Imágenes fraudulentas del cambio climático

Es innegable que la temperatura media del planeta está aumentando, hay evidencias de sobra que apoyan esta realidad y el hielo de los glaciares está desapareciendo. Es también irrebatible que, como consecuencia de ese calentamiento, hay regiones de la Tierra que están sometidas a un proceso de desertización. Pero no es menos cierto que, con frecuencia, las imágenes que acompañan a las noticias sobre estos fenómenos y que proporcionan los medios de comunicación, están muy lejos de ser representativas de lo que está ocurriendo en realidad.

El refranero, ese compendio de sabiduría popular que tiene consejos para casi todo, dice que una imagen vale más que mil palabras. Pero este adagio (tan extendido, que existe su equivalente en varios idiomas), ha quedado desbordado por la tecnología. Hoy, el poder de los medios audiovisuales es tan enorme, ha magnificado tanto esa indudable capacidad, que la modesta cifra mencionada en su enunciado, tan sólo un millar, debería hoy multiplicarse por un factor considerable. Cualquier noticia, si se quiere que cale en la audiencia, si se desea (como se dice ahora) que genere opinión, debe ir acompañadas por imágenes impactantes.

Aunque el texto de la información que se difunde no tenga una base sólida o sea de dudosa credibilidad, el poder de la imagen adjunta hace que esas limitaciones sean minimizadas o pasen desapercibidas. O incluso, aún más grave, aunque el paso del tiempo demuestre que las informaciones difundidas eran falsas o incorrectas, es frecuente que la imagen persista en la memoria, de forma nítida, aún a costa de contradecir la realidad. Los mensajes subliminales en forma de imágenes son muy frecuentes en las informaciones de toda clase, muy especialmente en las publicitarias, pero esta entrada se ceñirá a algunos ejemplos que están relacionados con el cambio climático y también, directa o indirectamente, con la geología, que es la temática específica de esta sección que me ocupa en Entrevisttas.com.

Una imagen que ha dado la vuelta al mundo, que ha aparecido en primera plana de numerosos periódicos y en la cabecera de muchos noticieros, ha sido la fotografía de un oso polar, esquelético y agonizante, en la isla de Baffin, en el Ártico canadiense. Los fotógrafos que realizaron el reportaje, miembros de la ONG Sea Legacy y colaboradores habituales de National Geographic, atribuyeron el evidente deterioro físico del animal a la desnutrición, como consecuencia del calentamiento global. Posteriormente a su publicación y difusión, reconocieron que no sabían cuáles eran las causas por las que el animal se encontraba en aquel estado, podía estar agonizando como consecuencia de alguna enfermedad, o simplemente de vejez. Pero ellos declararon que eso no tenía importancia, lo relevante era que el animal estaba muriéndose de hambre, y ese es (según ellos) el futuro que les espera a todos los osos polares, a medida que vaya desapareciendo el hielo del Ártico.

Imágenes fraudulentas del cambio climático

Sin embargo, la realidad es muy diferente. Según la Administración canadiense, la colonia actual de osos polares es de 28 500 ejemplares, frente a los 22 500 censados hace más de una década, lo cual sería imposible si fuese cierto que el cambio climático les está matando de hambre. Además, esta situación ha sido recientemente confirmada, así lo indican los datos difundidos por la prestigiosa organización ecologista World Wildlife Fund (WWF): la población global de osos polares en el Ártico, lejos de verse afectada por el cambio climático, ha aumentado hasta los 30.000 ejemplares.

A pesar del radical contraste entre la realidad y las informaciones publicadas sobre el oso agonizante, Sea Legacy no ha rectificado sus declaraciones, probablemente porque en su página web declara explícitamente cuáles son sus objetivos: crear comunicaciones visuales de alto impacto que impulsen a las personas a tomar medidas para proteger nuestros océanos. En otras palabras, lo único importante es lograr ese impacto y da igual si la información que se transmite junto a las imágenes es correcta o no. Teniendo en cuenta que la verdad siempre tiene menos recorrido que las denominadas fake news, debe reconocerse que Sea Legacy ha alcanzado con creces su propósito, ya que las imágenes del oso agonizante, todavía hoy, siguen dando la vuelta al mundo.

