Ningún espectáculo es bello si arrasa y devasta.
Las erupciones volcánicas tienen una gran incidencia en el tráfico aéreo. Las cenizas que se desprenden generan nubes que pueden instalarse en las aerovías utilizadas por la aviación comercial, obligando a desviar los vuelos. En tierra fuerza al cierre de los aeropuertos afectados. Esta no es una decisión de las compañías aéreas, es el dictamen de las Agencias de Seguridad Aérea Europeas.
Las cenizas que se desprenden generan nubes que pueden instalarse en las aerovías utilizadas por la aviación comercial, obligando a desviar los vuelos
Todavía está reciente los efectos del volcán islandés Eyjafjallajökull que en el 2010 obligó a cerrar casi la totalidad del espacio aéreo europeo. Durante casi un mes los aviones no pudieron despegar, con el consecuente costo social.
Si las cenizas entraran en las turbinas de un avión, pueden llegar a para los motores.
Hablamos en condicional porque tal hipótesis ya no tiene cabida. Existe una red mundial de seguimiento de los más de 1500 volcanes en el mundo (600 activos) al servicio de la aviación (Volcanic Ash Advisory Centres, VAACs). A tiempo real avisa de las erupciones y traza el movimiento de la nube de manera que las rutas aéreas se desvían con grandes márgenes de la zona afectada.
A tiempo real avisa de las erupciones y traza el movimiento de la nube de manera que las rutas aéreas se desvían con grandes márgenes de la zona afectada.
Los radares meteorológicos de los aviones no están diseñados para detectar las cenizas, ya que el tamaño de las partículas es tan reducido que no producen ecos en los equipos de a bordo y son difícilmente visibles. La información que se facilita a los pilotos previa al vuelo permite trazar una ruta segura atendiendo a la constante monitorización de la nube.
A pesar de las escasas posibilidades de verse envuelto en tal situación, recibimos formación práctica en simuladores y se ensayan las maniobras de evasión pertinentes. En aviación todo lo que es susceptible de pasar se entrena.
En junio de 1982 un vuelo de British Airways, un Boeing 747-200 en el océano Indico, entró de lleno en una nube de cenizas volcánicas. La investigación posterior del incidente aportó una inmensa y valiosa información para crear la red de alarmas mundial que hoy hacen seguras todas las rutas.
Os transcribo el link a YouTube de la dramatización de este interesante episodio de la aviación. Podéis activar los subtítulos y verlo pulsando aquí.
Curiosamente el libro que escribimos mi compañera de vuelo Lourdes Dalmau y yo, Cuando Volabas, utiliza el escenario de una nube volcánica en el primer capítulo de la novela. Se describe de manera verosímil el manejo de la situación desde la cabina.

Espero que os quedéis más tranquilos/as con las explicaciones. Podéis volar tranquilos.
Alerta: cenizas. | Por Antonio Alonso,
Comandante de Airbus 350 (Flota de largo recorrido de Iberia y escritor)
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