Lo único importante es lograr ese impacto y da igual si la información que se transmite junto a las imágenes es correcta o no

Otro ejemplo de utilización poco rigurosa de las imágenes, este mucho más reiterativo que el anterior, aparece de forma sistemática cuando se ofrecen informaciones relativas al cambio climático y la desertización. Está fuera de toda duda que el retroceso del hielo en los polos lleva asociado un aumento de aridez en algunos lugares, pero no es tan evidente que el aumento de temperatura implique desertización, ni tampoco que la desertización sea una tendencia generalizada. Para nosotros, porque afecta directamente a la Europa meridional, el ejemplo mejor conocido es el Sáhara, cuya desertización es muy reciente desde el punto de vista geológico (empezó hace tan sólo unos pocos miles de años), y se inició muchísimo antes de la era industrial, sin que su origen pueda atribuirse a la actividad humana .

En efecto, durante el Neolítico, hace unos 7.000 años, el Sáhara era una zona húmeda, como demuestran las famosas pinturas rupestres de Tassili N’Ajjer, donde se representa una fauna (por ejemplo, hipopótamos, ver fotografías adjuntas) cuyo hábitat es totalmente incompatible con el desértico entorno actual. El proceso de desertización enlaza ya prácticamente con tiempos históricos y la historia antigua de Egipto, cuyos primeros pobladores llegaron al valle del Nilo huyendo de la desertización.

Por lo tanto, es indudable que la desertificación del Sáhara se inscribe dentro de la secuencia de calentamiento global que viene experimentando el planeta desde hace miles de años, y que ese proceso está afectando a la climatología de la Europa meridional, como consecuencia del aumento de temperatura, el retroceso de los hielos polares y la disminución de la pluviosidad. Pero esa tendencia no implica que se esté produciendo una desertización generalizada del planeta, como en muchas ocasiones, de manera explícita o implícita, se nos quiere hacer creer. La aparición de una zona desértica depende de complejos factores meteorológicos, de las barreras montañosas y de las complicadas leyes que gobiernan las corrientes marinas y los vientos dominantes. Por lo tanto, no se trata de una simple zonación Norte–Sur, no es solamente que las zonas áridas están avanzando hacia los polos. La figura siguiente muestra un mapamundi obtenido a partir de imágenes satélite, donde los tonos amarillentos corresponden a las zonas áridas, y donde es evidente que el actual retroceso de los hielos no está dando lugar a una desertización generalizada.

Imágenes fraudulentas del cambio climático

El continente africano, en el centro de la imagen, presenta en su tercio septentrional una extensísima zona árida que se prolonga hacia Asia por la Península Arábiga y Oriente Medio. Pero más hacia el Este y exactamente a la misma distancia del Polo Norte, encontramos las densas selvas de montaña del extremo oriente (Camboya, Birmania, Laos y Vietnam), mientras que en dirección contraria, hacia poniente, aparecen las selvas centroamericanas, famosas por ser de las más densas, húmedas e impenetrables del mundo. Un poco más al Sur, la mayor parte de la zona ecuatorial africana, disfruta de abundantes lluvias y frondosas selvas, mientras que hacia el Este, en la costa del océano Índico, la península de Somalia está sometida a unas condiciones extremadamente áridas.

Otro ejemplo de cambios drásticos de pluviosidad para zonas situadas en la misma franja geográfica respecto de los polos, lo encontramos en la comparación entre la zona meridional de Brasil (donde la abundante lluvia proporciona el enorme caudal que alimenta a las cataratas de Iguazú) y las zonas desérticas de Namibia y Kalahari, al otro lado del Atlántico. Además, en la misma latitud hacia el Este, o incluso en una posición más austral, aparecen las extensas zonas desérticas australianas. Más ilustrativo resulta todavía, por su escasa separación, el ejemplo de la zona septentrional de Colombia, que en su costa atlántica es prácticamente desértica (región de La Guajira), mientras que hacia poniente, en la costa Pacífica, la región del Chocó presenta la pluviosidad más alta del planeta. Otro ejemplo muy significativo lo encontramos en la zona septentrional de Chile, con el desierto de Atacama, y a pocos kilómetros hacia el interior, al otro lado de la cordillera y en la misma latitud, los bosques tropicales de las provincias de Salta y Jujuy, en Argentina.  

Así pues, el sencillo esquema que propone el progreso generalizado de la desertización hacia los polos como consecuencia del calentamiento global no está justificado por la realidad. Más bien, lo que parece estar ocurriendo, del mismo modo que ha venido sucediendo a lo largo de los miles de millones de años de la historia del planeta, es simplemente un cambio en las condiciones climatológicas de unas zonas respecto de otras.

El sencillo esquema que propone el progreso generalizado de la desertización hacia los polos como consecuencia del calentamiento global no está justificado por la realidad

Sin embargo, en las noticias de cualquier periódico o cadena de televisión, cuando nos informan sobre los riesgos de la desertificación, para acentuar visualmente el peligro que nos acecha, sistemáticamente (se ha convertido en una práctica extendida) suelen insertarse imágenes como la que debajo se adjunta, la fotografía de un lugar totalmente árido, reseco, donde la tierra aparece cuarteada y sin una sola brizna de vegetación. Ese tipo de grietas (formadas por desecación), son características de lugares donde hubo agua, pero que se ha evaporado totalmente.

Imágenes fraudulentas del cambio climático

El mensaje subliminal implícito en esas imágenes es directo y diáfano: ese es el aspecto que tendrá nuestro planeta en el futuro si no se consigue frenar el cambio climático y la consiguiente desertificación. Lo grave de este tipo de noticias es que nunca aclaran cuál es el lugar y la fecha donde se han tomado esas sobrecogedoras fotografías. ¿Se trata de una laguna que se ha secado para siempre? O por el contrario, ¿se trata de un lugar donde esas grietas aparecen de forma transitoria? Existen muchos lugares en la Tierra donde se secan las lagunas durante la estación seca, y se rellenan durante la estación húmeda (las del Parque Nacional de Etosha, en Namibia, pueden ser un buen ejemplo). También podrían corresponder a imágenes obtenidas en áreas de arrozal desecadas después de la siega, o en las colas de algún embalse durante el periodo de estiaje.

Imágenes fraudulentas del cambio climático

La falta de información sobre el origen de esas imágenes plantea serias dudas sobre su representatividad, ya que si las fotografías corresponden a alguna de las situaciones antes mencionadas, bastaría regresar al mismo lugar unos meses más tarde, para que el paisaje tuviese un aspecto totalmente diferente y mucho menos alarmante.

Pero esos datos nunca se adjuntan, dejando que la imagen transmita por sí misma la impresión de que el agua se ha marchado para siempre y que ese es, de no remediarlo, el futuro que nos espera. Tampoco suele ser muy correcta ni completa la información que se difunde sobre los lagos que están actualmente en proceso de desecación, y a los cuales se hace mención con frecuencia, veamos algunos ejemplos. El más grande de todos y probablemente el más conocido es el mar de Aral (un lago salado que, en extensión, fue el cuarto más grande del mundo, situado entre Kazajistán y Uzbekistán), que actualmente tan sólo conserva un 5% de su extensión original. Pero, la razón primordial de su pérdida de agua no ha sido la desertización ni el calentamiento global, sino la actividad humana. Durante el periodo en que este territorio pertenecía a la Unión Soviética,  los dos ríos principales que le habían nutrido de agua durante miles de años, el Amu Darya y el Syr Darya, fueron desviados y canalizados hacia zonas agrícolas para favorecer cultivos intensivos, especialmente de algodón. Esta modificación de la red hidrográfica dio lugar a que el lago perdiese el 80 % del caudal que le alimentaba y desde los años 60 del pasado siglo, empezó a descender su nivel hasta reducirse a la extensión actual y sus aguas han aumentado drásticamente su contenido en sales y contaminantes.

Imágenes fraudulentas del cambio climático

Un caso similar es el del Lago Urmia, situado en Irán, también uno de los lagos de agua salina más grandes del mundo, y que actualmente sólo tiene agua en un 5% de su superficie, aunque datos recientes indican que se está iniciando su recuperación y su extensión está creciendo, pero el retorno a su tamaño puede tardar décadas. Como en los casos anteriores, la causa principal de su deterioro ha sido la modificación de la red hidrográfica que alimenta al lago, por la construcción de más de 40 presas en sus ríos emisarios.

Otro ejemplo muy conocido es el del lago Chad, situado entre Camerún, Níger, Nigeria y Chad, que hace unos 9.000 años, antes de la desertización del Sáhara, tenía una extensión enorme, casi tan grande como la de España. En 1960 era aún uno de los lagos más grandes del mundo, con una extensión equivalente a Sicilia, pero su superficie también se ha ido reduciendo hasta perder el 90% de su tamaño, como consecuencia una vez más de la sobreexplotación (extracción de agua para la irrigación) y la construcción de presas en los ríos que alimentan al lago.

Un lago famoso por su excentricidad, pero totalmente diferente a los anteriores, es el Cachet II, situado en el extremo meridional de Chile, en la cordillera de los Andes, que pierde agua de forma brusca y periódica, hasta llegar a desaparecer del todo temporalmente (en los últimos años se ha vaciado más de 20 veces). Ese fenómeno está relacionado con el cambio climático, pero no tiene nada que ver con la desertización, ya que se trata de un lago donde el agua está represada por un glaciar y en ocasiones, se escapa a través de un túnel espontáneamente formado en el hielo, como consecuencia del aumento de temperatura.

Dejando aparte el peculiar caso del Cachet II, debe tenerse en cuenta que los otros tres lagos citados se sitúan en la franja desértica de África y Asia Central mencionada anteriormente en el mapamundi. Debe recordarse además, que dos de ellos (el Aral y el Urmia), son lagos de agua salada, lo que indica claramente que desde hace miles de años, a ritmo muy lento, la evaporación ha sido cuantitativamente más importante que los aportes de agua dulce. Su localización en áreas sometidas a un proceso de desertización, hace pensar que incluso sin la intervención humana, hubiesen terminado desapareciendo en un futuro más o menos lejano. Pero ha sido la mano del hombre, alterando el curso de los ríos, quien ha acelerado de forma rapidísima su desecación durante las últimas décadas. Ello implica, que cuando se revierten las condiciones naturales, el proceso de desecación se ralentiza y el proceso de desertización vuelve a su lentísimo pero inexorable ritmo natural, como lo demuestra la recuperación que está experimentado el lago Urmia durante los últimos años.

Cuando se revierten las condiciones naturales, el proceso de desecación se ralentiza y el proceso de desertización vuelve a su lentísimo pero inexorable ritmo natural 

Esta misma conclusión se puede obtener de la experiencia obtenida durante las últimas décadas en nuestro humedal interior más famoso, el de las Tablas de Daimiel, Parque Nacional y Reserva de la Biosfera de la UNESCO, en la provincia de Ciudad Real. Sus extensas lagunas, de muy escasa profundidad, se vieron afectadas por la sobreexplotación de pozos y bombeos de agua para regadíos, haciendo descender el nivel del agua subterránea (nivel freático) y desecando el terreno hasta alcanzar el patético aspecto que tenía hace algunos años y que se puede observar en la fotografía adjunta.

Imágenes fraudulentas del cambio climático

Ha sido suficiente que el Gobierno adquiriese las tierras colindantes al Parque, paralizando los bombeos de agua subterránea, para que el acuífero recuperase su nivel de siempre y la zona volviese a convertirse en el pequeño oasis que siempre ha sido, un espléndido humedal situado en el árido paisaje de La Mancha.

Imágenes fraudulentas del cambio climático

La comparación entre las dos fotografías anteriores permite recordar de nuevo lo importante que es, cuando se ilustran con fotografías las noticias relativas a la desertización, conocer la fecha y el lugar donde la fotografía ha sido obtenida para calibrar su representatividad.

Volviendo al principio, es innegable que el planeta se está calentando y que ese calentamiento está produciendo cambios en algunas zonas, convirtiéndolas en regiones más áridas. Pero esa desertización no es tan generalizada, no está tan extendida ni es tan rápida como en muchas ocasiones se nos quiere hacer creer. Una vez más, como en entradas anteriores, es inevitable sospechar que fomentar el miedo debe ser muy rentable para los medios de comunicación.


Imágenes fraudulentas del cambio climático | Por Enrique Ortega Gironés


Publicado por Enrique Ortega Gironés

Soy, por ese orden, geólogo y escritor. O simplemente, un geólogo al que le gusta escribir. Primero, docente e investigador en el Departamento de Geotectónica de la Universidad de Oviedo. Luego, en las minas de Almadén (Ciudad Real), y durante los últimos 20 años, consultor independiente.

5 comentarios sobre “Imágenes fraudulentas del cambio climático

  1. Por favor, leed lo que dice el panel internacional del cambio climático y haced caso al 99.9% de científicos climáticos que todo esto está ocurriendo, incluyendo la desertificación generalizada y extinction de biodiversidad. No, no hay una conspiración por parte de medios para hacernos creer que el cambio climático es preocupante. Literalmente nos va a extinguir como no hagamos nada. Lo que sí que hay es una conspiración por parte de las compañías de combustibles fósiles para retrasar la.accion en todo lo posible y lucrarse a costa de nuestra futuro, mediante tácticas como diciendo que es mentira, o que no es tan preocupante, o que es culpa de nosotros, los individuos y no de la industria y gobiernos, o que es muy preocupante y ya no se puede parar. El autor de esta noticia parece haber caído accidentalmente o intencionalmente en su juego.

    Me gusta

    1. No es tan simple ni tan sencillo, no es blanco o negro, hay muchos grises. Y en lugar de decir seguid a estos o no creáis a aquellos, me parece más adecuado exponer hechos y/o evidencias (como espero hacer a lo largo de los próximos artículos) para que cada cual saque sus propias conclusiones

      Me gusta

Deja un comentario